Bajar documento - La nueva concepción de la historia

función: opera como “reserva de valor”, en la mira de autoproveerse de seguridad, en la
perspectiva de ser fuente de prestigio o recurso de dominación. También aquí el sistema se
torna deleznable. El capitalismo ha pretendido eso y mucho más; en efecto, este sistema
mafioso, reductor permanente de empleo ha convertido a la “prostitución”, por ejemplo, en
una “profesión” noble, la ha elevado al nivel de las profesiones liberales clásicas (las personas
de cualquier modo tienen que vivir); la indiferenciación de la prostitución como esfera del
“trabajo” (a fin de cuentas, esta actividad no entra en conflicto con la esencia del proceso de
reproducción ampliada capitalista), anuncia –dicho sea de paso- el tránsito de la sociedad a la
comunidad sexual, a una nueva fase histórica humana (esta modificación de semblante en la
conducta “reproductiva” tanto vegetativa como económica y, sobre todo: en la de disfrute,
marcha con cierto ritmo en el 2008 en las sociedades neocoloniales –claro, a las llamadas
“democracias maduras”, este hecho le es añejo-: los swingers, esto es, el sexo recreativo,
constituye su canal expedito 1679 ).
Con la ausencia cada vez creciente de la categoría “valor” en la realidad, se distorsiona
la forma capitalista de vida; en primer lugar, la tasa de ganancia vertiginosamente ha
descendido, el mercado se ha saturado, se hacen presentes mayores dificultades en la
realización de la mercancía (la transformación de la plusvalía real en monetaria), la técnica se
ha concentrado y desacelerado en su desarrollo por designio paradójicamente de la voluntad,
se acicatea la crisis de la microempresa, del medioambiente, de la sobrevivencia y la
población se subleva: va tras la riqueza acumulada en los sistemas cibernéticos de
“producción”, que lo pueden “todo”, pero que continúan en su status concentrado de
propiedad privada, lo cual los convierte en detestables eunucos. Si bien la operación de las
propias leyes del capitalismo le ha llevado a este punto, el proletariado y el socialismo han
tenido una participación vital en este desenlace 1680 . Esta sociedad conforma una fase
transitiva, que ha superado el nivel político del conflicto, no obstante, éste continúa por otros
medios: en la arena de la guerra generalizada (guerra espontánea de guerrillas, proceso similar
a lo ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial en la ex URSS: la resistencia subversiva a la
invasión): los putsh mundiales por conferir carácter social a la “producción” maquinizada.
1679
Huelga inquirirse aquí: ¿en qué momento de la humanidad se procedió a pecaminizar, necrotizar,
putrefactinizar, ilegitimizar socio-moralmente y a ocultar, sobre todo el cuerpo de la mujer y el sexo –como
actividad-, incluyendo –estos aspectos natural-animales- en el ámbito delincuencial? Es obvio, que la fuente del
atavismo, debe hallarse emparentada con las necesidades y designios de la reproducción estructural de la
“sociedad” clasista –la primera de ellas: el esclavismo- y su clase fundamental –sesgo exacerbado por el
antifeminismo clerical y el hipócrita celibato, devenido en las más putrefactas conductas pedófilas-, esto es, en
el instante en que la propiedad privada deviene en ley de estructuración nuclear de las “comunidades”
diferenciadas: la familia, como institución económica básica. Esta modalidad institucional ínter sanguínea,
requiere de autarquía y conectividad, imperturbabilidad y proyección, lo cual llevó a regular de manera
coercitiva la irresistible necesidad de satisfacción sexual y reproducción de modo que su realización no sea un
instrumento anómico de desinstitucionalización del complejo de reproducción del poder, recluyendo esa
satisfacción a la familia, a la norma positiva refrendada por la norma moral, consecuentemente conductas
prohibidas y penalizadas fuera de esos cánones. También aquí opera sutilmente el principio programado de
“selección social”: el entorno humano (grupal, clasista, de cada época, lugar): individuos pertenecientes a un
grupo actúan –en su interior- de acuerdo a reglas, cuyo cumpliendo es de conveniencia estructural, garantizan
su permanencia, el resto son objeto de rechazo y de cárcel. Pero ahora: todo esto está desmontándose, para
bien libérrimo de desenvolvimiento humano transparente.
1680
La tendencia de la tasa de ganancia a caer a medida que al capitalismo se desarrolla es la fuente de la crisis
(la oferta crece, los precios bajan; cuando las nuevas inversiones ya no generan ganancia, éstas se frenan), ésta
constituye la base real de la acción revolucionaria (aspecto objetivo determinante de los procesos sociales, cuya
captación conforma el fundamento científico de los mismos: “…salario, renta del suelo, ganancia, interés,
constituyen las fuentes de rentas de las tres clases, o sean, los terratenientes, los capitalistas, los obreros
asalariados, tenemos como final de todo a la lucha de clases -en la relación entre el trabajo y el capital se viola
la ley del cambio de equivalentes-, a donde viene a desembocar todo el movimiento y que nos da la clave para
acabar con esta basura…”). La crisis capitalista por sí sola se resuelve de modo reaccionario (aunque
históricamente la estructura burguesa de vida esté sentenciada como efecto de la operación de las leyes de su
movimiento, en particular, en su proceso de evolución en espiral; pero, por debilitado que esté, un sistema
económico por sí solo no se viene abajo, hay que derribarlo), no obstante, su rumbo revolucionario depende de
la correlación de fuerzas, de la lucha de clases (si no habría crisis no hubiera razón para la lucha de clases;
estas crisis tienen determinación interna, fuera de la voluntad. Esta la limitación esencial del pensamiento
gramsciano –esta conjetura sostiene, que es la voluntad subjetiva, la praxis humana, el verdadero motor de la
historia, que la revolución es posible realizarla en cualquier momento-: un capitalismo sin crisis –sin
contradicciones en la base de su reproducción- jamás puede ser un medio de la voluntad para su
transformación, si para todo mundo todo estuviese bien). En efecto, como sostiene Bolívar Echeverría: “… el
descontento de los pueblos podía ser una situación eventualmente transformadora de la realidad social”.
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