Bajar documento - La nueva concepción de la historia

el mismo llamó la "ley del movimiento" de la sociedad moderna, objeto de su obra más
célebre (El Capital). "Marx concibe, pues, el desarrollo capitalista como un proceso plagado
inevitablemente de movimientos catastróficos" porque pone de relieve la tensión última,
extrema y definitiva en que el capital coloca a la civilización humana. O el ser humano se
emancipa de la explotación secular llevada al paroxismo por un modo de producción que ha
cumplido su misión histórica o la sobrevida del capital, más allá de sus propios límites,
entraña una destrucción abismal de las condiciones de existencia de la especie y de su medio
ambiente como un todo” 1554 .
Es pertinente también hacer alusión al libro y a los cometarios prologados sobre él: El
orden de El capital. Por qué seguir leyendo a Marx de Carlos Fernández Liria y Luis Alegre
Zahonero. Brillante, imaginativa y seria reflexión ésta, que se distancia de la ortodoxia
marxista y del neomarxismo de consuno, pero que se declara marxista. Ingeniosamente
cambia de frente de análisis, por lo cual se pierde el sentido clásico marxista y del criterio de
objetividad. Cuestiona diplomáticamente a aquella generación de pensadores marxistas, que
dedicaron su vida al proyecto de resolución del enigma (¿insoluble?) de la Transformación
(precio natural y precio de mercado). En realidad, no es la democracia, el Estado de Derecho
o la ciudadanía por lo que hay que abogar, sino por la democovivencia, por el orden racional
proactivo y por la humanidadnía. Explicar científicamente el sistema capitalista es la
exigencia de todo marxista para dejar de recurrir a argumentos ideológicos (los de la
Ilustración, como propone Santiago Alba Rico -Prólogo del libro antes citado) a efecto de
recusarlo, como para tornar factible la estrategia revolucionaria. La dificultad lógica de
comprensión-explicación-derivación de un “problema” de conocimiento (poner a tono la
realidad con cómo ésta se presenta, requiere quizá de la imaginación, y la imaginación es la
dialéctica), no suprime la existencia de la realidad (por los síntomas se percibe un problema;
si éstos persisten, el problema es tal y está allí; la “ley del valor” tiene el propósito de mostrar
en cifras la explotación, esto es, el origen y la reproducción del capital; tampoco el
pensamiento se reinstituye en la idea de la vida pasada, sino que debe tener su propia
personalidad). El socialismo (definido en sentido marxista) es incompatible con el “Estado de
Derecho” (esta “empatía” lo planteo el “socialismo democrático”); lo que propone el
Socialismo del Siglo XXI, no es socialismo: es sólo un régimen social de mercado regulado,
para lo que se debe contar con “Estado de Derecho”, con lo cual se persiste en el mismo modo
de producción y en el hedonismo contrafuturo (el futuro del ser humano es “celestial”, para
eso se requiere de fuerzas productivas en crecimiento “ad infinitum”).
En concreto, en los estudios expuestos en párrafo precedente, se contienen una serie de
tesis, que tienen –por lo menos- su paralelo. En efecto, allí se hace una valoración indebida
del capitalismo, pues, no se asume el papel real de este modo de producción en la historia; los
motivos presentes llevan a la rebelión, no las razones del pasado; según la idea, también el
colosal desarrollo de la ciencia y de la técnica, es sublime; el capitalismo no es que “frene
acelerando”, sino que lo hace con el motor en primera marcha; en los hechos, el capitalismo
impulsa el desarrollo humano y lo impide a la vez (eh aquí un “truco de prestidigitación”); no
hay futuros posibles: hay sólo uno, y éste se halla predeterminado de forma natural; sobre el
dilema de la transformación: la persona que escribe estas líneas, estuvo tentado en ingresar en
el laberinto, pero precisamente el “fracaso” previo de mentes brillantes hizo que se
desmotivara, de manera que se decidió más bien ir por la solución fácil: la esencia no coincide
con el fenómeno (“no creo en la brujería, pero lo que lo hay, lo hay” –en la empresa
capitalista posmoderna, a esta actitud se la denomina “administración por intuición”);
marxismo e ilustración: no puede haber articulación entre elementos de esencias distintas,
además: la ligazón debe hacerse entre sujeto y sujeto (S-S), no entre mercado (institución),
capital (una cosa, que tiene la propiedad de dar una característica a su poseedor en una época
histórica) y la ciudadanía (el sujeto por excelencia de la sociedad capitalista); sobre el “corpus
teórico”: el problema no está en el diálogo, que lleva, en el mejor de los casos, al
eclecticismo, sino en reproducir la realidad objetivamente; en el 2012, no es al socialismo
(incluso al bastardo denominado “del siglo XXI”) la forma de organización humana a la que
se encamina ésta, sino directamente al comunismo, luego de transcurrida una etapa
transicional, en la que tanto resabios del capitalismo como del socialismo cooperan con ese
efecto (el capitalismo completa el sistema de automatización, mientras que el socialismo
1554 Rieznik, Pablo. Catastrofismo, forma y contenido; Revista: En defensa del marxismo, diciembre del 2006.
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