Bajar documento - La nueva concepción de la historia

kilocalorías). En la declaratoria personal, ese hecho, fenómeno, proceso o activismo, que se
conoce como “energía”, no es más, que la capacidad de un cuerpo que se mueve, de poner en
movimiento a otro por roce, por choque, por empuje, por rechazo (la fuente primaria del
movimiento es la polaridad). Póngase por caso ilustrativo de empiricidad, la reflexión sobre el
proceso dinámico que ocurre en un motor a explosión; este motor: ¿produce “energía” o, por
el contrario: genera alta presión (compresión por acción mecánica: reducción o aumento del
volumen de la masa de O2 y combustible; antes se “daba ‘manivela’ para ‘encender’ un
motor”), de manera que luego se mueven gases (masa) por expansión y reacción química (la
chispa procedente de la bujía), lo cual empuja a otra masa: el pistón, mientras que éste lo hace
a través de la biela al cigüeñal, el cual, a su vez, transmite el movimiento, mediante el árbol
de transmisión, a cono y corona: al diferencial, y de este: a las ruedas? Es evidente, que no se
produce “energía” alguna en ningún momento en ninguna fase del proceso, como tampoco
información, sino tan sólo movimiento relacional entre masas. Perfecto.
Permítase realizar un acto, un intento más de legitimación, con otra “ilustración”,
sobre la infidencia puesta en torno del pensamiento estatuido de la inefable y fidedigna
ciencia oficial, respecto, en este caso, de la tópica de “energía”. A una persona famélica, no se
la puede decir, que se va a inducir la recuperación de su peso, suministrándole “energía”;
propiamente, habrá que responderle, que el propósito se conseguirá a través de dotación
alimentaria. No obstante, de modo inmediato se replicará, que los alimentos, que son materia,
se convierten en “energía” en el interior del cuerpo, para luego volver a mutar, en el mismo
interior, en materia muscular, o sea, en proteína, masa ósea, grasa, etc. Mas, tampoco dicha
impugnación es cierta. Cuando una persona se alimenta, dígase: con carne (animal, puesto que
ahora la zalamería ha producido también “carne” vegetal; acto, en este caso, de simple
simulacro, puesto que formal y no esencialmente dicho producto es carne), la proteína tan
sólo es desdoblada a nivel del sistema digestivo en unidades materiales (másicas) más
pequeñas absorbibles: los aminoácidos; estos componentes, una vez absorbidos, son
nuevamente reunidos, reestructurados como el tipo de proteínas requeridas para integrar el
sistema muscular, verbi gracia, con aporte procesal de una forma de materia: los
carbohidratos, las vitaminas (enzimas), las hormonas, todas estas últimas: materias másicas.
En el proceso, en ningún momento aparece algo como “energía”. Un terremoto: ¿consiste en
la liberación de energía? Bueno. Supóngase dos luchadores de Sumo, que se empujan
recíprocamente sin utilizar los brazos: ¿hay energía de por medio en el hecho o la simple
acción de masas corporales que se empujan, dependiendo el resultado de la contienda, de la
fuerza, es decir, del tamaño de la masa?
Ahora bien, para “dividir bien las aguas”. No es el concepto de “materia-energía”
(avalado históricamente por las lumbreras del saber de la comunidad científica mundial,
muchos de los cuales han sido galardonados con el Premio Nobel en disciplinas tan austeras,
rigurosas, en modo alguno vulgares, como la Física, la Química, la Biología, la Medicina de
Cambridge, Copenhague, Oxford,…) sino el de “masa-movimiento” (materia) el que debe
anidar en la cabeza como axioma, tanto de la reflexión científica, como de la filosófica (“Ya
la realidad es un axioma, ´no puede ser demostrada´, existe como tal”). En la realidad, es la
“masa” la que existe, no la “energía”; esta última: no existe, al menos en su acepción usual,
esto es, como esa fuerza misteriosa distinta y opuesta (que se transmuta en materia) al
concepto de masa, o sea, en su condición de poder, que aparece –por ejemplo- en la división
(fisión) del átomo o del choque entre partículas elementales (se recalca: choque entre masas o
acción recíproca entre sus propiedades). En la mente, por lo general, residen una serie de
fetichismos sin excepción, por desconocimiento, por defectos de interpretación, por
estratagema ideológica; uno de esos fetiches es la noción de “energía”, el cual es similar al de
“mercancía”: se cree que el valor que contiene proviene del capital y no tan sólo del trabajo, o
que las relaciones económicas ocurren entre factores, no entre personas 1217 .
1217
Fetichismo del “tiempo”, del “espacio”, de la “energía”, de los “cuantos”, en el sentido de que son
términos forzosamente ontologizados, o sea, representaciones imaginativas a las cuales se las ha dotado de
substrato real, del cual carecen; nociones, debajo de las cuales se halla la verdadera realidad y que
desempeñan, en ciertas cabezas, la condición de tal: “falacia de composición”, como error espontáneo de los
sabios. Eso pasa en economía, pues, los críticos socialdemócratas del capital dicen: supremacía del capital, del
mercado, sobre la sociedad; en realidad, no es el capital el que domina sobre la sociedad, sino que un sector
minoritario de humanos se aprovecha del capital (cosa) para someter a la mayoría.
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