Bajar documento - La nueva concepción de la historia

conspiración, hayan o no en el horizonte situaciones objetivamente revolucionarias, con lo
cual –se ha sostenido- asestó un golpe al maximalismo catastrofista 158 ). La ciencia ha
avanzado prodigiosamente (incluso se dice que ha llegado a su fin –Horgan, John: El fin de la
ciencia), de modo que sus presupuestos la han tornado revolucionaria y muy predictiva,
siendo posible sobre sus hombros actuar de manera previsible en lo tocante al movimiento de
la especie, merced al uso de sus leyes y tendencias; y, es por eso que se optó por hacer las
cosas cual pitonisa (Casandra) post, híper moderna: lanzar la mirada al futuro de la especie y
de la realidad, puesto que en adelante no es posible entender a ésta sin aquella, y poner a
prueba las posibilidades –personales- predictivas-persuasivas de la ideología científica del
proletariado 159 . En lo atinente al acierto o fracaso del “emprendimiento” (quizá pionero): los
resultados están allí –si se tiene la bondad-, para ser juzgados (como cuando se regala algo y
no se está seguro de que el muy humilde obsequio esté a la altura y sirva a la persona a la que
se quiere alagar, se dice con pena y mucha modestia: “úselo si desea, sino: vote”). En todo
caso, no es que –en este trabajo siempre y en su afán- el interés sea volver a cerrar la historia
ni poner límite al orden multifacético del movimiento de la materia 160 , o adosar a la
inteligencia la frontera con la que se encuentra la realidad de forma caricaturesca: la negación
inmediata, apresurada, de la dimensión absoluta por realización progresiva de la relativa (el
presuponer las leyes principales –generales- en torno de la combinatoria de las propiedades –
las cinco constantes cósmicas- de la realidad para presentar otras, en su infinitas formas, es ya
ubicarse en el plano de lo absoluto, esto es, advertir qué tipo de leyes da lugar la interrelación
de las propiedades de la materia: “si se conocen las 7 notas musicales, se sabe toda la
música” 161 ).
Es intención del discurso, oponer formas alternativas de pensamiento sobre la realidad,
ubicadas en el propio mundo material, a la caricatura cosmogónica: confrontar especulaciones
relativas a la supuesta existencia de autoridades extraterrenas, que ejercen poder sobre la vida
inteligente; en la perspectiva, recusar todo complejo de inferioridad en relación con la
capacidad intelectual humana (“que no aparezca, que a la humanidad le quedó grande el
futuro”): en torno de su itinerario y finalidad 162 ; y, sobre todo, apercibirse como estímulo al
pensar objetivo, en la coyuntura neooscurantista, en la continuidad de la empresa humana en
momentos de extravió escolástico, agnóstico y de regencia de inveterados temores
hecatómbicos respecto de la sostenibilidad de la tierra, apelando –para el efecto- al marxismo-
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En Economía, Politología, en ciencias sociales en general, los conocimientos teóricos objetivos sobre el modo
de ser de la realidad, si por su carácter dialéctico (capitalismo eterno/capitalismo que se autoclausura) conducen
a frenar el movimiento transformador de la conciencia, necesariamente deben ser subestimados; en realidad, la
ilusión sobre un mundo racional es el resultado de procesos de enjuiciamiento valorativo; conducta voluntarista
ésta (proceder a contracorriente), que no se correlaciona con la mentira, esto es, con la regla impuesta que dirige
el proceder de los curas por ejemplo, la cual reza que se ha de ocultar el mal comportamiento de sus miembros
(espíritu de cuerpo), para poner a salvo a la Orden.
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Mientras que unos han buscado en el ecologismo, en la Religión, en el humanismo antropológico del “buen
vivir”, otros se lo ha hecho en la racionalidad, en la inteligencia, en el propio mundo material, en las fuerzas
productivas, la esencia, la inmanencia, la determinación y la razón que explica todo el proceso del mundo.
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El excedente económico no crece ad infinitum, como creen los neoclásicos; tampoco las fuerzas productivas
crecen para siempre (Trotsky –por ejemplo- concluyó, que éstas habían dejado de crecer para fines de la
segunda década del siglo XX): por vía natural, la historia, es decir, como efecto artificial por el que la
inteligencia desarrolla sus aparatos colaterales requeridos en el proceso de producción y reproducción de la
existencia, estas fuerzas crecen hasta el advenimiento del robot y la automatización. Si bien este proceso
continúa por vía artificial autónoma (máquinas que producen máquinas y que componen y recomponen
–deprecian, acumulan- toda su atmósfera productiva, su clima, su cultura organizacional), una vez dado el
sistema productivo en escala coherente con el abastecimiento de las necesidades humanas (y de las propias
máquinas, las fuerzas productivas solamente crecen acotadas por la necesidad adosada a la esfera del
conocimiento, de la investigación, de profundizar el saber (con la eclosión el ser humano termina el proceso
evolutivo natural, sin embargo, el mismo sigue por vía artificial humana; con la producción del robot sapiens,
termina el proceso de evolución, desarrollo o progreso por vía artificial humana, la evolución, no obstante sigue
por vía del proceso autónomo de las máquinas; este desarrollo concluye –y llega a término todo desarrollo: el
natural, el artificial humano y el maquinizado-, una vez develado todo el ser, el proceder y el sentido de la
realidad –un nuevo ciclo sideral es el que esta vez toma la posta)
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Con la categoría “propiedad de la inteligencia” se cierra el fundamento teórico del proceso histórico en
sentido hegeliano; inteligencia: ser humano en curso de conversión en “Dios”; adelante: ¡nada más! (el vacío, no
la “nada” de Baudrillard). Ahora bien, todo el fenómeno se aquieta: no hoy, sino en el mañana, en varios
milenios.
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Al sol, se calcula, que le queda combustible para 5 mil millones de años; el ser humano necesita entre 5 y 10
millonésimas de esa vida solar, para dominarlo todo (es decir, entre 5 o 10 mil años).
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