Bajar documento - La nueva concepción de la historia

disímil frente al único patrón (el Occidental), por siempre, esto es, o bien se trazarán un
camino de respuesta propio para la pregunta filosófica: “cuál es la razón de la presencia del
ser humano en la tierra: para qué existe este ser”, o por sendero alternativo desembocarán en
el mismo fin, meta aquí vislumbrada con base en la observancia del paradigma de la
proyectación (extrapolación de las tendencias históricas de las variables estructurales de la
sociedad) como la necesaria realización de la plena capacidad de la inteligencia naturalartificial
conducente a conferir al ser humano, mañana más tarde, el status de gobernador
universal; por tanto, si se atalaya más sobre el largo plazo de la humanidad, se advierte cómo
todas las parcialidades humanas son formas genéricas que se dirigen a un mismo punto,
terminan por parecerse, asumir o imponer formas de ser autónomamente dotadas de un mismo
sentido (en el ejemplo demostrativo craso: todos los seres vivos en la naturaleza vienen
puestos para cumplir la sustentación cíclica de una estructura de equilibrio en ella: carnívoros,
herbívoros, fotosintetizadores; el ser humano es un caso particular: se somete en las primeras
etapas al despotismo natural participando como simple animal en sus ondas de
desequilibrio/equilibrio/ cambio estable, luego afectando su matriz provocándose inusitados
cambios necesarios para su propio desarrollo, y finalmente: en armonía natural y humana, en
la carrera espiritual).
Esta dinamia singular de prominentes parcialidades humanas, geográficamente
situadas en la esfera, se integra y subordina en y a la complejidad del mundo, la cual –a su
vez- se opone al desplazamiento coercitivo general de la especie; formas tenuemente
diferenciadas que se encuentran –en verdad- aisladas, y que se resisten a ser formal o
realmente subsumidas. El planeta, se torna fácil advertir, en el decurso presente, se organiza
en función del supuesto “civilizatorio” predominante, tanto en la dimensión entera de la
“formación”, como en la muy ocasional de la coyuntura (régimen de gobernanza en cuanto
designio del “mundo corporativo que difunde la idea de democracia y la financia, que pone a
títeres que fomentan el interés de los grandes consorcios desde los gobiernos”). El modelo de
reproducción económica de raigambre neoclásica, el cual se edifica en la premisa de
conformación y devenir de la base de la existencia: en la norma de la “libre movilidad de
factores” (asignación natural de orden formal, puesto que en su interior subrepticiamente
operan políticas neoproteccionistas), la etapa neoimperialista, marca la ruta de penetración
definitiva del capital y de las relaciones que de su presencia se derivan, en el planeta. En el
Asia, dicho patrón de acumulación se lo asume cual oportunidad de alcanzar el desarrollo
tecnológico y material en general; en Europa se disfruta (“si no puedes con él, únete a él”) el
sistema de mercado y el planteamiento neoconservador; en América hispana, por su parte, al
neoclasicismo en economía, se le advierte como una agresión, por lo que este continente da
respuesta al modelo, al sistema, pasando de la resistencia a la proposición (posición
evolucionista no maximalista); en los pueblos árabes –de tradición y fe conservadoras-, en
cambio, la presencia de políticas de mercado de signo neoclásico, se las asume como un
fenómeno de “agresión ideológico-militar” (dixit Francois Houtart).
En substancia, no solamente que el pueblo más desarrollado muestra el camino de su
propio porvenir al pueblo menos desarrollado, sino que es la fuerza de la corriente histórica la
que derriba todas las “murallas de Berlín” enclavantes (las asesinas interpuestas entre México
y EU, entre Israel y Palestina) y atrae para sí a toda forma específica de reproducción,
rompiendo su resistencia, en un mundo que forzosamente en sus particularidades (en su esfera
esencial determinante) se ha vuelto uno. Las relaciones sociales se reestructuran como efecto
del cambio en las formas de conciencia social en las nuevas generaciones por el influjo
exterior de la técnica y de los modos de vida de vocación mundial de Occidente (esto, para el
caso concreto en reflexión y en curso), hecho que en apariencia nada tiene que ver con el
conflicto puesto en la contradicción económica. Es un proceso de cambio interno, provocado
por la influencia de fuerzas externas (no obstante, la dialéctica de la correlación entre “lo
externo y lo interno”, no ha variado, puesto que al integrarse el mundo en un solo hecho, la
fuerza determinante de la contradicción interna aparece viva y en primer orden). En el bloque
de sociedades en las que su conciencia se halla simbolizada aún de modo fantástico, el
sistema interno –la propia vida- degenera; se va borrando de la memoria histórica el cuadro de
percepciones que hoy las anquilosan (tampoco les queda carta para el futuro), pues, sus
existencia, tal como hoy está, se vuelve disfuncional al propósito de más largo alcance de la
humanidad (la espera de estos pueblos no tiene argumento frente a lo que aspira de ellos la
meta histórica).
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