Bajar documento - La nueva concepción de la historia

la economía mundial”. Y, aunque las bases de su esquema formalmente planificado de la
economía: nivel nacional, nivel regional y nivel local, se montan sobre las tesis de
Bethelheim, éste último formuló un reproche al proceso por su banalidad capitalista en su
opúsculo “La comuna de Shanghái”. El intento de llegar a ser una colectividad socialista, no
fue real en China. Es verdad, que se hicieron simulacros focalizados colectivistas in vitro a los
cuales se recluía las visitas a extranjeros, pero nada más. Es normal, que China: no “cayera”
cuando 1989-92 (el susto no fue más allá de Tiananmen, en 1989, suceso por el cual la
Academia Sueca ha otorgado, en el 2010, el premio Nobel de la Paz a un chino disidente, que
actuara en forma destacada en la incruenta asonada), pues, se trataba de un país abiertamente
capitalista con fuertes nexos con Estados Unidos (“…el crecimiento de China ha dependido
de la demanda estadounidense; EU, ha necesitado de créditos concedidos por aquella,
provenientes de su superávit comercial, para activar el consumo…”, pues, capitales chinos
han incrementado su propiedad en EU; mientras que el capital multilateral, a través de las
exportaciones chinas, se reposiciona en el mercado mundial). La variante revisionista
sustentada en las tesis antimarxistas expuestas, alejó a China del verdadero socialismo. Visto
cómo se ha producido el proceso del “socialismo” del ex Bloque del Este, China se ahorró el
trabajo de forjar una clase verdaderamente burguesa (dixit Samir Amín) “vía junker”, de
modernizarle a su sociedad por la ruta de la industrialización capitalista para integrarse a la
sociedad burguesa en la era de la globalización. “¿… por qué no reproducimos lo que los
ingleses han hecho con Hong Kon”?, sostiene alguien, era la idea que gravitaba en la cabeza
de los dirigentes neorevisionistas chinos 1492 ; ahora bien, para el capitalismo fiscalista chino y
sus intereses de emulación imperial, la entrega de la Isla “desarrollada” por parte de los
“sires”: Taiwán, fue una bendición.
Sortear la determinación proveniente de la barrera de la “división internacional del
trabajo” en la fase imperial-global del sistema burgués de reproducción de la especie,
sometiéndose parcialmente a ella, esto es, mediante afincamiento de la esfera manufacturera
de la producción destinada al mercado externo dado el grado relativo de arcaísmo de las
dimensiones socioeconómicas chinas y de la insipiente capacidad adquisitiva de la población,
devino en premisa prioritaria. A escala global, en el capitalismo, la única manera de evadir
supeditaciones intraclasistas (geopolíticas), es a través de desbordar el condicionamiento de la
esfera de la división del trabajo. El Gigante Rojo, el cual inicialmente se separó de la
economía del mundo, propició alianzas estratégicas con multilaterales, a fin de acceder a
tecnología y al mercado: si la ex URSS perdió el tren de la tecnología (M. Castells), China se
aparapetó sobre él, a partir de 1970. China: economía arcaica, feudal-comunitaria, campesina,
rural, estatalmente dirigida con slogans antiliberales (dícese: “capitalismo de Estado”; pese a
que no existe en la historia “modo de acumulación social” alguno –sea liberal o socialista- en
la abstracción del Estado), ha sido su fin superior –de esta formación social particular-
alcanzar el máximo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en atención al influjo del
“efecto demostración” de los procesos de la China insular y del Occidente estadounidense, de
manera de equilibrar, de rebasar y luego hacerse con el dominio del mundo, por la única vía
posible en la coyuntura: el bonapartismo visionario de las elites, quienes pronto se dieron
cuenta del límite que pone el “trabajo colectivo” al desarrollo de las fuerzas productivas (una
economía comunitarista, al no contar con la fuerza de las contradicciones internas
dinamizadoras –caso de la “comuna rusa”- debe receptar esta motivación de las antinomias
externas –fue también el caso de la ex URSS de los primeros años), no obstante los conflictos
sociales, que desatan procesos sustentados exclusivamente en el “trabajo individual”, a su vez,
ejercieron papel ralentizador. Al final se impuso el objetivo autoritario de la modernización,
de modo de equilibrar fuerzas en la economía mundial, aprovechándose el discurso
socialistoide como “idea fuerza”. En verdad, en los chinos y sus neomandarines: su “éxito”,
reside en la utilización proactiva de las potencias asociadas, del trabajo social del pueblo:
1492
El país asiático no tuvo necesidad de quemar todas las etapas del proceso de globalización seguido por la
Triada en tributo hacia el proceso de concretización humana: la revolución industrial, la científico-técnica, la
del conocimiento (en verdad, China realizó dos ensayos en laboratorio en paralelo antes de decidirse –a
mezclar- por uno de ellos: uno socialista y otro capitalista; el viraje ideológico y la presencia cercana de Hong
Kong, inclinaron la balanza hacia la economía de mercado programada).
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