Bajar documento - La nueva concepción de la historia

a través de los cuales progresivamente se impone la nueva “era” (cambios, también y sobre
todo, dados por el febril movimiento de la conciencia, del pensamiento, de la inteligencia, en
la medida en que la especie se halla coyunturalmente, mas bien, instalada en la “sociedad
estratégica”: la necesidad exhibida en la esfera de los negocios ha puesto a pensar a todo el
mundo con excelencia, de manera creativa, corporativa, innovadora, pero con “maña”, de
forma situacional, estratégica, prospectiva y competitiva; en el trato en el mercado, empero,
siempre alguien sale perjudicado, y como corolario: a menudo se generan desafectos). Pero la
humanidad debe alcanzar su madurez plena, en su ciclo, en la tierra. La vejez representa la
etapa de máximo desarrollo (de acción total de los “radicales libres”): de experiencia, de
conocimiento (de sabiduría o de experticia), escala conceptual superior hasta un momento en
el que el cerebro aún no acusa degradación orgánica sustantiva (este hecho comienza –para
ciertos casos individuales y a inicios del proceso- con la cibernetización de las faenas
inherentes al pensamiento; no obstante, es ese mismo factor el que reanima la conciencia y la
impulsa innúmeras yardas adelante a través de la neurobiocibernética); en la humanidad: este
fenómeno se análoga con un estado de progreso intelectual al límite, en el que el desarrollo
científico-técnico dotado de autodesignación, es su concreción (progreso técnico que es
evidente, que es el resultado directo -en la última etapa clasista de progresión humana- de la
lucha de clases a escala planetaria: contradicción intraclasista burgués-burgués en el mercado
nacional y mundial de oferta y de demanda, burgués-obrero en el interior de la empresa,
capitalismo-socialismo entre EU y Cuba).
Este proceso (el expuesto inmediatamente arriba) no puede ser sometido al solo
imperio de la voluntad ni darse en cualquier momento del movimiento humano: por ejemplo
en la niñez (las formas comunitarias), en la pubertad (las formas transicionales), en la
juventud (la forma “valorización” del trabajo) e, incluso: en la madurez (la forma socialista),
esto es, por parte de la praxis de generaciones cuyas circunstancias de racionalización (de
desarrollo de las "fuerzas productivas" científicas) no se encuentren en un estado lo
suficientemente avanzadas como para que actúen como supuestos posibilitantes del acceso,
incluso a una mal llamada "complejidad existencial" de la realidad 1060 . En efecto, por
ejemplo, el exigir un cambio masivo de conducta a la humanidad de manera que pase del
simple circo, del cuento, de la realización de la mayor parte de la vida en las faenas del placer
a la vida madura (la llamada “autorrealización”), es una petición desprovista completamente
de sentido; es adelantarse, “pedir peras al olmo”: la humanidad debe continuar haciendo lo
que hasta ahora ha hecho por algún tiempo más –pues, en su conducta operan, como se
conoce, leyes-, dígase: en el transcurso de unas dos generaciones; esto es, un noventa por
ciento: dedicada a la reproducción rutinaria y básica de la vida (las prácticas religiosas no se
desentienden de esta estructura de existencia), un cinco por ciento: entretenida en la
dominación planetaria y seccional del género, y el restante porcentaje dedicada a la ciencia y
a la política.
La primacía de la concepción objetiva sobre el orden de la existencia que adviene, no
puede borrar la esfera afectiva del ser humano –ni siquiera el Eros, el homo ludens- (bien se
ve, que una vez conocida la esencia, sólo queda campo para la emotividad; pero,
paradójicamente, esta última se niega cuando la anterior se enseñorea), aunque sí lo haga
respecto de la “intuición”. ¿Acaso para el viejo sus sueños no constituyen sus recuerdos? La
edad senil: ¿no es propicia tanto para soñar las vivencias idas, como para recordarlas (soñar
despierto)? Para el joven, sus sueños son su realización, su futuro, el curso de la vida que
viene (la dimensión vivida por el viejo, en un momento de singularidad generacional); para el
anciano: ¡no! Para la humanidad madura apropiada multilateralmente del planeta, la
preocupación consiste en confirmar la conclusión de un ciclo (clasista burgués en la
1060
¿Complejidad/constructivismo o concreción/coadyuvancia? Obviamente, la segunda pareja categorial. En
la fenomenología reside la base material de la noción de “complejidad”. En efecto, es en esta dimensión en la
que la totalidad se expresa como complejidad; en la esencia, en cambio, la totalidad se comprime como
singularidad, se encañona en la pendiente –en el símil- de un agujero negro. Por su parte, el análisis esencial
sintético, centra el proceso de reflexión y captación de la realidad, en la determinación concreta de su
contenido. Para poder formular la idea de la totalidad, no es posible asumir el criterio metodológico de la
complejidad, sino centrarse totalmente en la noción de abstracción que va hacia la esencia, pues, da cuenta de
la totalidad compleja, mientras que el presupuesto de la complejidad es una simple divagación sin sentido. En
frases sencillas: “…quién conoce demasiados detalles no puede ver la totalidad… la suma de los detalles no da
nunca la totalidad” (José de Jesús Martínez: Mi General Torrijos), “… no puede advertir la esencia…”, diría
Burawoy.
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