Bajar documento - La nueva concepción de la historia

En el decurso de la praxis del momento –en cambio-, el flujo de la totalidad social
planetaria deriva de la incidencia de la operación del principal aspecto en movimiento: el
ejercicio regresivo de la “perecuación”; en sentido inmanente, el escenario fija el proceso de
interpenetración y acción recíproca de la tendencia hacia la acumulación del capital en su
carácter de regularidad abstracta del desplazamiento del moderno sistema burgués de
mercado, frente a la contrarestante retrotendencia puesta por el proceso integral del fluir
humano. En efecto, las primigenias y estructurantes leyes de la dinamia del capital cuanto la
sobrecarga “energética” exógena generada en la actuación consciente estabilizadora del
status, viene a ser una combinatoria, que ha perdido eficacia para sostener la misión
reproductora nomopólica y la replicación de la estructura como tal. En concreto, pese a que el
sistema opera con estas leyes, las mismas ya no son suficientes para sostenerlo e impulsarlo.
Esta, se trata de una inferencia lógica, que indica que el sistema no se amplía como antaño,
sino que se mantiene en el declive de su descenso: de reproducción regresiva; esto acontece
muy a pesar de que persistan ciertos intentos por aprovecharse de ámbitos periféricos al
capitalismo (las zonas del ex Bloque Oriental y las no occidentalizadas del todo) aún no
cooptados en la funcionalidad de sus intereses. Esta expansión socioterritorial, no goza de
finalidad reproductora; ella constituye –mas bien- mecanismo de reducción de la extrema
pobreza y de represión de la marejada insurreccional existentes en áreas neocoloniales, hecho
que se concreta en inversiones en procesos tercerizados, maquiladoras y “zonas francas” 1603 .
“No todo lo que brilla es Soros”. En la apreciación reiterativa, puramente especulativa,
en torno de la estructura y eficacia del subconjunto humano estadounidense, dicha realidad
constituye tan sólo perversa ficción. En efecto, las transformaciones que dieron inicio en 1917
y que concluyeron en 1989, influyeron sobre todas las ideologías del mundo; su acción
prístina duró hasta 1956, momento éste, en el que tuvo inicio una nueva disputa Este-Oeste en
el Globo (la segunda “Pos Guerra Fría”), fecha en la que –por supuesto- los opuestos
empiezan a anularse en conjunto; “… de modo que –viene bien traer de nuevo a colación- la
victoria de la cual se cree es beneficiaria la economía neoclásica y el capitalismo, como
consecuencia de los hechos: 1989-93, es equívoca…”; dichos episodios, mas bien, han
aperturado la etapa de “transición”, en la que “… la ciencia y la técnica progresivamente
derrocan los sistemas sociales, que ya no son escenario de progreso material humano…” en
coherencia con el efecto coadyuvante proveniente del ejercicio de la política del movimiento
político-social progresista. Este polo hegemónico –EU-, se ve enfrentado a condiciones
desfavorablemente extremas para reproducir su establecimiento; los elementos que le son
adversos se condensan tanto en su “entorno externo” como en su “medio interno”; dichos
factores, por ahora, se interpenetran y se potencializan. Los indicadores estructurales más
conspicuos, insistentemente se ha dicho, comprehenden: reducción de su producto “nacional”,
caída de las exportaciones (balanza comercial deficitaria), elevada deuda externa, abultado
déficit fiscal (este indicador estructural está por estallar en el 2011: el gobierno de Obama
posiblemente declare la “suspensión de pagos” de su deuda), presión y desvalorización laboral
endógena, demanda permanente de inversión en investigación y desarrollo tecnológico y de
recursos naturales para reactivar la producción (la necesidad de guerrear propia de todo
1603
Cuando la sociedad burguesa (la clase) promulga como principio sine qua nom de su vida a la
“competencia” (la “calidad total”, al “cero defectos”, a la “perfección”), precisamente ésta ha llegado a su
límite y al inicio de su desintegración como forma orgánica estructurada. La competencia llevada a su extremo
(la “competitividad” artificiosa, interesadamente magnificada como medio y fin de la existencia, en su
despliegue abstracto: en los negocios, en el deporte, en la ciencia…), es el supuesto inmediato de la “reversión”
(Baudrillard): la sociedad del trabajo ha cesado, se inicia la época de las máquinas, se presiente que una
“nueva era” se instituye, en el trasfondo de los estertores de la crisis ambiental, de las catástrofes telúricas, de
la modificación en el eje de la tierra, de la glaciación (la “corriente conductora del Atlántico”: si se rompe la
faja conductora activa –si se desactiva-, da inicio al período glacial, el “culpable” será no el capitalismo y su
clase sino –se dice- el hielo derretido del Artico, como efecto del denominado “calentamiento global” –o que el
“transportador termo-salino” no se destruya) o del calentamiento; en suma: en la esotérica y sofística alegoría
con la que se cubre el desate final de las crisis capitalistas, de la crisis de más amplio fondo: la crisis de
civilización, que involucra al género todo (la miseria masiva, la mortalidad, el desempleo, la degradación
moral, la ignorancia, la pérdida de la alegría, la destrucción de la naturaleza, es obra del capitalismo). Es el
preludio de la emergencia de la nueva estructura y del nuevo ser humano; humanidad madura, frugal, con el
peso sobre sí, del cumplimiento de objetivos superiores (puesto que hasta ahora solamente ha debido
constituirse como tal y verse enredada en conflictos absurdos, que han amenazado con su destrucción), para
cuya realización no cabe la vigencia de las antiguas relaciones, conductas y de sus concomitantes pensamientos
de clase.
1053