Bajar documento - La nueva concepción de la historia

proceso de perfectibilidad, en sentido de que el mañana perfecciona el hoy” al encontrarse el
cauce superior por fuera de la felicidad de los sentidos (conciencia sensible), como ejercicio
de una posición incluso positivista teleológica, prometeica absoluta (el hambre, la sed de
justicia se sacian; el deseo de saber se agota al moverse, regodearse el ser “genérico”, sobre la
abundancia acumulada y sistematizada de conocimiento, y en la facilidad con la que se accede
a él; sólo entonces el saber se convierte en sabiduría y la práctica espiritual en una “constante
y sublime recapitulación” –como la ciencia en sus rudimentos básicos, la música o el arte en
general, y la producción económica automatizada ya están dados para las futuras
generaciones, la creatividad como vulgarmente se conoce, se enrarece) 503 .
Las actualizaciones en el pensamiento religioso: las modernas posiciones intelectuales
de hoy, incluso aquellas que se declaran creyentes “en la existencia de un Dios”, pero que a
continuación inmediatamente indican que no se ubican en ningún andarivel de creencias (que
dicen no pertenecen a ninguna Religión), sostienen que Dios no es más que esa “’energía’
universal”, que envuelve y pone orden en el todo; que, consecuentemente, cada ser humano
está provisto de un alma y que ésta, es, en realidad, nada más que un pedazo de tal “energía
universal” a la que se pertenece y que, por tanto, a cuyo seno debe retornar, como lo hace una
gota de agua que se dirige al mar (también el resto de seres –los irracionales- encajan, según
ellos, en esta determinación; lo cual es correcto, si la aserción se lo ve no en forma idealista
de “energía”, sino en la materialista de “materia” -dispénsese la redundancia –“polvo
eres y en polvo te convertirás”) 504 . Ese refinamiento lógico en el planteamiento descrito, que
puede parecer sensato y convincente: no es tal, o: tampoco lo es. El ser humano “es polvo y
en polvo se convertirá”, es decir, este ser: es tan sólo una forma especial de tierra (tierra que
ha desarrollado históricamente la conciencia y que la detenta), de materia (la más altamente
forma de materia organizada, en movimiento). En ningún momento dicha “alma” (la
conciencia concebida en sentido objetivista, desde luego) es “energía”, por cuanto ésta –la
“energía”-, en rigor: ¡no existe! (la palabra “energía” en ciencia, tiene el equivalente a la de
Dios en la existencia de muchas personas). El ser humano es un pedazo de materia que se
mueve de forma racional, que al terminar sus días como activismo pensante, retorna a la
materia en general (en realidad, nunca ha dejado de ser parte de ella) y, en particular, a su
forma más amplia y sencilla de movimiento: el mecánico. A la muerte del ser humano, sólo la
forma de organización de esta materia –humana- cambia, esto es, el tipo de movimiento
coherente con su organización es reemplazado por otra categoría de movimiento,
correspondiente con su nuevo estado; esto ocurre con un individuo: cuando éste ya ha
sostenido generacionalmente a la especie y en tanto ha colaborado en el proceso de
hominización, y con el género humano, cuando el mismo ha producido la conciencia
universal, es decir, una vez cumplida su misión.
De manera que todo el proceso puede resumirse de forma sinóptica del siguiente modo;
modo en el que hay sitio también para la noción, en sentido práctico, objetivista, realista,
materialista, de “teleología”. Una vez que la casualidad (indeterminación), en el caos sideral,
da paso a la causalidad (determinación); cuando el enésimo evento aleatorio cuaja y se fijan
en él las “constantes cósmicas”, empieza a operar la realidad predeterminada, determinada
luego; ésta realidad, sujeta ya al presupuesto del orden, avanza hacia la producción del ser
humano, y una vez que aparece la inteligencia, queda predeterminada su razón: el sino
ineludible de ésta, direccionalidad potencial que debe ser fatalmente plasmada (salvo que un
siniestro también estocástico, destruya al ser humano tornando trunco su camino -impronta
que le tome impreparado, o sea, que ocurra en una etapa de su vida en la que no goce todavía
del conocimiento y de la técnica suficientes para sortear la amenaza-, de análogo modo en que
un joven sufre un accidente por lo cual no pueda llegar a la madurez, tanto peor a la vejez: a la
“sociedad de la espiritualidad”, a la “comunidad de consumo”, al “comunismo robótico”);
este sino –inscrito en la inmanencia de la inteligencia: la inteligencia una vez dada, debe
realizar de modo indefectible y obligado su potencialidad- consiste en producir la Teoría del
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Tanto para entender la realidad en curso, pero, sobre todo, para poder balbucear algo sobre lo que está por
venir, se debe recurrir a la teoría, a las categorías de análisis científico, a las leyes, puesto que en ellas se
expresan (con ellas se pueden proyectar) las tendencias evolutivas y de ruptura de la realidad; no hay otro modo
de proceder, lo contrario es vivir a la manera de los animales: en el presente (“vivir el momento”).
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Hay personas de todo tipo, que asumen que no hay materia sino sólo energía en la realidad; en estas
reflexiones, por oposición al idealismo, en cambio, se admite la conclusión de que no hay “energía”, sino
únicamente materia (masa) en la realidad. Tal vez, para sobreponerse del error intrínseco al concepto de
“energía”, es que en la actualidad se habla de “antimateria” y “materia oscura”.
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