Bajar documento - La nueva concepción de la historia

¿Es sensato plantearse la protección de la biodiversidad por proteger a la
biodiversidad? (a propósito de la renuncia a explotar el ITT en Ecuador y de su Constitución
garantista de derechos de la naturaleza; la naturaleza –objeto- se lo transforma en “sujeto”:
como ser vivo tiene derechos, en el acto de traslación del sentido de la voluntad que tiene una
función histórica, en cuanto se comporta como arma de lucha política). Se sostiene, además,
que las generaciones actuales ya están consumiendo los recursos del mañana (¿habría
afectado la eliminación de los caballos por el uso de generaciones anteriores a las actuales? –
en sentido estético y romántico: sí). Las respuestas a estas preguntas, son juicios de valor.
¿Cuidado climático y freno a los procesos de hominización?, o ¿avance acelerado del
conocimiento y de la técnica, y afectación de la naturaleza? (que no es lo mismo decir:
destrucción de la naturaleza y acumulación privada, concentrada de riqueza). La vía es
ecléctica y tautológica: hominización progresiva y uso del entorno como recurso sostenible.
En el mando mundial persiste el poder del capital financiero; en el otro bando, en aquel que se
desconecta y avanza en la producción de las nuevas relaciones humanas, en la gestión se
“roba la película” la microdimensionalidad de la “cuestión del poder” y la problemática de
raíz ambiental. En ambos aspectos está presente y difusa la esfera de la política (la cual pierde
sustantividad). El forcejeo incruento, dialogal, largo y sostenido, se ofrece como metodología,
mientras se han dado inicio ya las nuevas guerras: las de los cibernautas, en la esfera de la
información, sin fronteras, derrumbando clasificaciones, sistemas jurídicos, sorteando
represiones físicas.
Tanto las categorías que subsisten como las inherentes a la nueva teoría vinculada al
pensamiento social que aborda las micro contradicciones de la microfísica del poder,
constituyen, a decir verdad, la forzada conceptualización en torno de relaciones reales, que se
hallan de salida. Todas las nociones anteriores (en el sentido en que éstas, en perspectiva
histórica, dejan de forma creciente la escena de los vivos al perder de modo pertinaz
significación su substractum material, pese a que varias de ellas todavía den señales de vida):
nacionalidad, etnia, identidad, alteridad,…, no tienen razón ya en el argot del pensamiento
realmente “posmoderno” (supramoderno); intelección, que recoge la tendencia (nefasta para
un tipo de reflexión unilateral sobre el papel del sistema burgués en la historia y sobre el
desarrollo de las fuerzas productivas) de homogenización absoluta de los factores posibles de
dispersión de las características multifacéticas de la especie (el buscar o promover
diferenciarse con el otro en circunstancias en las que se cierran todos los caminos conducentes
a dicha individualización, pasa a ser un simple capricho: tan sólo una ficción antediluviana,
ultramontana; en realidad, no solamente el mercado homogeniza a personas y pueblos,
también lo hace el deporte: las Olimpiadas, constituyen un potente instrumento en ese sentido;
la conexión en interfaz entre todos los individuos de la especie humana constituye el hecho de
la homogenización absoluta).
* * *
Examinar y conducir bien las relaciones entre la sociedad y el individuo, no es posible
sin el planteamiento y solución de varios problemas teóricos: qué condiciones sociales y
posibilidades materiales y espirituales ofrece la sociedad para el desarrollo del ser por
separado, para la actividad de éste, así como para la manifestación y la utilización de sus
aptitudes; cómo se conjugan dentro del marco de un determinado sistema social los intereses
de la sociedad y del sujeto; cuál es el papel de la persona en la historia.
La marcha de la historia mundial hace que el destino de cada ser dependa de la
solución de los problemas sociales cardinales de la época presente (2008), de los que obedece
también el porvenir de la especie. Es cada vez mayor la responsabilidad de toda persona por
los destinos de la humanidad; por tanto, aumenta la importancia de la lucha de las fuerzas del
progreso frente a las de la reacción (Kelle y Kovalzón: Sociología marxista).
En torno del problema del individuo el marxismo sostiene, que el ser humano no es
más que un tornillo del mecanismo de producción y reproducción del capital en la formación
socioeconómica burguesa, de este sistema: “reino del egoísmo”, “círculo de la particularidad”,
que debe reconocer al otro y realizar la necesidad ajena como condición de reciprocidad; el
capital, en cambio, aduce que en el marxismo el ser humano, como individualidad (visto a
partir del individualismo económico liberal burgués), no es más que un tornillo del
mecanismo estatal. Los hechos han demostrado, que en el capitalismo el ser humano in
abstracto, es un “factor” económico, que sirve en cuanto se vuelve instrumento de
valorización, caso contrario: su presencia es excedentaria frente a la vida, está listo para ser
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