Bajar documento - La nueva concepción de la historia

hechos, la necesidad concreta define la regla de prioridad en cada momento, y en la
coyuntura: lo hace con el quantum de vida(s) asignada a la actividad de producción teórica,
exclusivamente en coherencia con la determinación de la praxis. En torno de su texto más
célebre: “Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico” (“Obra sencilla y de
amena lectura, despliega ese estilo tan típico de su autor de ir al grano y no dar vueltas, exponiendo
de manera clara y concisa lo esencial, soslayando aspectos oscuros o desarrollos problemáticos de la
doctrina”), dicho escrito ha merecido acres, cínicos y satíricos comentarios por parte de
megalómanos supuestamente intelectuales, que no dejan de ser torpes (¿Por qué? …: ese folleto
de Stalin constituía uno de los títulos de gloria de su autor como genuino pensador marxista). Stalin:
¿estaba en condiciones de pronunciarse en materia filosófica? Naturalmente, que a la usual
usanza de la conducta especulativa, parafenálica, historiográfica en boga: no 1785 . En la
ciencia, las perspectivas establecen su rigor y su valor, no la simple agudeza y genialidad. El
gran mérito de Stalin, una vez más impuesto por la condición real, fue su capacidad de
síntesis. En la obra citada, su carácter prescriptivo y “reductor” dirige la mente de los lectores
a lo concreto; no obstante, la realidad –por su parte- la abre a la complejidad: la guía maestra
puede recluir la conciencia a su reducto o volcar la mirada sobre la estructura amplia de la
realidad; depende del interesado y del efecto “de realidad”, una vez más, que una u otra
postura intelectual se apodera de la conciencia.
Stalin: no fue por sí mismo, tan sólo; fue básicamente lo que sus circunstancias
hicieron de él. No es que Stalin modeló su entorno social a su antojo: ese poder, no le otorgó
la realidad (ni dispone nadie, antes de haber alcanzado el saber absoluto), como con supina
ignorancia y maldad, concluyen algunas mentes desafectas 1786 . Las condiciones de la ex
URSS entre 1923-53, de ningún modo eran análogas a las de la Alemania nacifascista, que
destacaron a Hitler. En Alemania, el capital ario con pretensión imperial, condujo al mundo a
las dos guerras mundiales (1914 y 1945), el móvil de las cuales fue siempre el conseguir sitio
en el planeta para asentar sus intereses; en la entonces URSS de Stalin, dicho fragmento
humano forcejeaba por volver realidad la intención de instituir en el género órdenes racionales
de vida. Cada época forja la personalidad de sus cuadros. Quienes ven maldad en Stalin,
juzgan mal a todo un pueblo y a una época; esa conducta conduce a desconocer “aciertos” y a
magnificar “errores” 1787 ; “aciertos”: las tesis orientadoras de la acción (el reconocimiento
nomotético de la objetividad de la explotación de los trabajadores por el capital, de su raíz:
proceso y sustentación racional, objetiva, científica de dicha expropiación jurídica e
ideológicamente legitimada, mas no ética o pequeñoburguesa romántica); “errores”: la
respuesta dada en contra de la contraofensiva de intereses conservadores. Dos momentos
diferentes: 1) el capital y su necesidad de reproducción a escala supranacional alemana,
produjo a Hitler; y, 2) el trabajo: su arranque, sus valores y propósito de “ser” produjo a
Stalin. La insidiosa tendencia a homologar procesos, es una conducta miope. En suma: Stalin
fue lo que fue, no por el criterio que se tenga de él o por el concepto de Stalin forjado por
1785
Horadando en Internet sobre la tópica, se dio con un pertinente escrito, que enfrenta en el plano teórico a
los gratuitos detractores de Stalin: Stalin y el materialismo dialéctico. Estudio introductorio al opúsculo de
Stalin: Materialismo dialéctico y materialismo histórico; su autor es Lorenzo Peña.
1786
Frente a la burda conducta de Jruschov –uno de los verdaderos asesinos solapados- para con Stalin (el cual
no pudo concretar su ambición de llegar al lugar dejado por Stalin, sino por el atajo de la forja de su cobarde y
mentiroso Informe), de que él y sólo él era el responsable de las supuestas atrocidades, hay que traer a colación
las opiniones que escribe una contumaz enemiga de Stalin (Joan Estruch: La muerte de Stalin y la lucha por la
sucesión): “Pero, sobre todo, la principal limitación del Informe consiste en que Stalin queda como el único
responsable de una serie de hechos cuya amplitud y persistencia habían marcado profundamente la sociedad
soviética. Sin embargo, de creer a Kruschev, resultaría que únicamente Stalin y Beria eran los responsables de
todo. El partido, la maquinaria estatal, el conjunto de la sociedad, habrían salido milagrosamente
incontaminados después de treinta años de estalinismo. Nótese que Kruschev habla siempre de Stalin
individualmente, no como cabeza visible de un sistema político-social”. Dicha opinión es comprensible, aunque
no desde el punto de vista de la matriz ideológica a partir de la cual se lo hace: el pensamiento oficial burgués,
pues, del mismo modo como a la persona que escribe estas líneas le parece totalmente mal el sistema capitalista
y lo censura por razones ideológicas de clase, un parecer liberal-burgués es normal que encuentre monstruoso
el proceder de Stalin (no puede un ateo censurar el proceder de un creyente: la práctica de sus creencias).
1787
Se entrecomillan tales términos, debido a que tanto en doctrina económica como en política económica, así
también en materia de concepción sobre la historia, en sociología y en ciencias humanas, el “juicio de valor”
les penetra directamente; pero, sobre todo, en virtud de que un modelo de estructuración social o de conducción
económica, no pueden ser juzgados por los opositores como buenos o como malos, como acertados o errados,
pues, detrás de cada uno yacen puntos de vista e intereses y las medidas, los instrumentos y los resultados, no
son errados o acertados, puesto que los mismos responde a esos intereses.
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