Bajar documento - La nueva concepción de la historia

manera de ventaja comparativa de un régimen sobre otro en el mercado mundial, terminó
imponiendo la forma de producción capitalista, ya no solamente como política de Estado, sino
como efecto estructural.
Los rusos siempre dijeron, que su socialismo se encaminaba hacia el comunismo,
cuando los chinos en 1960 manifestaron más bien, que los soviéticos estaban de vuelta al
capitalismo (y los chinos tuvieron la razón 1452 ); además, ya varios de los propios
representantes doctrinarios del capitalismo se pronunciaron en ese sentido, por ejemplo R.
Aron sostuvo “que la tendencia de desarrollo en nuestra época es la ´sociedad industrial
única´”. La responsabilidad directa de este malhadado desenlace –la tendencia detrás suya-
estuvo vinculada frontalmente con la conspiración soterrada del “revisionismo”, o sea, de la
práctica derivada del alejamiento de los principios del Marxismo-leninismo por parte de los
integrantes del Politburó y de las instancias gobernantes de más alto rango en la ex URSS
(“...revisionismo enmascarado, que conservó la apariencia socialista...; utilizó como trampa la
terminología marxista y, según el caso, las consignas revolucionarias...; a través de esta niebla
se ocultó la restauración y la realidad capitalista recompuesta...”). Stalin planteó, como es
debido y para el largo plazo, en su último opúsculo, en su “testamento político”: Problemas
económicos del socialismo en la URSS, las medidas para combatir al revisionismo (para
atacar a la base de éste): la eliminación de la circulación mercantil y la socialización completa
de los medios de producción. Malenkov, por su parte, hizo visible como medida para operar
en la coyuntura (principios de los años 50 del siglo pasado) de modo paralelo al debate, a la
lucha ideológica intrapartido y a las medidas punitivas, el recurrir directamente a las masas
para enfrentar a la conducta de falsificación consciente de la ideología proletaria.
Lamentablemente, el proceso de construcción socialista hasta entonces seguido bajo
comando de Stalin, si bien había reducido a la propiedad privada, el mismo no se hallaba
maduro todavía para someter a la “división social el trabajo” como fuente alternativa de
reencarnación de la sociedad de clases (“la realidad frena la ambición enmarcada en el
planteamiento de la utopía”; en efecto, la guerra en los frentes de la reacción interna
–restauracionista y revisionista-, de la externa nacifascista y respecto del despreciable grado
de desarrollo de las fuerzas productivas en la Unión de los Soviet, distrajo el programa de
edificación socialista, lo distorsionó, demandó de todo un conjunto de funcionarios a la
cabeza de los grupos dedicados a hacer frente a tales tareas, haciendo necesario dicho tipo de
“división”, desarrollándolo y ampliando el quantum del sector de los funcionarios). En
verdad, ahora se sabe, que dicha brecha (separación de los miembros del colectivo en frentes
directivos y operativos) requiere de soporte material para su superación; y, condición a
conseguirse a través del salto dado por el grupo en particular o de la totalidad humana en
general, hacia la forma más desarrollada de comunidad: la comunista, con la automatización
productiva, sólo entonces los seres humanos de dedican de modo indistinto a las tareas del
espíritu, coordinados (“alienados”) por un programa cibernético de regulación del proceso.
Un nuevo proceso de lucha de clases se avecinaba; desgraciadamente esta vez la
confabulación burgués-revisionista, que se enfrentaba al único obstáculo en contra de los
contrarrevolucionarios: el viejo bolchevique, Stalin, triunfó. No hubo tiempo para actuar en la
batalla planteada. El extraordinario Partido Comunista del Gran Lenin, de Trotsky y de Stalin,
que triunfara sonoramente durante 30 años en innúmeras batallas de clase (y en la Segunda
Guerra mundial), sufrió una nueva derrota tal como le ocurrió a Lenin en 1905; pero esta vez
no estuvieron ni Lenin ni Stalin para encarar el proceso; y, en esta ocasión el socialismo fue
sacrificado para dar paso a la determinación ontológica de la nueva forma social, por la vía
prioritaria del desarrollo de las fuerzas productivas. En el presente, en cambio, las actuales
1452
Como se sabe, algunos sectores de izquierda afectos a Moscú, hicieron mutis por el foro ante el anuncio al
mundo por parte de los chinos, atinente a que los soviéticos con Jruschov a la cabeza, habían abdicado al
socialismo; para estos señores, el inicio de la nueva etapa había significado, mas bien, el librarse de la “tiranía
de Stalin” y la incursión de la Unión Soviética y de su Bloque sobre la “verdadera senda de construcción
socialista”. A estos sectores, como se mantenían en la creencia de que la ex URSS de Gorbachov seguía siendo
socialista, es normal que les resultara una sorpresa la llamada “caída del muro de Berlín” en 1989. Ahora
bien, como es conocido también, los sistemas no caen de golpe, como se cree que ocurrió en la ex URSS en
1989; las estructuras no se van abajo, mientras no se han creado a su interior las condiciones para su
autodestrucción; en la URSS luego de la muerte de Stalin sistemáticamente se fueron creando las causas para
la transformación degenerativa , una vez dado el cambio de mando en la “superestructura” a partir de 1956; el
proceso contenido en la aseveración expuesta está muy bien documentado ya y seguirá dilucidándose con la
desclasificación progresiva de los archivos referentes a la gestión de Stalin y a la de Jruschov especialmente.
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