Bajar documento - La nueva concepción de la historia

evento de lanzamiento de los dados que “acierta”, concluya o sólo sea para crear un escenario
en el que las máquinas (la I. A.: “raza de máquinas capaces de sentir”) producidas por el ser
humano conspiren para eliminarlo y que este combate, esta defensa, sea la forma superior de
la mente en su más alto grado de desarrollo (las máquinas ponen de modo coercitivo al ser
humano a su servicio; dicha especulación es imposible, dado que el reemplazo de los
capitalistas por máquinas pensantes que se vuelven en contra del género, es, en realidad,
deficiente neoficción). La conciencia artificial, por tanto, coordinará a la conciencia natural al
final de su tiempo (es decir, esta última seguirá vigente por interpuesta persona) 1041 . No
obstante, si la idea teológica es una creación humana, ésta decesará en su representación
cuando la misma –de manera individual o en colectivo- pierda realidad en el cerebro y en la
documentación.
Por prejuicios debidamente fundados, recién en noviembre del 2008 se decidió ver la
película: “Yo, robot” (Karel Capek), puesto que el citado film se pensaba que podía tratarse de
otro ejemplar más, típico de la basura conspirativa, narcisista, propagandística, mercatilística
cinematográfica yanqui. Al hacerlo, fue sorprendente, en lo personal, advertir cómo muchas
de las especulaciones futuristas que allí se plantean, habían sido producidas por la mente de la
persona que escribe estas líneas (este “descubrimiento” –su paralelismo- puso en revisión el
criterio asumido como principio metodológico de reflexión parcialmente aplicado en el
presente trabajo, el cual consistía en recurrir lo menos posible a la percepción ajena, al menos
sobre las materias de este tipo tratadas, de modo de poder otorgar más importancia a la
producción intelectual personal). La película referida, según juicio propio, es una maravillosa
obra de ciencia ficción (allí se ve a los robots en una mega ciudad estadounidense cual
esclavos caminando en medio de patricios y plebeyos, en la Grecia clásica), pero que
desgraciadamente magnifica y traslada (como suele hacerse por compromiso de clase o por
cuanto la mente se halla atrapada por la determinación de las circunstancias presentes) a la era
en la que reina plenamente la robótica y la inteligencia artificial: los vicios y las
contradicciones humanas inmanentes a la sociedad burguesa: su estructura social (es decir, de
hechos que no van a producirse a futuro y en esa nueva forma “social”, puesto que el mal
entre los seres humanos es la resultante del fenómeno de asimetría en las relaciones sociales,
en el interior de las cuales se produce la lucha por la vida de grandes masa en condiciones
materiales limitadas, adversas; por el contrario: en una situación de necesidades satisfechas
holgadamente, no se hacen presentes las preocupaciones o las rivalidades) 1042 .
El mensaje personal captado sobre el film en cuestión, advierte que allí se entrega un
adelanto de escenificación del mundo –de modo formal especialmente- que está próximo, los
problemas humanos (de clase) que son trasladados mediante programación al comportamiento
de los robots, y la pérdida de funcionalidad y sentido por parte del robot “único”, para el que
una vez agotado su papel se ve bloqueado: “ahora que he cumplido mi propósito, no sé qué
hacer” (la sugerencia que viene del “software” humano, es que busque la libertad: del
sometimiento a la “lógica” –la idea de libertad, esto es, aquella que se genera solamente en el
interior de las sociedades clasistas, como aspiración del sometido y como pantalla de quien
domina). Sobre el punto citado en segundo lugar: por iniciativa científica iluminada (el
criterio de élites, de individualidades, de héroes, sigue dominado por la concepción sobre la
resolución de problemas humanos), la técnica se transforma en vehículo del orden y seguridad
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No es sorprendente ya, el suponer que el ser humano producirá en laboratorio su cerebro (las computadoras
cuánticas era imposible pensarlas a principios de los años 90 del siglo pasado, sin embargo hoy –2008- se dice
que son una realidad). Las máquinas: ¿pueden llegar a pensar? Así es. Los programas son constitutivos del
pensamiento, puesto que éste es también un algoritmo. Un robot de tercera generación no solamente podrá
simular procesos físicos, sino también los psicológicos; un robot de cuarta generación escribirá poesías. Si un
robot piensa, normal es presuponer, que puede actuar mal y en contra del ser humano (sobre todo si la mente
está imbuida de la experiencia de la vida capitalista que, por esencia, vuelve malo todo lo que toca); no
obstante, este “comportamiento” se presentará si existe un daño interno a la estructura del robot pensante;
pero, el peligro mayor proviene del sistema burgués, de sus ilusos individuos, pues, ellos pueden someter la
programación a fines criminógenos; en ese caso, deben promulgarse leyes corporativas, que permitan el control
de unas compañías por otras, de aquellas que programen mal a las máquinas (H. Moravce).
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La bondad y la maldad no tienen su origen en la contradicción y lucha entre Dios y el Demonio, como es
usual decir: al “principio de los tiempos”, por parte de las ideologías religiosas; bien y mal aparecen como
móvil en el interior del proceso de pugna por la sobrevivencia en el seno de “sociedades” clasistas; los dos
tipos de conductas deben anularse en conjunto (Dios y el Diablo) con el ingreso de la humanidad en el sistema
automatizado postclasista de economía: la escasez desaparece (el financiamiento de la vida está garantizado de
la cuna a la tumba) y con la neurogenética lo hacen las patologías psicológicas, posibles gérmenes del mal.
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