Bajar documento - La nueva concepción de la historia

capital en su interior han criticado furiosamente al descanso, a la contemplación, a la pereza, a
la inversión de talentos en el arte, a la desidia por el ahorro y la inversión. Es verdad, que en
la fase, solamente contados individuos estructurantes del poder podían tomarse la libertad de
“malgastar” el “tiempo”, pero esa conducta era medial también de los conciliábulos, del
lobby, en los que se hablaba de negocios. Esta holgazanería “productiva” asociada con un
muy reducido estrato privilegiado de la población, a futuro pasa a socializarse, a ser
patrimonio de toda la humanidad: la vagancia va a ser norma incluso de moral, pues, el
colectivo utilizará mucha vida en el disfrute, por un perentorio momento, de las obras de arte,
de los paseos, del picnic...
Finalmente, a la fecha (2012) se pueden hacer ya evaluaciones en torno de la veracidad
empírica de las hipótesis lógicas prospectivas, que ciertos estudiosos de izquierda y derecha
formularan sobre el devenir global de la historia. La onda tecnológica que se iniciara con la
consigna “copiar y mejorar” nipona (modelo toyotista), continua en todas las esferas
productivas y humanas, con lo cual se cierra la opción de emergencia de la fase de ascenso de
una nueva onda kondratieff (si alguna vez hubo algo parecido); el mentado choque de
civilizaciones occidente-musulmán propuesto por Huntington, no se ha producido; y, la pugna
de EU por imponerse como imperio por la fuerza anunciada por Hart y Negry, tampoco tiene
cabida (el desarrollo desigual al interior de la esfera monopólica del capital conducente a la
creación de una estructura geoeconómica “policéntrica” –los BRICS-, pero sobre todo con la
emergencia de la CELAC, queda cerrada toda posibilidad de formación imperial de la
humanidad). Las crisis europea y estadounidense, al presionar por la aplicación de políticas de
orden neoliberal (desactivación del Estado de Bienestar, recorte de puestos de trabajo,
eliminación de la política social, reducción de la carga tributaria sobre las rentas del gran
capital), aceleran el fin de ese modelo: el choque continua dándose entre acumulación y la
sobrevivencia masiva de la población; la humanidad ingresa en una coyuntura nominada de
varias maneras: revolución ciudadana, socialismo del siglo XXI, keynesianismo
postneoliberal o simplemente transición, como se lo prefiere designar en forma personal a la
coyuntura en curso; esto es, proceso de eliminación de los extremos económico-políticos y de
formación de una sola “función de onda” media: estuario que se dirige raudo hacia el
delineamiento de mosaicos de vida prometeico-espirituales.
Pero: ¡esa postura es monstruosa!
Según el ángulo a partir del que se lo mire. Más anormal es sacrificar impúdicamente a
la inteligencia y a la razón por alcanzar el bienestar lúdico, hedónico, folclórico. Pero, que se
entienda bien: de ningún nodo se propone prematuramente el sacrificio de Afrodita por la
mano de Atenea; en la actualidad se puede avanzar por el camino de la razón aladeando el
capitalismo (ese capitalismo que en esencia está muerto, y que tantos aportes ha dado a la
humanidad como sistema progresivo). La historia registra el hecho de que ciencia y placer no
son prácticas intercambiables: o se siente, o se piensa; o se sobrevive y se vive, o se cavila y
se muere de hambre; al respecto: se dirá que éste, es un pensar extremo. El capitalismo ha
ofrendado a la humanidad el colosal aparataje automatizado de producción, que debe, que va
a ser usado por ésta a futuro: no para conferir rienda suelta a sus sentidos por supuesto (sería
terrible poner a un robot a hacer poesía, puesto que incluso el mundo anda ya atiborrado de
los productos de tanta afición ilusa de este tipo y afines), sino para viajar por las estrellas. La
salida al conflicto está, en que no se debe permitir, que el capitalismo siga haciendo de las
suyas, como tampoco que el “nuevo orden mundial” mate la ciencia y la técnica. Hoy, como
no lo fue antes, es posible que la humanidad siga su curso racional, concluyendo la obra de las
luchas proletarias pasadas, esto es, recluyendo cada vez más, finalmente, al capitalismo en el
estercolero de la historia. Ahora bien, esto no es más, que un planteamiento retórico. La
realidad pondrá las cosas en orden.
El capitalismo a modelado la mente y ha regulado la conducta de toda la especie a
imagen y semejanza de su clase principal: nadie puede abstraerse de la impronta de esta fase,
positiva y negativa a la vez para la historia, en razón de la índole dialéctica de la existencia.
Por ejemplo, ha vuelto noble la “profesión” de la prostitución; esta última conducta, cesará,
luego, si tanto la fidelidad como la monogamia pierden sentido, esto es, si despoja de su
aureola de “valores” necesarios en la esfera económica y sensorial humana presente; lo cual
quiere decir, que la forma clasista de organización de la especie, tendría que pasar a figurar
como supuesto. El sistema en mención ha promovido el desarrollado de las categorías del
pensamiento positivista fetichista; verbi gracia: las de espacio, tiempo, “energía”, como
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