Bajar documento - La nueva concepción de la historia

el que formalmente determina la oferta. Ahora bien, pronunciándose con apego a la pura
verdad, reproducción autoexpansiva es posible, mas no en todo el sistema, como tampoco
entre medianos y, sobre todo, pequeños negocios, no obstante la misma: si es dable entre los
capitales súper concentrados (“Doctrina del shock” –Naomí Klein-: las fracciones cupulares
del capital aprovechan la crisis para crecer: “crecen en tiempos de crisis” –concentración y
supercentralización del capital-; no solamente las empresas han aprendido a sacar provecho
del desastre, sino también a provocarlo), lo cual también es raro, porque la tendencia es hacia
la desconcentración de la escala, como ley dirigida a reducir la adiposidad, la inflexibilidad, la
falta de movilidad y de reacción instantánea y proactiva de la empresa capitalista, como
aseveran los propios teóricos de clase del sistema; pero el seccionamiento de las grandes
empresas ocurre no porque el inversor se haya volcado a pensar en satisfacer las necesidades
de la población –pese a la declaración retórica, que dice, que el objetivo de la empresa
moderna es la satisfacción plena del cliente-, pues, el programa de movilización de activos
sigue domeñado por el nivel potencial de ganancia, sino por cuanto: el paro estructural, el
desempleo tecnológico (el desarrollo científico-técnico conduce al hecho en conjunto
–mientras avanza- a la etiología de “sobrecapacitación y subempleo”), el descenso en el poder
adquisitivo y la desconexión de la “economía popular solidaria”, generan “brecha de
demanda”; o, en todo caso: “problemas de realización”. De igual modo como la acumulación
crece y se socava a sí misma, la política económica ingresa en una fase de retroacción
creciente, luego penetra en el limbo.
El capitalista, en la fase de salida, piensa –no obstante- en revitalizarse, en
rejuvenecer; no obstante, por más vitaminas que tome, ejercicio que haga y alimentos
fortificados que consuma, no puede volver atrás la rueda de la historia: no le es dado
recuperar la lozanía (“ni Dios cambia el pasado”, decía Catón); pero, lo intenta. De igual
modo que el anciano que debe llevar una dieta y una vida aconsejables para que sus años de
senilidad transcurran con normalidad hasta encontrarse con su deceso, el capitalismo
sobremadurado debe administrar medidas para atemperar las crisis degenerativas propias de la
vejez, penurias obligadas con las que se encuentra en la ruta de la retirada (dicho sea de modo
necesario, todas estas afirmaciones: ¿son solamente aventuras subjetivas sin piso, del
pensamiento, dado que constituyen un planteamiento filosófico sobre el materialismo de la
economía? ¿Cómo sobreponer su univocidad empírica? Bueno: la conducta refiere a la
manida aplicación de un método especulativo que desarrolla la teoría en el ámbito cerrado en
sí misma; pero toda teoría remite de algún modo a la realidad, el concepto se “construye”: es
el producto del trabajo de la mente real, que se halla en el mundo y por más que ella sea un
reflejo inadecuado, parte tiene de objetividad, sobre todo cuando opera apoltronada sobre
premisas teóricas y de método ya probados; lo anterior quiere decir, que se trata de un
planteamiento básicamente lógico-racional, esto es, pensamiento cuasi alejado de su base
empírica, pero no en el sentido de que se nieguen las leyes históricas objetivas).
En la realidad abierta por el propio movimiento del capital, la forma de reproducción
material sustentada en la estructura productiva del robot, se abre paso entre las distintas
formas de reproducción social que subsisten en el tejido de relaciones configurantes de la
sociedad actual; en ella, la base ontológica de la nueva praxis humana, cada vez más se
multilateraliza en tanto determinación. El trabajo social cristalizado ha devenido en la
formación generacional de este mecanismo; este cuadro simplemente mecánico de la
economía carece –no obstante- de sentido en el proceso de generación de “valor”. En verdad,
los dispositivos en mención, tan sólo son productores de “valores de uso”, tal como procede la
naturaleza, como lo hacía ésta (la humanidad) en la comunidad primitiva, es decir, en la época
en la que se advierte la ausencia del trabajo (productivo) y, sobre todo: de propiedad, esto es,
en el sistema de “reproducción natural” de los individuos que lo integraban. La naturaleza
(primera naturaleza) proveyó al ser humano de los productos para su reproducción cuasi
animal, en las primeras etapas de su vida (“reproducción natural”); en el segundo momento
(reproducción social), el ser humano se autoreproduce materialmente (acción de la “segunda
naturaleza”: la cultura); pero, en un tercer episodio –el cual pronto estará aquí de modo
definitivo- la “tercera naturaleza” provee los bienes y servicios para la reproducción material
y espiritual (“reproducción robótica”: naturaleza y cultura fusionadas en ausencia de
participación del ser humano, como no sea en la etapa de consumo: instalación de la
determinación del “valor de usufructo”) del privilegiado ser humano, que sobreviva a las
presentes generaciones; “tercera naturaleza”, se dice: la “inteligencia artificial”, para el caso
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