Bajar documento - La nueva concepción de la historia

“alteridad” no es un estado de equilibrio permanente, un dato, un fin en sí mismo, pues, la
vida se desarrolla. El modelo cartesiano se acerca más a la esencia de los hechos, que el
descripcionismo fenomenológico de las “culturas” ancestrales 1537 .
El marxismo es una actitud revolucionaria: para realizar su inmanencia con éxito (allí
la diferencia entre ciencia proletaria e ideología o saber burgués), se recurre a la “ciencia
positiva”; luego, una vez realizada la revolución y los procesos de transformación
subsecuentes, se torna principal el conocimiento objetivo del mundo: para “dominar” y
conocer a la naturaleza, para alcanzar la comprensión completa de la realidad. La base
epistemológica radicalizada se halla en el Leninismo: así es, créase o no en él. Este
planteamiento debe ser igualmente asumido o rechazado, no sujeto a crítica parcial de los
aspectos confortantes de su discurso, puesto que en él se halla operando una determinada
concepción, esto es, no es serio bastardear la doctrina en sus principios axiomáticos con
supercherías pedantes y premarxistas: verdad objetiva, historia como proceso natural,
socialismo producto del análisis científico de las contradicciones de la sociedad capitalista y
de sus tendencias; el conocimiento (verdad absoluta) como articulación dinámica de verdades
relativas sobre la realidad objetivamente existente: el proletariado es el sujeto natural
privilegiado, para generalizar el orden de su existencia a la sociedad toda; la política: lucha de
clases por el poder, la revolución. El socialismo jamás quiso actuar según canon capitalista; a
lo sumo se propuso recuperar lo bueno del capitalismo, para forjar un nuevo objetivo
histórico, para la especie 1538 . Para ciertas cabezas ignaras y ligeras, el marxismo está en crisis;
para los auténticos marxistas, el futuro será marxista, en el pleno sentido de la palabra: forma
comunitaria democovivencial exenta de trabajo físico, regida según la norma de acceso al
producto: “a cada cual según su necesidad”.
El punto de vista proletario es científico, porque dicha clase busca la verdad, no
solamente como necesidad ético-espiritual, sino por cuanto el conocimiento verdadero
garantiza el éxito en la comprensión de los hechos, sus tendencias fundamentales, la visión de
los objetivos superiores del género, el diseño y la aplicación de la estrategia (el proletariado
fue capaz de pensar más allá de sí y de su momento). El marxismo es un “metarelato”
científico, objetivo, comprometido, revolucionario: guía para la acción transformadora, sobre
un mundo que se ha occidentalizado, eurocentrado por necesidad y por voluntad. Hoy, en el
2011, se advierte claramente que la mundialización de la conducta y la conciencia, no deja vía
alternativa para el flujo superior de la historia: “el futuro nos pertenece”, la historia ya tiene su
“guión”. De lo cual se colige, que en modo alguno fue estéril el debate en torno del carácter
feudal o capitalista de América Latina; tampoco las subculturas amerindias fueron o son
formas puras e independientes en las cuales residan rutas alternativas futuras
contraeurocéntricas para la historia luego de 1942; esa precisamente la controversia
ontológica, que produjo el debate; la discusión llamada “estéril”, tuvo como principal objeto
disponer de luces para emprender la lucha transformadora (tal fue el caso del Che para
América Latina, en su desplazamiento a Bolivia). Estas reflexiones tienen su matriz en el
marxismo. El mérito completo es de quién advirtió en primer lugar el carácter de la realidad
(después vinieron los Trotsky, los Weber y todos los críticos a hacerse valientes, a presentarse
como mejores, una vez que Marx había “abierto el mercado”), aunque la “solución” a un
“problema” de intelección de los hechos haya sido provisoria, puesto que su dilucidación
1537
Si no existiesen posiciones y roles como efecto de la distribución histórica (acumulación primitiva), previa,
de los individuos en la esfera productiva (división del trabajo), y si ésta conformación no se replicara en el
proceso de reproducción, micropoderes, sociedades de control, disciplinarias, aparatos de encierro,
occidentalización institucional, racionalidad instrumental del derecho positivo de la modernidad, tuvieran
lugar. La mayoría de estas teorizaciones, emergen de cabezas cuyos cuerpos tienen específica extracción de
clase, lo cual les pone en contra, sin beneficio de inventario, del positivismo de las Ciencias Naturales. La
mayor parte de los teóricos modernos marxistas o cercanos al marxismo (empezando por el propio Gramsci y
concluyendo con Echeverría) repiten el saber producido ya por los clásicos del marxismo, a veces en forma
distorsionada, esquemática y atemporal (lo cual aprovechan para ejercitar acerba crítica e irreverencia). Un
amigo académico de la persona que escribe estas líneas, estudioso de disciplinas sociológicas, antropológicas e
históricas, le enseñó una vez una matriz sobre las tesis principales de los pensadores marxistas. Claro que se
puede proceder de esa manera con varios autores marxistas o cuasi marxistas, pero no se puede hacer eso con
Lenin, con Engels y mucho peor con Marx, sin simplificarlo hasta la caricatura.
1538
Ciertos pareceres investigativo-teóricos son tan elementales, que sostienen que Stalin, una vez que no se
produjera la revolución en Alemania y el resto de países imperialistas (previsión de Marx no realizada, por lo
cual se imputa a Marx dicha “equivocación” de modo también simplista), se dedicó a demostrar al mundo la
superioridad del socialismo: ¡qué torpes!
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