Bajar documento - La nueva concepción de la historia

transnacional y/o multinacional) 1099 . En este evento, el poder corporativo se toma el mundo:
lo convierte en zona de abastecimiento y de seguridad (ésta, pues, constituye una arista del
proceso denominado “globalización”); en estricto sentido, el ejercicio oligopolístico del
poder: pocas empresas monopólicas globales ejercen el dominio sobre el mundo a través de
sus amanuenses y sicofantes: los presidentes de los seudo Estados.
Sin embargo, en la realidad –como se reconoce-, estos dos aspectos detentan
naturaleza ontológicamente determinada y de acción recíproca: en el interés de corto plazo de
los grupos monopólicos energéticos, se expresa el plano estructural y el cual puede avanzar
torpemente, o sea, aun sin el concurso del procesamiento racional (en ausencia de un sistema
centralizado de gobierno mundial, con el objeto de mejorar los niveles de gobernabilidad).
Pero en el largo plazo (en la estrategia), se precisa programar el dominio sobre las
condiciones abstractas (la dirección general del mundo, en torno de la institucionalidad
paraestatal mundial); esta supremacía es el presupuesto de la sobrevivencia sistémica y de los
grupos monopólicos por separado; mientras que el control monopólico de recursos
estratégicos es la operatividad (la táctica) y el sostén del proceso de dominación hemisférico.
En efecto, “el capitalismo global ha penetrado en todo el mundo: se ha vuelto universal; la
migración –dicho sea de paso- es un interfaz en este proceso de
descomposición/incorporación del precapitalismo o del capitalismo autónomo nacional”, lo
cual implica que toda perspectiva de transformación social debe ser pensada –como ya se ha
dicho- en términos supranacionales.
Y, si el planeta, incluso atiborrado por todos los poros de capitalismo, no se va a
convertir en sistema-mundo imperial, tampoco sus unidades componentes a su interior,
pueden desconectarse del único sentido que ha asumido el mundo.
La formación de un sistema capitalista mundial, y su transformación subsiguiente de ser
un mundo entre muchos mundos hasta llegar a ser el sistema socio-histórico del mundo
entero, se ha basado en la construcción de organizaciones territoriales capaces de
regular la vida social y económica y de monopolizar los medios de coacción y violencia.
Estas organizaciones territoriales son los estados, cuya soberanía se ha dicho que va a
ser socavada por la ola actual de expansión financiera. En realidad, la mayoría de los
miembros del sistema interestatal nunca tuvieron las facultades que se está diciendo que
los estados van a perder bajo el impacto de la ola actual de expansión financiera; e
incluso los estados que tuvieron esos poderes durante un tiempo no los tuvieron en otro
(Arrighi, Giovanni. La globalización, la soberanía estatal y la interminable
acumulación del capital).
La “mundialización” –en un sentido- es un proceso natural abierto por el movimiento
de las fuerzas productivas a través del mercado; el Estado estadounidense, en su condición de
representante del capital multinacional, debe capturar y ordenar este mercado, para que el
mismo se reproduzca real y/o especulativamente (la defección de la ex URSS, “... generó un
vacío de poder en el Mar Caspio, en el Cáucaso, en el Golfo Pérsico –nación árabe
balcanizada, polvorín de alta inestabilidad política-, en la Cuenca del Pacifico” -dixit
Alejandro Moreano-; fue, en efecto, “una bendición de Dios” para los gringos: aparte de
generar una coyuntura de poder indivisa y la posibilidad de ordenar y articular dicha zona a y
para los intereses geopolíticos yanquis, las nuevas repúblicas independientes –muchas de las
cuales: Turkmenistán, Tayikistán, Kirguizistán, Kazajstán, Uzbekistán cuentan con riqueza
petrolera, gasífera, carbonífera, metalúrgica preciosa y radioactiva- podían poner sus recursos
a su disposición y permitir la presencia gringa para someter a la Región y controlar
militarmente al mundo). Sin embargo, en el escenario se activan las contradicciones
interimperialistas (disensiones y enfrentamientos en el interior del capital, que no ostentan la
misma catadura que las fracciones de clase que perviven en el interior de las repúblicas, pues,
éstas son de tipo cuasi regional, económicamente sectoriales, es decir, han dispuesto su
segmento de reproducción de modo más o menos autárquico): con la ex URSS, con la UE,
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“En ese conflicto entre ‘poner y sacar plusvalor’ se dan contradicciones entre el interés individual del
capitalista que pugna por ‘ponerlo’, y quienes buscan preservar al capitalismo como tal y para ello plantean
restricciones o regulaciones, buscando que el Estado represente el interés general de clase” (Stolowicz, Beatriz.
El debate actual: posliberalismo o anticapitalismo; en: ANALES, revista de la Universidad Central del Ecuador,
Nro. 368, Quito marzo del 2010).
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