Bajar documento - La nueva concepción de la historia

consumidor final como del intermedio: sectores I y II de la economía). El trabajador debe
satisfacer la necesidad de la entidad ubicada en el polo opuesto, o sea, el interés económico
del burgués; éste, en cambio, no puede rehusarse a atender las necesidades del trabajo (cubrir
el mínimo histórico para la reproducción de clase) y de los consumidores (pese a que las
inquisiciones en torno a qué y cuánto producir, no se basen en el presupuesto de las
necesidades humanas, sino tan sólo en el interés empresarial y en el cálculo a priori de la tasa
de ganancia). En el sentido expuesto, la reproducción de la existencia, de ningún modo asume
carácter individual merced a la especialización del proceso de producción neoburgués; no
obstante, hay que advertir el hecho de que la programación segmentada y coordinada del
trabajo cibernético, constituye el supuesto de la verdadera individualidad de la persona.
Cuando este proceso se vuelve multilateral y abstracto, la sociedad opera en el instante en el
que se han creado las condiciones ontológico-sociales, para que entre a operar la Ley póstuma
capitalista, de su salida definitiva, encarrilada en la acción de las luchas disgregadas en el
planeta, coordinadas y racionalizadas “desde la tumba por Marx y Engels”, por el marxismoleninismo
de los nuevos tiempos.
La crisis en configuración, en el capitalismo actual: crisis de sistema y crisis de
modelo (“crisis de civilización” suele decirse; o sea, no solo de la civilización del trabajo, del
“valor de cambio”, del paradigma del progreso –del desarrollo de las fuerzas productivas-, de
la ciencia y de la técnica en particular, del pensamiento positivista, sino también de las
nociones liberales y del modo de vida en coherencia; lo cual quiere decir, más bien, crisis
“cultural” –creencias, idiosincrasia-, no civilizatoria), por tanto, deviene del movimiento de la
contradicción entre la producción cada vez más cibernetizada que tiene lugar en un régimen
de propiedad privada de las condiciones de esa producción, la cual es capaz –hoy- de atender
todas las necesidades que experimenta la población mundial (estudios de organismos
internacionales sostienen, que se necesitan alrededor de diez mil millones de dólares para
erradicar el hambre en el mundo; pero los gringos insolentes tienen un presupuesto que se
acerca al billón de dólares anuales para guerrear 1145 ), frente a gente sin propiedad, sin trabajo
(sin ingresos; el sistema –en la coyuntura- impide el trabajo por dos vías: no genera
empleo en el aparato económico oficial –privado-estatal- y con el control monopólico del
mercado bloquea la creación y el éxito de nuevas empresas –del cuentapropismo-, mientras
lleva a la quiebra a las existentes) y con necesidades de sobrevivencia: las relaciones
capitalistas se convierten cada vez más en directo (inveterado) obstáculo para su reproducción
cuanto de la vida misma –de la sobrevivencia del capital, de la especie y de las condiciones
materiales de la existencia: la naturaleza- (hoy esto es verdad, pues, el sistema no genera
empleo y concentra para sí monopólicamente –y la regula-, la condición de la solución
moderna a los problemas: la técnica). Y, esta regularidad se desprende de la contradicción
entre “la necesidad de elevar la productividad del trabajo y la necesidad de mantener la tasa
de ganancia” (Jean Lojkine) 1146 .
En efecto, por un instante se advierte la vigencia pronunciada de la paradoja de las
sociedades clasistas (capitalista y en su última fase): la existencia suficiente de "bienes y
servicios" de procedencia productiva cibernética necesarios para la reproducción de la vida y
la correlativa imposibilidad de acceder a ellos, puesto que estos "satisfactores" son objeto de
apropiación privada y en virtud de que para la gran mayoría de la población del planeta no se
presenta la posibilidad de hacerse con un puesto de trabajo en el proceso del capital, como
tampoco puede ingresar en el proceso de reproducción simple por carecer de capital. De
manera demagógica el staff de pensadores maquiavélico y de predicadores fatuos (expertos,
estudiosos, voces autorizadas, consejeros, motivadores, gente de éxito en los negocios y
demás mala hierbas -dixit Diego Delgado) intentan aplacar la angustia procedente de la
penuria, de la derrota, de la extensa mayoría de población del planeta, promoviendo el
supuesto de que en la actualidad ya no se necesita disponer de capital para ponerse una
1145
En la televisión se ve cómo se han accidentado aviones de guerra (F 16, Caza furtivos), helicópteros, etc., lo
cual representan alrededor de las dos decenas de miles de millones de dólares estadounidenses tirados a la
basura; estos valores constituyen el presupuesto anual de varios países neocoloniales o que muy bien pueden
remediar el hambre en Haití o de países del Africa subsahariana (gringos malditos: ¡qué muerte tendrán!).
1146
Las relaciones de producción capitalistas no han sido obstáculo para el desarrollo de las fuerzas
productivas, más bien lo han impulsado colosalmente; pero este desarrollo, procurado por necesidad del
sistema, progresivamente ha sido una de las fuentes de autodestrucción sistémica. En estricto sentido, no es que
el capitalismo ha entrado en crisis; por lo contrario, las dificultades que experimenta expresan el hecho de que
dicha forma humana ha cumplido su papel histórico y debe salir –lo está haciendo- de la historia.
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