Bajar documento - La nueva concepción de la historia

proletariado su instrumento material, el proletariado halla en la filosofía marxista su
instrumento espiritual” (¿Cambio en la forma de mirar el mundo? No. Renovación en el modo
de representarse, de entender y actuar el y sobre el mundo). Ese encuentro debe darse a través
de una mediación, de una transición: la teoría y práctica leninista. Teoría de la revolución y de
la edificación socialista: percepción objetiva concreta de la fase imperialista del capitalismo;
teoría del partido de la clase obrera; teoría de la estrategia y táctica revolucionarias; teoría de
la dictadura del proletariado y de la forja de la comunidad socialista, y de la revolución
mundial.
Esta teoría es justa, no sólo porque se estructura conforme a principios definidos de
modo “positivo”, cuanto por haber sido modelada según una racionalidad científico-política y
valoración moral (axiológica), sino, a su vez, porque la misma ha registrado favorablemente
la prueba de la realidad (la práctica como criterio de verdad; no obstante, “es porque la teoría
de Marx es ‘verdadera’ por lo que pudo ser aplicada con éxito, y no es porque fue aplicada
con éxito por lo que es verdadera” -Althusser, Louis. Para leer El Capital). La antigua URSS
y su Bloque, Albania, Cuba, China y otras experiencias, fueron procesos que se suscitaron
parcial o totalmente según tal “esquema”. Por su parte, la definición del curso que debía
seguir el proceso –una vez conquistado el poder a cargo de los obreros organizados como
clase política- de conformidad con la actuación consciente y estratégica de la voluntad, remite
a la obra, cuya formulación concreta se corresponde de modo inequívoco con la agudeza
intelectual de los grandes cuadros del proletariado mundial 1431 .
Una vez pragmatizada la entera previsión teórica de la cosmovisión histórico-social
marxista-leninista, en la sociedad de los soviets, alrededor de los años 20 del siglo que ha
decurrido, en torno al curso que debía seguir el nuevo Estado Socialista, prevalecían dos
opciones: 1) la que consideraba, que Rusia debía convertirse en una especie de punta de lanza
para el desate de la revolución mundial (la Revolución Permanente); y, 2) la que planteaba,
que principalmente se debía organizar el socialismo en la ex parcela capitalista conquistada
por el gran proletariado ruso (la “revolución ininterrumpida”) 1432 . La alternativa primera, era
inviable para entonces, y resulta serlo, incluso evaluada a partir de la percepción prevaricante
de los hechos, de ubicación en el presente; en efecto, los Soviets debían renunciar al poder
conquistado mediante la Revolución de Octubre (la maquinaria estatal de una fracción
capitalista) y pasar a la clandestinidad, esperar o azuzar a que se produzca la revolución en los
“Estados Unidos de Europa”, como única garantía para que el socialismo se sostenga en la ex
URSS (esa era la posición de Trotsky, de Zinoviev, de Kamenev y de Bujarín; y, en cierto
modo fue la postura del Che Guevara en otro momento y según una diferente percepción
ideológico-política en Bolivia) o avanzar en la edificación de la sociedad de los
trabajadores 1433 . Dicho sea de paso, si Cuba hubiese seguido al pie de la letra la propuesta
1431
En su desarrollo efectivo, las jornadas ideológico-prácticas de la clase obrera y el socialismo (auténtico y
“real”) en conexión con la regularidad de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia en el interior del
sistema societario burgués, se constituye en componentes definidores del proceso en su doble condición:
estructural y racional, momentos a su vez inscritos en el movimiento irreversible de superación del sistema
burgués de vida de la sociedad; el carácter inductor sobredeterminante de la cadena de hechos que han
conferido inusitado dinamismo al proceso de acumulación de orden capitalista –por su parte-, responde a la
presencia e influjo de la conducta de los obreros organizados con racionalidad político proletaria. El ritmo
espontáneo y cadencioso de la marcha capitalista, en la determinación de los solos designios naturales,
apresuró el paso por la senda de la denominada “compresión del tiempo y del espacio”, proceso producido por
el influjo del escenario político revolucionario, en el que ha flameado la bandera roja con la hoz y el martillo,
como emblema y símbolos de la lucha de los trabajadores por la toma del poder y la transformación social.
1432
“Pero al llegar aquí, surgía en toda su envergadura el problema de las perspectivas, del carácter de nuestro
desarrollo y de nuestra edificación, el problema de la suerte del socialismo en la Unión Soviética. ¿En qué
dirección debía orientarse la edificación económica de la Unión Soviética, en la dirección del socialismo o en
alguna otra dirección? ¿Debía y podía el País Soviético construir una economía socialista, o estaba condenado
a abonar el terreno para otra clase de economía, para una economía capitalista? ¿Era posible, en general,
construir una economía socialista en la URSS, y en caso de que así fuera, era posible construirla cuando la
revolución se demoraba en los países capitalistas y el capitalismo se estabilizaba? ¿Era posible construir una
economía socialista por la senda de la nueva política económica que, al mismo tiempo que fortalecía y
desarrollaba por todos los medios las fuerzas del socialismo dentro del país, daba también por el momento un
cierto incremento del capitalismo? ¿Cómo había que construir una economía nacional de tipo socialista? ¿Por
dónde había que empezar este obra de edificación?” (Historia del PC-B- de la URSS. Moscú 1947, Pág. 348).
1433
Se conviene en admitir, que también Trotsky tenía razón; no obstante, entre dos tesis (en cuanto
conclusiones sostenidas mediante razonamientos) en torno de cómo se debe proceder, una se hizo realidad y,
con su “fracaso”, se transformó en objeto de evaluación negativa, lo cual no puede hacerse con la que no se
pragmatizó, la que adicionalmente cuenta con el beneficio de la duda: el trotskismo quedó “libre de refutación
933