Bajar documento - La nueva concepción de la historia

costumbres, lo mismo que la diversión, que los actos de satisfacción de los sentidos, detienen
su avance y el despliegue del proceso de la racionalidad.
La conciencia individual es una recreación de la conciencia colectiva existente, como
replicación en la mente de cada nuevo ser que nace. En todo individuo se produce la
conciencia (la introyección de la conciencia humana existente); la conciencia de cada ser
humano alimenta, luego, a la estructura de la conciencia inicialmente recibida. Cada nuevo ser
se integra funcionalmente a la humanidad entera y al torrente de la historia; pero en toda
nueva “persona” la conciencia colectiva se inscribe de modo particular, hasta un momento en
que el ser humano se individualiza (se vuelve persona, en estricto sentido) e ingresa en el flujo
de la conciencia general en curso, no solamente para funcionar en ella, sino para poner su
impronta. Ahora bien, así como el ser humano no puede pensar, poner a volar su imaginación,
por sobre los límites, que la realidad lo impone, tampoco puede hacer, producir, otra realidad,
que no esté contenida en la estructura y producción de la materia: la computadora es el
cerebro humano; los universos en miniatura, son réplicas en miniatura del universo real; la
clonación ya está en la realidad, como el avión, el telescopio,... (si el ser humano pertenece a
la materia: sus procesos creativos, tecnológicos, le pertenecen a ella). La conciencia lo
produce la historia y se ubica en cada nuevo individuo, como proceso –uno de ellos- que pone
en acción al cerebro (es lo general lo que se apodera de lo particular, que se graba en la esfera
neuronal, le da sentido y lo conduce –la mentalidad de una época se siembra en el cerebro y,
si el sujeto “es despierto”, aporta ubicado en su posición particular, al desarrollo de la
conciencia general, la que volverá a plantarse en las nuevas generaciones).
Sobre la tópica que se ha iniciado a realizar anotaciones, se asevera: la conciencia no
es el espíritu, pues, el ser humano no ha sido tocado por trascendencia alguna. El espíritu es
una noción sobre la conciencia de la humanidad niña, del mismo modo como lo son las ideas
sobre dioses y demonios (la representación sistematizada de las escenas del sueño y del
recuerdo). En la realidad objetiva: no existe nada fuera de la frontera del mundo. Se dice por
ahí, que el espíritu introduce Dios en el cigoto, en el momento en el que el espermatozoide
penetra el óvulo (la fertilización in vitro reproduciría el milagro, pero la clonación no, por
tanto, los individuos que “vengan al mundo” por esta última vía, serían unos completos
desalmados). Se suele asociar al ser humano con tres substancias: conciencia, espíritu, alma,
obviamente: todas residiendo en el cuerpo o cascarón; espíritu: intervención divina,
inmortalidad; conciencia: conocimiento mundano, personal, materia de desaparición con el
deceso del individuo; alma: “energía” que tiene una persona y que desaparece con ella. Se
dice también, que si no hay espíritu, no hay conciencia: el alma vendría a ser la conciencia (el
espíritu); ésta, sin embargo, no sería objeto de destrucción con el cambio de forma material
del individuo: la muerte. Empero: ¿qué es la conciencia? Es el producto del proceso de
captación histórico-humano del mundo por parte del cerebro humano; la conciencia es: pura y
simple información, conocimiento grabado, estructurado histórica y sistemáticamente de
modo filosófico, cosmovisivo, en el cerebro. El alma se va formando en el nuevo ser en la
experiencia y en el aprendizaje, es decir, en cuanto captación por parte de la mente, del
mundo. Este es un proceso largo, tanto humano como individual (el ser humano, una vez
conformado su hardware cerebral, usa el software natural de partida con el que también viene
equipado, para operar el equipo, al cual finalmente lo desarrolla en forma biológica y, luego:
de modo artificial –la computadora, la inteligencia artificial). De modo que el individuo puede
ser definido también de otro modo: como el hardware biológico generador histórico de la
conciencia, banco de reserva de ésta y ente que lo reproduce de forma ampliada.
La conciencia emerge paulatinamente con la humanidad: se va formando con la
evolución de ésta. La conciencia (la razón, el espíritu, el alma), no surge antes de que
aparezca la corteza cerebral en el proceso de evolución biológico de la materia; la cual
empieza a reflejar el mundo de modo consciente; en la misma, este reflejo se va ampliando, es
decir, la información grabada se cualifica y luego se transmite: la investigación –o el
conocimiento accidental- es la ampliación de la conciencia, y el aprendizaje: la instalación de
la conciencia en los nuevos hardware, o sea, su perpetuación (del conocimiento, de la
conciencia, del “alma” de la humanidad, generacionalmente; naturalmente: con mejoras de
promoción a promoción). La conciencia es el saber grabado en el cerebro, el cual empezó de
cero cuando niño y la que se desvanece cuando el individuo decesa (se destruyen las
proteínas, los aminoácidos, los nucleótidos, los enlaces de hidrógeno en el ADN o demás
formas físicas, químicas de la materia neuronal cerebral regulados de modo biótico, que son
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