Bajar documento - La nueva concepción de la historia

los neomarxistas 321 .
El socialismo dado a nombre de toda la humanidad en la ex URSS de la primera etapa
(“Y esta obra grandiosa tiene su importancia no sólo para Rusia, es una cuña en la obra de
liberación del mundo mismo… las cadenas que Lenin rompió en Rusia estaban preparadas
también para nosotros” –Adler, H. Vladimir Ilich Lenin; citado en el Prefacio editorial:
Marxismo y cultura en Max Adler, a la obra de Max Adler: La concepción del estado en el
marxismo; México, 1982), por tanto, no es viable para el futuro de ésta, sin embargo, dicha
improcedencia, no responde al efecto de la “caída del Muro de Berlín” sobre el proceso de la
historia (una sola economía, la globalización, sistema de “acumulación extensiva”: “capitalismo
remundializado desde mediados de los 70”), sino al reemplazo cada vez mayor de los brazos
humanos por los robóticos en la producción, puesto que de existir el proletariado (el cual ha
cumplido a cabalidad su misión histórica) significativo en número y no neotradeunionista, se
hallaría presente el sujeto de la revolución y su posibilidad 322 . La materialización de la
inmanencia humana en substratos objetivos y espirituales (la técnica y la ciencia) y la
propensión recíproca de incidencia en su progreso conjunto, es el eslabón decisivo del
movimiento de la realidad humana total actual; dicha determinación sostiene la tendencia de
abstracción del trabajo y la consecuente apertura del régimen de “democovivencia”,
constituyéndose ésta, en la tendencia fundamental de su desarrollo. “… para Marx el
comunismo es algo que está inscrito en la dinámica de las contradicciones de la sociedad
capitalista… ¡Maravillosa coincidencia entre los sueños de libertad y felicidad, el sentido
profundo e inmanente de la historia, y lo que el análisis científico de las tendencias de la
sociedad capitalista nos demuestra!” (Edgardo, Lander. Marxismo, eurocentrismo y
colonialismo; agosto del 2010) 323 . Si decesa la clase que representa el pasado, se va su
pensamiento consigo; la clase ascendente, por su parte, se niega materialmente y sus ideas se
ontologizan como necesidad de la vida que viene. En verdad, el futuro del género es marxista,
comunista. La ideología como falsa conciencia, como visión del mundo de la clase burguesa
(darwinismo social), debe desaparecer (está desapareciendo); mientras que la ideología
proletaria: el marxismo (igualdad en todos los aspectos, moral comunista, desarrollo multilateral
pleno, objetividad cosmovisiva) debe transformarse (lo está haciendo) en conciencia general de
la humanidad, paradójicamente para regir la práctica del cambio, coetáneamente al desmontaje
del establecimiento.
“El ser determina la conciencia” (Marx); empero, la “conciencia” se antepone al “ser”
(como de similar modo lo hace en la esfera del conocimiento, cuando éste construye pisos
superiores aún antes de que estuviesen edificados los inferiores –también Marx), se figura el
nuevo ser partiendo de esa determinación –el conocimiento que es la realidad transpuesta en
la cabeza y en ella elaborada-; ese modelo ideal prefigurado sirve de base para proceder a la
321
“Repasemos con un mínimo de realismo la época del ´bienestar´, las famosos ´años gloriosos´ del
capitalismo de posguerra del siglo XX: la revolución china, la guerra de Corea, la revolución cubana, los
levantamientos del 60 en el mundo entero. El eufemismo ´avances sociales en el capitalismo´ es absolutamente
engañoso: en la posguerra, con la revolución china, la mitad de territorio del planeta quedó bajo el dominio de
los regímenes que expropiaron al capital; a partir de 1959, con Fidel y el Che, la ola revolucionaria debutó en
América Latina. En 1962 con la crisis de los misiles asistimos a la posibilidad cierta de una hecatombe nuclear.
En el 68, los levantamientos obreros, estudiantiles y populares recorrieron el globo, de París a Praga, de las
luchas en el corazón del imperialismo yanqui al continente latinoamericano. La ofensiva del Vietcong iniciaba
la cuenta regresiva para los invasores en el sudeste asiático. En las metrópolis la clase obrera merced a la
colaboración contrarrevolucionaria de la burocracia moscovita era integrada al régimen burgués a costa de
importantes conquistas, luego de la carnicería espantosa de la Segunda Guerra en el medio del siglo” (Rieznik,
Pablo. Catastrofismo, forma y contenido; Revista: En defensa del marxismo, diciembre del 2006).
322
De modo definitivamente más claro (y recurriendo al material nocional descriptivo de la teoría administrativa
burguesa y, sobre todo, a los argumentos de Marx en su opúsculo: El Programa de Gotha), la división social del
trabajo fuente de la sociedad estamental y/o clasista, cesa al ingresar la “sociedad” a la fase completamente
automatizada del proceso de producción y de las demás esferas de realización de la vida, o sea, en el momento
en el que el trabajo humano en abstracto, pasa a ser parte de la historia. En realidad, incluso el acto de abolición
de la propiedad privada de los medios de producción no elimina la “institución” de la “división social del
trabajo”, puesto que si el grupo sigue trabajando, la división de tareas requiere de una función englobante,
suprasocial, burocrática: la coordinación (en general: de la organización, de la dirección, del control), la que
divide a la “sociedad” y la contrapone.
323
En el Ecuador, la contravía puesta frente a la susodicha calzada principal, es la propuesta teóricoprogramática
–modelo de política pública-: Ethos barroco y el buen vivir; el exceso de interés pragmático de
forjar una “ciudadanía universal” ha llevado al planteo de reforma educativa en la que se suprime el estudio de
los procesos y características propias en pro de abordar de modo comparado las religiones exóticas como las
orientales y el zoroastrismo.
251