Bajar documento - La nueva concepción de la historia

sentido de la discrepancia puesta, es obvio, que el pensamiento en curso en este documento,
no está de acuerdo con las formulaciones de F. Jameson sobre la postmodernidad: “…
posmodernidad y globalización son una misma cosa… la posmodernidad, por su lado,
consiste en la manifestación cultural de esa situación”, por cuanto el término “cultura”, no es
una categoría de análisis dialéctico-histórico, mucho peor un concepto destinado a aprehender
algún plano de la realidad, como tampoco es un útil epistémico, que conduzca a coordinar y
conferir sentido a las diversas determinaciones de algún aspecto de la vida social; este
pensamiento está más cerca, mas bien, de las ideas de Peter McLaren; por tanto, “cultura”: no
refiere a ese parcial cuerpo de hechos humanos sino a la totalidad de ellos –tal término, en
realidad, es una tautología, una vacuidad; de modo similar a como “para el ser humano
común, para los desposeídos, el posmodernismo no es su realidad”: se hallan entrampados en
el capitalismo clásico-; la significación dada por tales señores a la citada palabra, hace
alusión, mas bien, a las diversas regiones de la esfera espiritual del “ser social”: a las “formas
de conciencia social”.
La modernidad, en cierto sector del pensamiento progresista, es recusada; en el
mismo, en cambio, a la posmodernidad se le asume en su dimensión, con exceso en la
evaluación, revolucionaria. Es verdad, que toda nueva etapa es superior a la anterior, en la
medida en que constituye la negación y superación de su predecesora; no obstante, también la
fase instaurada tiene sus propios bemoles, los cuales, por renovados que sean, no pueden ser
considerados como la manifestación de la esfera progresiva. El filósofo italiano Gianni
Vattino, por ejemplo, es del siguiente criterio: la modernidad es un tipo de “pensamiento
fuerte”, sustentado en la estructura monolítica de la civilización Occidental (pero el
imperialismo siempre fue multipolar, o sea, posmoderno, contrariamente a lo que se cree),
postula un programa de desarrollo lineal, de libertad en el mercado, de la historia: en “vías de
desarrollo”, “desarrollo”, “esplendor” (progreso de tipo material, que deja de lado las
diferencias culturales -sic); la posmodernidad –en cambio- es una clase de “pensamiento
débil” –dice- (se han acabado los metarelatos –Lyotard-; la civilización única, monocrática,
unitaria, se deshace), en tanto asume el curso “radial”, “rizomático”, de la historia, como la
estrella de mar (múltiples culturas, innúmeras maneras de desarrollar la propia historia;
localismo antes que globalización); a esta percepción –nuestro personaje-, la asume
públicamente como “otra manera de concebir la historia, de pensar la humanidad”, en
concreto: el progreso de la humanidad es el desarrollo de múltiples discursos, de muchas
comunidades. Sin embargo, en la detracción frente a estas ideas, que pueden parecer justas (y
que en el enfoque de la muy efímera coyuntura histórica, en verdad lo son), las mismas
transparentan los principios de una cosmovisión sensualista, que más adelante será abordada
con algo más de interés, pero que la misma constituye uno los planteamientos centrales a
rebatir, incluso agriamente, puesto que ella aboga por la perennización de actitudes, que
desvían a la inteligencia de su verdadera ruta (la humanidad es una sola; su identidad es la
“inteligencia”: su objetivación permite establecer el “índice de desarrollo de la conciencia
social de una época concreta”; ésta, está para que el ser humano llegue a ser “Ser Supremo”,
no para que estimule/tolere la multiculturalidad –es obvio, que esta postura, aparentemente
positivista, tecnocrática, burguesa, no lo es, pues, la misma considera que la humanidad debe
superar sus diferencias, hermanarse, convivir libremente, utilizar la tecnología de punta –la
automatización, el robot, la IA- para la reproducción de la existencia y dedicarse a la
formación de su racionalidad 723 ).
Lo que no ven los posmodernistas antisistema (ellos son fácticos, razonan sobre los
eventos concretos, no sobre la “visión de futuro”), es el hecho de que la posmodernidad (tanto
como la modernidad) la desea EU: destrucción de la Federación Rusa, de Yugoslavia 724 , de
coherencia con el concepto científico de “desarrollo humano”: naturaleza, naturaleza/ser humano, ser
humano/naturaleza, ser humano- es la “segunda naturaleza”, esto es, los productos plasmados de la realización
de la propiedad de la inteligencia (el nivel superior de la cultura es la “tercera naturaleza”, esto es, la
condición “divina” a la que conduce la inteligencia al ser humano históricamente obrando en sociedad,
mientras da respuestas a las demandas contradictorias y progresivas de la existencia).
723
Así debe pensar un cerebro sensato. Vattino, y la mayoría de filósofos, creen, que el filósofo se plantea, más
que respuestas, preguntas; en esta documento, en cambio, dicho sea incluso con inmodestia, se procede al
contrario: se formulan, más que preguntas, respuestas (hipótesis).
724
En vida, el mismo Tito (autogestión socialista) actuó de modo reaccionario, pues, separó a Yugoslavia del
entonces Bloque Oriental; aprovechándose de los acontecimientos de 1993 (desbandada del Campo Oriental),
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