Bajar documento - La nueva concepción de la historia

siglo y milenio, etc. Es por eso que los productores actuales de la esfera estética, que intentan
crear en formas de arte pasadas, poco éxito tienen, en la medida en que convierten en base de
su inspiración marcos sociales, políticos, materiales, que ya no existen, pero los cuales
impulsaron el arte de su época; en realidad, aquellos entornos reales que han transcurrido,
fueron su inspiración. Es verdad, que cuando se llega a comprender o a realizar un
acercamiento a producciones estéticas de otros tiempos, también en el presente hay personas
que se identifican con ellos y los disfrutan; pero, su producción como antaño, no es posible.
Lo expuesto, pese a que si se ha producido arte, paradójicamente, para otros momentos (no
simplemente para otros gustos, sino para fases que se corresponden con la mentalidad que
tendrán generaciones futuras, mucho más maduras, objetivas, de superior formación
espiritual, conciencial y actitudinal), como es el caso del propio Beethoven 644 .
Toda acción racional se halla precedida de fundamento y justificación enteramente
pertinentes; caso contrario: no se trataría de acto de la lógica, no tendría sentido (todo
movimiento repentino, dígase sobre él inapropiadamente denominado: acto intuitivo, tiene
justificación implícita, en tanto es reacción o responde a un fin inadvertido, prefijado). Se ha
sostenido en el curso de estas divagaciones, que la vida madura de una inteligencia, se
justifica “sufrirla” (en las formas clasistas humanas, en la condición de clase dominada), si la
misma discurre incursa en dos o en uno de los dos entretenimientos: 1) el político; y, 2) el
intelectual (naturalmente, para el sensualismo, esta aseveración es una aberración de la
mente). Es obvio, que en la preparación de las determinaciones para realizar uno y otro fin, el
resto de procesos y funciones –vitales- en el ser humano, entran necesariamente de forma
subordinada (pero a las mismas, ciertas mentes, les han vuelto un fin en sí): comer, vestirse,
guarnecerse, atender la salud (las llamadas necesidades primarias), socializar, aprender, darse
una que otra satisfacción placentera e incluso obscena (las llamadas necesidades espirituales;
el pecado mortal, no obstante, aparece cuando todas ellas se inscriben en el marco de la
dimensión innecesaria, excedentaria, suntuaria); en la “empresa”, por ejemplo: para contar
con la corporeidad, con el fundamento ontológico, con el cual disponer de la organicidad para
poder cumplir su rol externo (la demanda del mercado) subordinado a su razón interna
(retorno a los accionistas), debe estructurarse, planear, ocuparse del “recurso humano”, etc.
Para un ser y una “sociedad” madura, sólo en los arriba citados entretenimientos (político y
científico) alcanza sentido serio y racional la existencia: su razón superior. En efecto, la
persona que realiza estas anotaciones, a medida que las va plasmando, ha apercibido de modo
cada vez más consistente, que la existencia humana discurre de esa manera, es de ese modo,
tiene que ser así, debe hacérsela así; forma que se modela por la racionalidad y la voluntad,
condiciones éstas que se consolidan y devienen en su carácter funcional, con la evolución
(humana) y la maduración psicológica, ideológica (individual).
Ahora bien, de hoy en adelante, en la esfera de la mente se ubica todo reto para el ser
humano, toda necesidad, toda proeza, ambición y propósito. Dimensión cognitiva –por otra
parte-, que ya no va a merecer teorización alguna, pues, ella deviene sola, diluida, como en la
“comunidad primitiva”, en el marco de la neocotidianidad supramoderna de la humanidad que
se avecina; en el seno de dicha panorámica, sólo en el capitalismo (y en toda formación
mercantil en general) se presenta urgente la discusión en materia de socialización, esto es, en
el ámbito educativo, puesto que a la clase le interesa formar la herramienta humana de
acumulación, para que opere con excelencia en máximo sometimiento activo; empero,
superada esta etapa de nexos humanos, conocimiento y tecnología educativa, pierden
sentido. Como es evidente, estas conclusiones, estas proposiciones, constituyen –por otra
parte- el producto de un sincero y, quizá: valiente y severo esfuerzo de la mente que las
propone; en realidad, son el resultado –obviamente: parcial, inacabado, inicial, aproximado-
de pretender articular la mediana fruición sobre varios campos del saber inscritos en múltiples
disciplinas cognitivas, y no menos: del impulso por alcanzar el todo, éste sí: como acto
repentino derivado de una posición anímica intuitiva de la inteligencia en su parcialidad,
individualidad y limitabilidad. Móvil y preocupación, que buscan la trascendentalidad, la
absolutabilidad (el jugar a ser Dios aquí y con los recursos nocionales limitados con los que se
cuenta: soñar despierto, esquizofrenia: yo puedo ser inmortal y lo soy en mi sueño, puedo
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Las obras de arte pasadas gozan de sentido en el presente, en virtud de que ellas hacen referencia a los
contenidos generales, suprahistóricos de la vida humana, tanto situacionales como sensoriales gustativos –la
estructura de los sentidos-: el apareamiento y su ritualidad precursora, los actos de la alimentación, el sueño, el
descanso, la recreación, el entorno ecológico, etc.).
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