Bajar documento - La nueva concepción de la historia

habría sido un fiasco y se perderá para siempre 210 .
En absoluto: ¡no es cierta aquella evaluación apocalíptica, que asevera que la
Especie atraviesa “una crisis de civilización” (las crisis son condición de progreso), como
afirman algunos “filósofos” que disponen de micrófono! La humanidad que ha producido
instrumentos en los cuales apoyarse en el proceso de satisfacción de necesidades (y de
autoproducción progresiva de su existencia material), las que, una vez cubiertas por el
sistema institucionalizado de trabajo pertinente, han inducido la creación de nuevas
demandas y, concomitantemente, a volver a producir nuevos instrumentos o a mejorar los
anteriores, se enfrente al límite dado por el hecho de que la complejidad y renovación de
éstas –necesidades- no se haya producido (las necesidades no han saltado desde el nivel de
las inferiores hasta el de las superiores: del hedonismo a la racionalidad); por tanto: el
avance del conocimiento y progreso de la técnica, que se realiza con su substrato inmediato:
la naturaleza, se piense que han concluido, volviendo bobo y sensualista al ser humano. Estas
ideas retardatarias deben ser fustigadas duramente, pues, el ser humano que empezó con la
piedra, avanzó a los metales, a la máquina en el interior de los diversos estadios
civilizatorios, va hacia el desarrollo e instauración del sistema automatizado de producción,
el cual le libera del trabajo y le cede todo el “tiempo” para que se entregue a la formación
de la completa sabiduría, en el interior del régimen democovivencial, de regencia de la ley
del “´valor´ de usufructo” (han desaparecido las “relaciones en torno al trabajo”; las
substituyen las imbricaciones frente al consumo, la camaradería y el hedonismo, como
antesala vergonzante de la instalación plena de los nexos alrededor del objetivo de formación
de la conciencia plena 211 ). En realidad, el robot es la prolongación del ser físico (órganos,
destrezas) completo del ser humano y el robot sapiens: el “otro de sí”, del ser humano; el ser
humano “no está desamparado” más, pero necesariamente debe sobrevivir como miembro de
la comunidad general que realiza el trabajo reflexivo (trabajo supracomplejo) en el plano de
la formación de la vida en torno de los datos que arroja la investigación científica
automatizada.
La humanidad va a nuevos escaños de civilización sobre los “lomos de la ciencia”;
guerras, pobreza, afectaciones a la naturaleza, sacralización de la vida, han sido
subproductos necesarios del proceso; pero al margen del sistema dado y de sus secuelas, el
ser humano –los grupos que no se autodeterminen de ese modo- se encontraría entrampado
todavía en la premodernidad (la aseveración puesta, no es justificadora del positivismo;
210
Sería tonto pensar, que la aleatoriedad material habría acomodado sus procesos para que el impala transforme
materia vegetal en cárnica, para que luego sea vilmente utilizado en el acto por el cual el león se dé todo un
festín y plácidamente se eche bajo un árbol a pernoctar; pero mucho más iluso sería suponer (y fomentar), que el
ser humano se halle dotado de inteligencia para dominar oportunísticamente su entorno para desarrollar el arte y
alcanzar la felicidad. Frente a ese concepto de la vida, mucho mejor sería el de orden religioso. Pero hay gente
que piensa así (François Houtart, por ejemplo). Personas, lamentablemente de izquierda, no consideran a la
ciencia como factor fundamental en la definición de la razón de la existencia humana; mientras que las que lo
hacen (el 0.009%), acostumbran separar a la ciencia y a su progreso (la tecnología no corre esa suerte) de la
forma social (humana) que la ha impulsado, que le es propia: el capitalismo (el mercado, la ley del valor, la
competencia, la acumulación, el progreso instrumental). Las dos posiciones antes citadas, hacen que se maldiga
por igual al capitalismo, que lleguen a plantear su eliminación, a considerar que dicha etapa es inútil y solamente
negativa, por lo que sostienen que la misma es una anomalía que no debe (debería) existir. Es el hedonismo del
neosocialismo, del socialismo del siglo XXI, del buen vivir, que hace esos pronunciamientos. Es la humanidad la
que requiere de las “piernas del capitalismo” (en alusión infidente a M. Godelier).
211
El peligro con el sistema automatizado de producción (se abstrae la necesidad de trabajar), con abundancia de
bienes para escoger, con el ascenso de la filosofía hedonista de la vida, es que la humanidad puede entrar en el
marasmo, en el sensualismo, en la degeneración (la aceptación como normal del gaycismo, la desacreditación de
quienes impugnan esa aberración monstruosa –transfobia-, la legalización del matrimonio homosexual –es
verdad que la especie camina hacia el estado de indiferenciación sexual, de hermafroditismo funcional efecto de
la prevalencia de métodos artificiales de reproducción vegetativa; no obstante, dichas conductas aparentemente
superiores en la escala “cultural”, diversificadoras, inclusivas: no importa en qué tipo de cuerpo y sexualidad
esté una mente y otras argucias execrables, para una personalidad seria se presentan aún como irracionales-: su
celebración como desarrollo de la democracia e indicador positivo del “cambio de época”, es la expresión más
conspicua del reinado del hedonismo en el género: su evidente descomposición): la humanidad puede perderse.
El reto, luego está en abominar del hedonismo y dedicarse al estudio frugal (el capitalismo –machismo
patriarcal- en todo caso ha sido bueno en ese sentido: para incrementar la ganancia, para sostener la competencia,
para no desaparecer, ha debido motivar la producción científico-técnica -y la reproducción sexual de reemplazo
de la fuera de trabajo y de la formación del ejército industrial de reserva-, ha contribuido: ha formado el “capital”
social, la infraestructura que permite el funcionamiento moderno de la humanidad, que es impugnado por el
hedonismo “perro del hortelano”).
207