Bajar documento - La nueva concepción de la historia

emocional, se alude al imperio de las hormonas en la estructura cerebral, que conduce a la
realización de actos humanos; al hablarse, en cambio, de inteligencia como propiedad de todo
organismo que influye y recibe influjo del medio, indistintamente se dictamina que plantas y
animales inferiores y superiores hasta llegar al mono, tienen córtex y neocórtex. Pero, no es
así. Es probable que ciertos animales superiores tengan ciertas trazas de córtex, pero jamás de
neocórtex; este último “órgano” representa el paso final de la evolución natural (Pierón,
Leontiev) y sólo es del ser humano. La inteligencia en el amor, se expresa como seducción;
pues, el ritual de conquista, el galanteo, son necesarios porque en los sucesos inherentes a
encontrar pareja, hay competencia, el punto de vista de los gustos e intereses de la
“contraparte”; por cuanto debe quedar en firme establecido el compromiso marital, sustentado
en el esfuerzo, en el rechazo simulado, incluso en el acto vergonzante.
Generalizando filosóficamente la cosa, la inteligencia es la propiedad de las
propiedades de la materia: la propiedad por excelencia; la tiene únicamente el ser humano; es
solamente una: racional; su razón le lleva a conseguir lo que personalmente se ha propuesto:
“producir el retrato hablado del Universo”; obviamente, para el efecto el ser humano ha
debido utilizar la propiedad de la inteligencia: producir ciencia, técnica (y en los sistemas
clasistas: estrategia), como medio de impulso hacia la consecución de tal propósito. El ser
humano: está en camino. La persona que le habla, por fin: respeta a la naturaleza, como
productora de la inteligencia.
Ud. asevera, que la inteligencia, que aunque en las primeras etapas de la existencia
humana interviene únicamente otorgando garantía al proceso de sustentabilidad de la vida
humana, poco a poco la misma va afincando su verdadero propósito: reflejar
dinámicamente la realidad universal de la materia en la conciencia. ¿Cómo lo demuestra?
La humanidad, por término medio, va madurando, esto es, va saliendo de su total
sometimiento a las leyes naturales y de las que no, por lo menos se sabe consciente. Hasta
hoy, por desgracia, la vida ha estado regida por el móvil de la sobrevivencia y la reproducción
vegetativa; la inteligencia, prisionera de la conciencia mítica e inmediata de las cosas, se ha
podido cristalizar en conductas paratécnicas, que han permitido proveerse del sustento diario,
enfrentar los “rigores del destino” y dejar descendencia. Pero también, la inteligencia ha sido
instrumento eficiente en el arte del amor y del entretenimiento: la poesía, la literatura en
general; la pintura, el cine, la danza,...; en las guerras, en el desarrollo de la construcción
nebulosa religiosa. Cuando la reproducción humana es trasladada de la copulación a
mecanismos artificiales; en momentos en que el trabajo pasa a constituir responsabilidad de
dispositivos artificiales automatizados; en el instante en el que ese cúmulo de nociones
egolátricas (felicidad en la tierra, felicidad en el Cielo) se desvanece, la inteligencia deviene
manumitida de todas esas antiguas tareas, y queda libre y lista para ocuparse de lo que
verdaderamente importa: realizar su propiedad, es decir, dominar el absoluto. De lo contrario:
¿en qué se ocuparían las nuevas “unidades de inteligencia”, que a futuro nazcan por cualquier
vía? El ser humano no puede mantenerse por siempre como seductor, trabajando como asno
en labores físicas, manuales, guerreando o produciendo mitos (incluso ideas políticas o
estrategias).
Newton (Arquímedes, Galileo, antes que él) creó el primer saber explicativo del
mundo en su impresionante modelo de la Física Clásica; Einstein-Maric, remodelaron dicho
paradigma, con la nueva concepción: la Teoría de la Relatividad; Heisenberg, Schrödinger,
Planck, desarrollaron la Teoría Cuántica; Hawking lo hizo con el Big Bang-Big Crunch
(Gold, con el Universo pulsátil, de acordeón); y, finalmente, se hallan ya puestos los puntales
de una nueva versión intelectiva de la realidad cósmica: la hipótesis de las “cuerdas cósmicas”
con las que, todo lo que ocurre en el Universo, se sostiene que es producto de la vibración de
éstas. La teoría de la historia (y la filosófica, en general) la han desarrollado Marx y la
Pléyada de sus “seguidores”. El saber sobre el cerebro o en torno de la conciencia, está casi
completo. Con esto, la mente tiene ya el esbozo conceptual de los tres universos: cósmico,
social (humano), mental. De algún modo aquí, se ha intentado vertebrar los saberes
correspondientes a los 3 objetos parciales confortantes de la materia en su integralidad. Sin
embargo, como es costumbre en el ser humano, antes mismo de conocer toda la verdad sobre
un “objeto empírico” y de que ésta esté probada, inmediatamente dichos saberes
provisionales, pasan a ser aplicados con fines prácticos.
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