Bajar documento - La nueva concepción de la historia

político histórico universal en ciernes, la clase obrera mantiene su presencia 1327 . En la
historia, actor social alguno emerge por generación espontánea: como simple concentración
de “energía” intelectual, que luego explota y se ontologiza en sujeto material, esto es, exento
de nexos con el pasado. En verdad, la cronología de la existencia social enseña, que los
actores políticos vigentes en el mundo (en varios frentes de su sociogeografía), encuentran su
razón ontológica a sus espaldas (incluso en la pertinencia de fines, de ilusiones, de utopías:
son la expresión de las nuevas necesidades, que encarnan el progreso de la vida); esfera en la
cual éstos se constituyen, de cuya matriz eclosionan, sobre cuyos hombros se monta su praxis,
por lo cual otorgan, de este modo, continuidad al movimiento renovado de la existencia (pero
tampoco se puede hacer responsables de circunstancias de las cuales los ciudadanos –sin
saberlo- son su resultado). El sujeto difuso en boga en el mundo de hoy, en verdad, son los
denominados “movimientos ciudadanos”.
¿Cuáles son los antecedentes de los movimientos subversivos, sociales, ciudadanos?
De manera mediata lo son, en primer término: el proletariado, esto es, la clase obrera tanto en
su pura forma, o sea, en cuanto simple trabajador, luego: en su metamorfosis política y,
finalmente, en su acción en la cima de su devenir, en su forma institucional: como operador
racional de la “dictadura del proletariado”: el socialismo (el proletariado para la humanidad en
la actualidad semeja –en la aseveración muy simplificadora- el “apéndice” para el cuerpo:
están sus restos allí, no obstante: una vez fue). Inmediatamente a continuación, destaca la
presencia y lucha de otros sujetos parciales (desde este punto de vista, los “ciudadanos” se
constituyen como sujeto total, mundial, en la medida en que el capitalismo en su hora final ha
vuelto a dividir al planeta en dos campos enemigos: la undécima fracción de población
mundial propietaria del capital multinacional y las 9/10 partes de la humanidad trabajadora,
subocupada, desocupada, marginada) también ha contribuido en la configuración de las
condiciones necesarias para la emergencia y despliegue de la moderna praxis política
ciudadana; por ejemplo, en Ecuador: los movimientos étnicos o los llamados “pueblos
originarios” (indígenas). Este: el tramado de sujetos presentes, en su ocasión, en el momento
histórico, en el sentido trazado del camino, que no puede ser modificado, debido a que el
movimiento de las fuerzas productivas exigen ese cause. De manera que solamente en la
mente (en la evocación), la vida tolera soberbias derivadas de procederes perceptivos
abstractos construidos fuera de los hechos.
Para el caso de los “ciudadanos”, su conducta de animadversión hacia el sector obreril,
no ha sido tan sórdida, puesto que este sector incluso reivindica la palabra “socialismo” (del
Siglo XXI). En esta consideración (y dado que el propio capital ha preparado a la población
en el pensamiento y desempeño estratégicos –ha creado las nuevas armas que deben
conducirle a la tumba), la lucha transformadora se instala en el interior de la propia
institucionalidad burguesa, no obstante, asistida por la intensa movilización ciudadana,
pacífica, masiva y por la respuesta favorable ante la permanente preparación subjetiva
(pedagógica, empoderadora) dada por la población. En realidad, el cambio social: está dado;
su difusión puede ser rápida o lenta; la misma depende de cómo se organicen y actúen los
ciudadanos, los subversivos, en suma: la población, que es el sujeto del acto político moderno
en general; como es obvio, depende también de la capacidad de resistencia, que anteponga el
poder en actitud, que muy bien puede receptar la noción encerrada en el dicho popular: “se
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Los partidos políticos: la expresión subjetivo-práctica de las clases, en la sociedad burguesa clásica, en la
que la estructura de clases se simplifica y se transparenta, constituyen las asociaciones más genuinas de la
representación de la fractura social, del antagonismo y de la lucha; son, en efecto: “el instrumento privilegiado
de síntesis política” en el plano social más abstracto, la praxis constructora de metas colectivas, de objetivos, en
el sentido ideológico concreto, de la totalidad. El sistema de mercado se halla en su declive; este hecho se
expresa también en la crisis de la “democracia”, en sus instrumentos: los partidos políticos. El ascenso cada
vez más vertiginoso del “movimientismo” (expresión de la formación de una realidad cada vez más estamental),
forma la envoltura, la manifestación de la multelateralización de los antagonismos y del primado de formas
poscapitalistas de estos antagonismos. La “hegemonía” –“la dirección del proletariado sobre las capas y clases
sociales no antagónicas”- ha perdido sentido y eficacia en las circunstancias, pues, el proletariado (su Partido)
sucumbe en doble dirección: en la dimensión política (sus consignas se han vuelto patrimonio de toda la
humanidad) y en la esfera real (su aparato se descentra en las múltiples organizaciones parciales
supranacionales). Se ponen en escena de forma verdadera los intelectuales (la “sociedad civil” en la
superestructura –dixit Antonio Gramsci); en la época de la supremacía de la formación subjetiva de la
personalidad humana, cuando el trabajo productivo cesa, este estrato se vale por sí mismo, pues, también este
sector se transforma en estamento auxiliar en la conducción del proceso de complementación del cambio con su
pluma.
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