Bajar documento - La nueva concepción de la historia

cerebro existen “fantasmas”, la substancia de éstos lo constituyen los recuerdos; en toda
relación en el mundo presente se agolpan seres y “realidades” del pasado operantes en el
recuerdo, como también lo hacen aquellos que integran el presente; en esa perspectiva, la vida
pasada coexiste, y la futura viene a instalarse también en el hoy para otorgar estructura al
hecho, en virtud de que el ser humano se proyecta (N. Braustein): como en el robot en la
comedia assimoviana, son segmentos aleatorios de código, que se agrupan para formar
patrones en dirección a la gestación del alma. Empero, esa propuesta reflexiva conduce a la
conclusión sobre que la conciencia no es conocimiento del mundo, o sea, que ésta no
constituye ese cúmulo de circunstancias grabadas que permite el reconocimiento de la
realidad como requisito para poder ser en ella, esto es, reconocerla y seguir conociéndola;
mundo, que se presenta siempre raro debido a la operación medial –en dicha captación- de los
sentimientos (los cuales constituyen la expresión orgánica de la satisfacción o insatisfacción
de las necesidades), y como al efecto de alineación de la conciencia. Los fantasmas son el
producto de internalización del nivel fenomenológico de la realidad en la mente y de la
reificación de los sucesos; por tanto, no se trata de hechos referentes a procesos de
introspección/extrospección simplemente, es decir, el sinceramiento y extroversión libre del
mundo mental interno, como los factores y las medidas, que permiten conocer el yo y
abordarlo, sino de la modificación de las condiciones reales de existencia. De manera que se
supone más práctico en sentido político, abordar el tratamiento de las estructuras cerebrales
con los conceptos sociológicos de “ideología teórica” e “ideología práctica”.
Si el estudiar las estructuras de la mente, mediante la aplicación de mecanismos
conducentes a lograr la libre exposición de sus contenidos en la pesquisa de patrones, es un
acto de crasa especulación; la ilusoriedad consustancial con la práctica de “interpretación de
los sueños”, lo es mucho más, y lo es, como casi todo lo que salió de la pluma de S. Freud
(desgraciadamente, Louis Althusser también cayó en la impostura de atribuir y reconocer
carácter científico en y a tales divagaciones; pero Freud, al final de sus días, en el exilio,
–cosa rara- se reivindicó, sobre todo en su última obra: Moisés y el monoteísmo). Los sueños
constituyen procesos de la mente, no susceptibles de interpretación; es una ridiculez de la
razón el imputar orden y sentido preestablecido o autónomo a los sueños, puesto que en ellos
no está de por medio el efecto de racionalidad o programación de sentido alguno; de manera
que con los sueños se tiene en frente representaciones operantes armadas sin responsabilidad:
sin mediación direccional de la voluntad 907 . Dicho de otro modo: durante el sueño se
reproducen hechos de la vida coherentes a veces, intermitentes otras; lo cual debe ocurrir,
porque las experiencias se asientan de modo cronológicamente ordenado en la memoria (en
las neuronas intermedias del sistema nerviosos central); en el sueño prevalece la forma de
funcionamiento “cuántica” del cerebro, es decir, es un fenómeno de operación de los
programas básicos sobre el hardware sin participación medial ordenadora, lógica, de la
conciencia. En substancia, en los sueños se asocian recuerdos, temores y aspiraciones; son en
suma: fragmentos desordenados (simulaciones parcialmente coherentes) de lo que pasa en la
realidad. Ahora bien, del mismo modo como se hallan grabados los hechos pasados en la
mente, los cuales constituyen el material fundamental de los sueños, la ideación imperfecta
(proyección, prospección, predicción), que la conciencia hace sobre el futuro anticipándose a
él, también debe transformarse en material, al momento en que se producen sueños, que
parecen percibir episodios de la vida que viene (si una mujer está en gestación, la mente
puesta en la realidad se figura el nacimiento; lo mismo lo hace el hardware preprogramado en
ciertos caso de sueño; en efecto, las propiedades actuales de las cosas, en su dinamismo e
interacción, permiten predecir las nuevas propiedades a que ellas dan lugar).
En ciertas ocasiones la mente (el hardware parcialmente autoprogramado) se pone a
trabajar (el subconsciente, se diría en lenguaje freudiano) como efecto de la preocupación
intensa, de modo que en ese estado de la conciencia estructurada, se cumple un deseo; en
ciertos momentos, este trabajo de asociación “autónomo” produce una respuesta mientras se
dormía, que no se la encontraba, que se estaba esperando, precisamente al despertarse (pero
no es el sueño y sus leyes –el inconsciente- el proceso responsable, sino el trabajo conectivo
de información, dado en el interior de dicho estado). Por consiguiente, quienes, como los
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Una función más apropiada para los sueños, es aquella que sostiene que “tienen el papel de fijar los
recuerdos y organizarlos; y para descarga emociones”. ¿Cómo se puede interpretar algo (los sueños) que está
fuera del control de la conciencia (voluntad)? Eso significaría aceptar, que en los sueños hay un orden natural,
autónomo, como en el funcionamiento del corazón.
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