Bajar documento - La nueva concepción de la historia

acontece también para el caso de la aglomeración del trabajo en la esfera de la circulación y
distribución de las mercancías-, no deviene de este trabajo objetivado en su determinación
mercantil, sino de la cuota de plusvalía generada por los obreros productivos y asignada por el
poder real del capital, para retribuir el esfuerzo coadjutor efectuado por parte de la capa de los
científicos y los diseñadores técnicos, en verdad, de esta forma nueva, particular –de la
plusvalía en general-, de ganancia: la de procedencia de las realizaciones científicotécnicas)
747 . Ahora bien, no es el mercado, como en la forma de producción mercantil simple,
el que gobierna la vida de la “sociedad” (la fase burguesa de reproducción del género), sino la
“ley del valor”: asignación “proporcional” del trabajo entre los diferentes sectores y ramas de
actividad, precio de reproducción, trabajo necesario y trabajo excedente, nivel de
acumulación, orden global de la reproducción humana, lucha por la renovación de la historia.
En efecto, sólo el trabajo vivo productor de bienes acrecienta en su mayor porcentaje,
en el ejercicio contable, la renta social, valor agregado auténtico, con el cual se procede a
remunerar al trabajo plasmado en la esfera de los servicios (los servicios, en rigor, comportan
el trabajo directo del ser humano, en razón a que el mismo no asume la índole de bien); en
tanto que productor de valor (en el sentido marxista del término), el primer tipo de trabajo
detenta el carácter de sostén del resto de actividades, en su posición históricamente
privilegiada, puesto que necesarias para la reproducción del sistema. Adam Smith –según
Marx- igualó los tipos de trabajo: manufacturero, comercial, agrícola, esto es, trabajo en
general; en la actualidad el proceso se vuelve cicatero: solamente una forma específica de
trabajo, el trabajo intelectual, en el interior de una sola forma determinada de sociedad (sin
embargo, en la actualidad, en la era que la llaman: de la “hipermodernidad”-globalización, un
“solo tipo de economía en el mundo”- incluso marxistas se hallan tentados a incluir a la
simple “actividad” no generadora de valor, como un tipo determinado de trabajo: el trabajo
técnico-intelectual de la gestión, volviendo a caer en la concepción subjetiva de la “labor
creadora de riqueza”). La afirmación anotada, por tanto, es justa, en la medida en que “todos
los ingresos de la sociedad capitalista –a excepción de los salarios, según la concepción
marxista- pertenecen a la plusvalía”; mientras que el alto componente fijo de las inversiones
correspondiente con la permanente aplicación de decisiones de innovación técnica (formación
de capital constante que, como se sabe, no es portadora de la cualidad inherente a la
generación de valor, pues, el valor coagulado simplemente es transferido –de modo contable
de acuerdo con el concepto de “depreciación”- íntegramente al costo del producto), eleva cada
vez más la explotación del trabajo, al incrementar su productividad 748 .
En una palabra, la fase burguesa de constitución de la vida del género ha venido a ser
un jalón de vital importancia en el necesario proceso de “hominización” (la “dialéctica”: el ser
humano ha impuesto al cerebro un “método del pensar y una doctrina sobre el desarrollo del
mundo: la ciencia de sus leyes generales”, pues, se trata del período de conformación de las
condiciones materiales capaces de fundar en ellas el cumplimiento de una finalidad
trascendente, cosmológica, asociada ni más ni menos que con el proceso de representación
intelectiva del modo de ser universal de la realidad: la práctica transformadora revolucionaria
del mundo –en ese sentido, el ser humano perfecciona la obra de la naturaleza). La nueva
747 Sobre el trabajo que se produce en la esfera de la ciencia y la técnica (o aquel que los desarrolla), así como
el productor de otro tipo de servicios (como el del médico, del maestro…, autónomos), no generan valor alguno
y se nutren, para su reproducción, de parte de la plusvalía producida por el trabajo que crea valor: el físico,
productivo, del obrero; la cuestión reside en descubrir el "misterio" relacionado con la utilidad (noción
refigurada, de ningún modo en el sentido económico empresarial) que le es inmanente al trabajo improductivo
(el que no produce valor, puesto que carece de vínculo alguno con el capital), y las actividades científicas y
técnicas simplemente tienen por virtud mejorar las condiciones que incrementan la productividad del trabajo
físico-productivo (su explotación), generador de nueva riqueza. En relación a la discusión sobre la utilidad o no
del trabajo improductivo, al margen de la esfera de la producción de valor un trabajo históricamente puede ser
útil -para mantener la estructura de dominación en las sociedades clasistas como, por ejemplo, en la capitalista,
esto es, las actividades superestructurales-, sin embargo, no generar valor: al contrario, consumirlo
parasitariamente.
748 El dinero en manos del trabajador industrial –en general, en los modos de producción clasistas y sólo en
ellos- representa el reconocimiento en “metálico” por parte del burgués, de parte del “valor” generado por su
trabajo (este signo substituto de la real mercancía-dinero, simboliza trabajo y su poder de compra propio: su
“precio natural, su centro de gravedad”, antes de la incidencia en él, de las leyes del marcado); para el burgués
es la representación de la cuota de plusvalía (utilidad, renta, interés), o sea, valor representado, realizable para
la reproducción capitalista (consumo, inversión, atesoramiento suntuario, gastos de la superestructura) y, para
la clase obrera: su reproducción en tanto tal.
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