Bajar documento - La nueva concepción de la historia

hecho, desde luego, en el sentido de su antropogénesis; esto es, se trata de fenómenos de
hominización muy cercanos en la historia, tanto como lo es la ciencia “positiva”.
La conciencia científica, por tanto, está asociada a la presencia y operación de la base
material de la inteligencia: a los “grandes lóbulos”, al córtex, al neocórtex, virtud que
solamente es de tipo racional y privativa del ser humano, o sea, del ser que detenta en forma
exclusiva, de propiedades antropomórficas y racionales 887 . La inteligencia, en cuanto efecto
de esa capa neuronal ubicada en esa pequeña lámina cromática que recubre el cerebro, que
constituye (junto con el mundo real) la base material de la conciencia siempre una vez que
ésta ha captado este mundo a través de la operación de sus sensores –los órganos de los
sentidos- (mi mundo interior es mi mundo exterior), es privativa del ser humano (la
inteligencia es una lenta e histórica conquista del ser humano, en el interior del ejercicio de la
práctica social del trabajo; con la conciencia, con su establecimiento y desarrollo,
progresivamente aparece el atributo a conocerse como “libre albedrío”, de modo que este
último –la libertad, la posibilidad de elección asociada a la noción psicológica de “tiempo” en
su estado futuro 888 -, no es una cualidad que viene adherida al ser humano de modo
metamaterial: éste lo crea históricamente y con el “saber absoluto” concluye su vigencia y la
necesidad de la inteligencia sea natural, artificial o conjunta; contrario sensu, para ciertas
personas: ¡jamás ocurre esto, pues, en ellos circula la curiosa idea: “quién más sabe, es quién
más preguntas tiene”) 889 . Empero: “Todo empezó cuando un simio llamado ‘Lucy’, se erigió
sobre sus dos extremidades traseras…”.
En una palabra: la inteligencia constituye el resultado del acceso al peldaño supremo
en la escala evolutiva alcanzado por un ser natural dado en el movimiento de la naturaleza: el
ser humano; prodigio ulterior, ausente en los animales superiores. Esta capa se forma en
última instancia en el desarrollo intra uterino. Si bien es cierto que la determinación de la
conciencia se contiene en la antelación programática de la genética (como información
–software, leyes- que se plasma en la formación de la sustancia gris), su ontologización es un
proceso el cual se halla asociado al “tiempo” (movimiento procesal): “tiempo” de desarrollo
del feto. Por principio de evolución, en el ser humano la corteza cerebral es la porción
cualitativa última (strictu sensu: el número de circunvoluciones cerebrales, los lóbulos
frontales y la última capa de la corteza cerebral -neocórtex), que debe formarse en el
887 Otro tanto habrá que decir respecto de la neomitología relacionada con el "hemisferio derecho del cerebro",
sobre la "intuición" o en torno del disparate especulativo de la superioridad de los niños "índigo". Además, hay
que observar la noción troglodita de “´inteligencia´ emocional” (de la existencia de múltiples inteligencias); en
efecto, la “inteligencia” emocional constituye nada mas, que un estadio de máximo desarrollo del cerebro en su
etapa animal, estado que se halla ligado a la prevalencia de sensaciones y estímulos (respuestas) en el
comportamiento; por tanto, cuando se habla de este tipo de “inteligencia” en el ser humano, se está frente a la
apología que retrotrae al ser humano hacia estadios prehumanos (en verdad, el planteamiento de la
“inteligencia emocional” es una antinomia en sí misma, pues, inteligencia es racionalidad mientras que
emoción es intuitividad). En suma: conforme es la clásica definición de “inteligencia”: capacidad de resolución
de problemas al interior del grupo mediada por la conciencia, la inteligencia es una cualidad ontológico-social
exclusiva del ser humano y, además, es una sola: racional (en el sentido de proceso de procesamiento causalpredictivo
de los problemas, presupuesto para la acción).
888 “¿Qué es el tiempo? ¿Es una realidad concreta y fenomenal? ¿Qué produce el tiempo? ¿Produce el
cambio?” (Mann, Thomas. La montaña mágica). Craso error de comprensión. El tiempo (su “paso”) nada
produce en los hechos fácticos, aunque sí lo hace en la percepción, en la conciencia: pone de manifiesto el
registro del movimiento, que se expresa como cambio (sólo para la conciencia existe el tiempo; para los
animales: no, a pesar de que las aves –por ejemplo- se dispongan a dormir cuando la luz del día se va; para una
persona que duerme le da lo mismo que pase media hora o 100 años). La mente fetichísticamente se halla
conformada, mal acostumbrada, para ontologizar (“somatizar”) algunas de sus nociones; por ejemplo: cuando
se rescata a un herido, la urgencia de actuar con premura, lleva a decir: “el tiempo apremia; cada segundo
cuenta”); no se percibe el hecho relativo a que, en la situación, está en juego la velocidad de los procesos en
ruta: el proceso que lleva a la muerte al paciente y los procesos asociados a la intervención de los galenos (su
premura o lentitud), que propenden salvar la vida del mismo: actuar rápido; en sentido cabal, la velocidad
comparada de los dos procesos define el resultado, no la presencia del “tiempo” y de su uso (en este plano,
desgraciadamente se tiene la impresión, de que la mayor parte de la conciencia humana ha estado equivocada;
instalarse en la esfera real de la intersubjetividad es cuestión de hacer, no obstante, esfuerzo y acostumbrarse
–de modificar la operación de la mente-, por ejemplo como cuando en lugar de percibir el camino de la vida con
la idea: “cuatro de la tarde” se lo hace con la referencia: dieciséis horas). En suma: es el movimiento y el
cambio aquello que produce el tiempo.
889 Es obvio, por lo que ya se conoce, que el proceso deviene de la acción “anatómica” de la memoria (el
almacenamiento de datos a través de mecanismos químico-biológicos, en el núcleo de las neuronas corticales);
“fisiológica”: el recuerdo y la asociación entre necesidad-realidad: la producción de la conciencia (la noción
del ser en el pasado, en el presente y en el futuro).
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