Bajar documento - La nueva concepción de la historia

es una mercancía capitalista en estricto sentido, ya que al ser ésta la última forma-valor del
trabajo, ella es la antesala en la que se anulan todas las contradicciones clasistas; precisando la
cosa, la forma concreta de la realidad de la crisis de última data –la financiera global- se
disuelve en fases interiores, abstractas). Pero el socialismo impulsó este proceso (se habla de
socialismo, a la práctica transformadora comprehendida entre 1917 y 1956), como apéndice o
motor dual del sistema burgués.
En consecuencia, para ir al comunismo (a la “sociedad” robotizada), se tienen dos
vías: la socialista (la razón, la voluntad) y el desarrollo máximo del capitalismo (el propio
designio histórico: el desarrollo de las fuerzas productivas). En realidad, se ha dado, se está
dando, una ruta mixta: el capitalismo ha tenido como apoyo esencial al socialismo en el curso
de su mudanza (compañero de ruta en un tramo): como su motor dual.
Pero dicen que el socialismo no es un sistema viable, que en donde se implantó fracasó, que
se derrumbó solo o que la historia lo clausuró; que ese ensayo contra natura trajo
perjuicios a la humanidad, en la medida en que generó falsas esperanzas, masificó la
pobreza, suprimió las libertades e impidió el desarrollo del individuo. ¿Qué le parece?
¡Qué digan no más pues! Tenga presente lo siguiente: una de las ventajas, superioridad
y objetividad en el enjuiciamiento de la historia que tiene este documento sobre los de orden
oficial (el pensamiento de los “representantes teóricos de la burguesía”), es que su autor,
como ya se dijo, no está perurgido de justificar nada en este mundo, puesto que su extracción,
conciencia y posición de clase, no solamente que le induce a actuar de modo objetivo en
censura del sistema de la explotación, sino que carece de interés material personal alguno, de
manera que no busca ocultar la verdad, embellecer la realidad de la que el burgués saca
provecho, pues, en ella, este holgazán, vive muy bien sin trabajar. El burgués y quién dice que
el marxismo no es un pensamiento serio, científico, hacen juicios interesados. Recuerde cómo
es la configuración actual del planeta: las empresas globales asentadas en EU de NA,
mantienen un ejército desplegado en todo el mundo en Bases, Comandos y Flotas, y en el
llamado “complejo industrial militar”; con efectivos y pertrechos bélicos han impuesto un
orden internacional favorable a su reproducción en el planeta; está demás decir, que el
gobierno estadounidense les pertenece a los monopolios planetarios agrupados en bloques
propiciantes del desarrollo policéntrico presente (el afincamiento de las multinacionales
emergentes, tal es el caso de la “burguesía paulista” brasileña), a las multilaterales; el ejército
y la industria bélica tienen el propósito, por tanto, de someter e intervenir, en cuanto
instrumentos de política económica contra cíclica. Este sector y sus áulicos domésticos a las
neocolonias, dicen lo que dicen.
Como es de dominio general, en el mundo el sistema burgués de vida ha generalizado
la pobreza, la delincuencia, las crisis existenciales; de estos problemas, no se puede
responsabilizar al socialismo ni siquiera al “socialismo bastardo” posestalineano (países
otrora serios: Estados bálticos, que ahora sufren los golpes del capitalismo al que añoraron
entrar: la recesión; crisis que hoy afecta también a Europa con su locomotora alemana). En
América Latina se experimentan los conflictos citados. Algunos países han repudiado a los
gobiernos representantes del poder financiero, a las políticas económicas neoconservadoras y
han inaugurado procesos de cambio programados, graduales; esta decisión se ha perennizado
con la elaboración y aprobación de nuevas Cartas Magnas; eso ha sucedido en Venezuela,
Ecuador y Bolivia; de modo que, cuando un nuevo Régimen se institucionaliza en la
Constitución no queda margen o se vuelve más escabroso el camino de la derecha por retornar
al antiguo status quo. Ahora bien, también hay Estados en la misma subregión, que no han
avanzado hacia el cambio constitucional, de modo que sus mandatarios puedan contar con
algo de poder para propiciar cambios duraderos, definitivos; son los casos de Argentina,
Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay, Honduras, El Salvador, Nicaragua. Sobre todo en
Argentina, Brasil y Chile (en Panamá, ya ha ocurrido), en las próximas elecciones parece que
esa cuasi ley llamada del “péndulo”, va a hacer que gobiernos socialdemócratas, que hasta la
fecha se han mantenido en la administración del Estado, sean reemplazados nuevamente por
gobiernos conservadores. Quienes han sostenido que en Venezuela, Ecuador, Bolivia y, por
supuesto: Cuba (incluso luego de los efectos reformistas, que las últimas reformas
desburocratizadoras, puedan arrojar), el cambio es irreversible, están en lo cierto, pues, la
direccionalidad del mismo se halla plasmada en sus constituciones; en los otros países no se
dieron las condiciones para avanzar hacia la implementación de tal objetivo estratégico-
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