Bajar documento - La nueva concepción de la historia

(lo cual es tan sólo un decir, puesto que posiblemente se descubran métodos alternativos a
estos desplazamientos, que permitan probar la verdad) o en la sola especulación 1656 .
La humanidad se halla entretenida en esta red de avatares, por el momento. No
obstante, todos sus integrantes tienen la mira puesta en el proceso de reproducción material de
la existencia: como maldición (muy a pesar de los devaneos intelectualoides de
indeterministas y de los muy modernos izquierdistas Light, que sostienen que la economía:
sus leyes y categorías, no sirven ya para dar cuenta intelectiva del bullir humano actual), la
vida se determina por la regencia de la esfera de la praxis productiva-material, incluso por
sobre la índole del nivel de automatización alcanzado, pues, esta “base material” es condición
para que fluya y concluya el proceso de integración global de la conciencia. Esta sociedad,
que según unos dicen: la construyen, ¿es tributaria del amor o de la razón? En la historia, lo
primero es el amor, el sentimiento (el alcohol, el tabaco –la pipa de la paz-, el deseo); luego se
instala una etapa de balance entre estas facetas y una cierta interpenetración de los dos
órdenes de conciencia y proceder, en equilibrio (eso está pasando hoy); finalmente, se impone
la razón (la conciencia plena, frugal, seria, deja atrás la candidez). El llamado “relativismo
cultural”, no hace intervenir las categorías –citadas en líneas precedente- en sus análisis; de
hacerlo, habría descubierto, que un “pueblo”, una “etnia”, una “nacionalidad”, una “cultura”,
una “civilización”, un “subconjunto humano” geográficamente situado, combina de modo
particular sensación y razón, de acuerdo a su grado de evolución; pues, las llamadas
“culturas”, son, en realidad –y sin mucha parafernalia seudo rigurosa- el modo cómo la
inteligencia se ha acomodado en la diversidad de condiciones del mundo, para perennizarse
(es obvio, que luego el ser humano, gracias al conocimiento y a la técnica, se auto manumite
de sus ataduras naturales y pasa del acto de simple búsqueda de permanencia como móvil de
su existencia, al control racional de su ser y de su entorno, en ejercicio del desarrollo pleno de
su mejor propiedad: la inteligencia). Las diferentes formas de administrar la vida
(naturalmente, fuera de la sujeción económica: la sobrevivencia material), son –de este modo-
pasatiempos para la inteligencia que imagina y plasma dicho diseño en el escenario
inmediato, en el corto plazo y en aspiraciones epicúreas, pueriles; pero, en medio de esta
llamada “diversidad”, pasa subrepticiamente el objetivo único, exclusivo, de la conciencia:
¡ponerse frente a frente de la realidad, y abarcarla!
Si se mira bien el carácter evolutivo de la humanidad, se advierte cómo a toda nueva
forma de composición de sus nexos, le precede una modificación sustantiva habida en el
aspecto material de su reproducción. Esta determinación, esta ley, la que ha imperado como
regularidad en el pasado, rige también sobre los cambios cualitativos que se vienen. La
modificación de la forma de organización humana, no es posible sin robotización, esto es, si
el género todavía no cuenta con el “medio” que sostenga su etapa senil, o de sabiduría, del
conocimiento o de la espiritualidad; exactamente como ocurre en un individuo, el cual no
puede acogerse al descanso cuando viejo (seguir haciendo esfuerzo o litigando), si no ha
procreado los seres, que deben asistirlo (los hijos, el robot; en realidad, el hijo: el
descendiente de la humanidad, es el robot). Por eso, la desmercantilización de la economía
(el trueque artesanal, que se está produciendo de modo unilateral y abstracto en las fronteras
de ciertas neocolonias), sin que se haya completado y generalizado el proceso de
automatización productiva, es una real vuelta atrás en la historia. No se olvide, que incluso en
la ex URSS de Stalin, de la última etapa de su vida, cuando el octogenario líder advirtiera
cernirse el peligro de retorno de la Gran Patria Socialista hacia el capitalismo craso y puro, las
dos medidas que planteara para frenarlo: profundizar en la colectivización y reducir el
intercambio mercantil y, con ello: la circulación monetaria, no fue posible ponerlas en
vigencia (bueno, pero eso se suscitó, cuando el capitalismo se recuperaba, era fuerte,
conquistaba todavía el mundo).
¿Por qué ocurrió aquello? Debido a que las condiciones materiales (automatización)
que le sirven de base y de factibilidad a la nueva formación humana (suprasocialista), estaban
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“Entrelazamiento cuántico”: dos partículas separadas, no importa la distancia, reaccionan al instante
igual. Esta no es la solución para el problema de los viajes espaciales, puesto que de todos modos una partícula
debe desplazarse por el Cosmos y la velocidad es el límite infranqueable. En la superación de las distancias
entre un punto lejano y otro del Universo, la velocidad no es la vía (por la distancia misma y por cuanto la
velocidad está acotada por la de la luz); para franquear este óbice, se debe encontrar otra vía, que no es la
velocidad, mucho peor la llamada “teletransportación”, o sea, la desmaterialización/materialización
(equívocamente se cree que si en lugar de desplazar el cuerpo entero se lo hace por partículas, éstas van a
superar las distancias astronómicas del Cosmos de modo más eficiente que aquel: lo pequeño sí, lo grande no).
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