Bajar documento - La nueva concepción de la historia

(investigación-acción o al revés), consta en la colosal construcción de los llamados “mega
edificios” en Tokio; no obstante, este modo de ser histriónico: ¡no es el futuro del mundo ni
del género!; más bien: aquella es la tecnología para Marte, para otras vidas, para otro
“tiempo”.
“Mi lucha”: prosigue en ese plano. Se ha escuchado decir, sobre la conducta de
quebranto de carácter, que experimentan ciertas personas cuando han llegado a la madurez o a
la vejez: “¿me estaré volviendo sentimental?”. En el caso presente ocurre todo lo contrario.
Arrastrado por la corriente de la emotividad que domina incluso en el seno del pensamiento
objetivo, marxista, revolucionario (“La revolución es un acto de amor”, según lo afirmara el
Che), durante medio siglo de existencia la esfera afectiva, aunque no la intuitiva, ha sometido
al proceder vital, en grado proporcionalmente inverso al avance de la maduración de la
conciencia. Al marxismo se lo ha criticado (según opinión personal, inapropiadamente; y, lo
que es más grave, conspiración que lo ha puesto en jaque, dado que sus principales
“discípulos” han pasado apuros intentando demostrar, que la Corriente no solamente es
racionalidad) de falta de libertad individual (Ortega y Gasset, por ejemplo), de carencia de
humanismo (desapego a la realización concebida como consecución de felicidad hedónica),
exceso de racionalismo ontologicista, etc.; no obstante, estas críticas hechas en el pasado, hoy
ni nunca tienen ni tendrán pertinencia, pues, una humanidad cerebralmente madura será
objetiva en el pensar, seria en el obrar, frugal en su modo de vivir. Este es uno de los atributos
de la personalidad humana, más valiosos por venir.
El famoso “amor”, por mas que se lo edulcore con cualquier clase de fárrago logicista,
refinado, educado, es la forma más hipócrita de egoísmo; mírese bien: el macho se acerca a la
hembra por interés y la llena de tanto halago, mientras ésta mantenga el rol de objeto para sus
necesidades: tener compañía, servicio a sus órdenes, satisfacción para su explosión hormonal
y erótica, verse reflejado en un nuevo ser (la conquista de la hembra por el macho humano, es
la acción del cerebro izquierdo del macho sobre el cerebro derecho de la hembra, para solaz
del cerebro derecho del macho –aunque a la postre sea la naturaleza beneficiada y el cerebro
izquierdo de la hembra el que se reivindique). ¿Se acercaría un individuo a una mujer, que no
sea de su agrado, esto es, que su vida no sea medio para alcanzar sus intereses? Obviamente:
no (y viceversa). Por ejemplo, en un hato ganadero, su dueño invierte capital y sentimientos
(“el ojo del amo engorda al caballo”) en las reses, pero lo hace denodadamente porque ese
producto realiza su interés; si las reses fueran ajenas o no intervinieran en la cristalización de
sus expectativas: bien pueden morirse. Esta reflexión es extensiva al justipreciamiento de la
conducta de quienes trabajan “desinteresadamente” por el prójimo “posponiendo” sus
intereses, sacrificándose: esa es su ocupación, así se sienten bien, encuentran su justificación,
allí radica el sentido de su vida. Y: ¿el amor materno? Este es la mascarada efectiva, que
regula la realización de un interés puesto de modo natural, pues, ella es un instrumento de
conservación en la naturaleza, o sea, que enfrenta el peligro de que la ecología se desbalancee
o que se comprima la biodiversidad, estrechándose el marco para el disfrute hedónico de las
bellezas naturales.
Como está escrito en manuales de Zoología y/o Etología, los animales solamente
disfrutan del placer que les otorga la naturaleza; el ser humano, a más de los placeres
ontológicos (y de los dolores), se dice en “Antropología Cultural”, en Sociología, en
Psicología, generan una colosal masa de productos para incrementar su placer; si de este
modo se utiliza principalmente la inteligencia, en lo personal se lo cuestiona. Respecto del
parecer de Marx. Jamás el Marx maduro, no el de los escritos económico-filosóficos
antropológicos, se pronunció en términos hedonistas sobre el futuro de la humanidad; Marx
opinó en términos prometeícos, del progreso: “Y en su análisis sobre el régimen colonialista
británico en la India, Marx llega sostener ‘… y a pesar de todos sus crímenes, Inglaterra fue
un instrumento inconsciente de la historia al realizar dicha revolución’”, esto es, la burguesía
arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta a las más bárbaras. Lenin
tampoco lo hizo, y si bregó por la eliminación de la explotación, la dominación y la
alienación, no fue con el objeto de encerrar a la humanidad luego en la monotonía torpe de la
“civilización de Eros”. Stalin: ¡mucho peor! Stalin: ser humano recio, correcto; vivió frugal y
racionalmente como “ser humano de nuevo tipo”: trabajo, objetividad, razón.
De modo que la pregunta que cursa, para nuestros adentros, es: ¿me estaré volviendo
racional? Claro, en la etapa madura de la vida impera un proceder estaliniano (al menos en lo
personal) y una concepción singular sobre el “arte”: la conjunción sucesiva necesaria entre el
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