Bajar documento - La nueva concepción de la historia

La línea de partida del análisis y de la programación política no consiste en buscar, entre
varias opciones de futuro, de puntos de llegada, de posibles “metas”, la óptima según las
diferentes percepciones e inclinaciones 243 . Con motivo del presente escrito se procede al revés:
se plantea la posición a la que por fuerza y convicción debe llegar el ser humano en un
momento determinado (al “saber total”), y sobre ese objetivo (“visión de futuro”: somos la
especie que espera convertirse en el regente de la naturaleza mediante la aplicación más
intensa de la propiedad de la inteligencia para desarrollar el conocimiento y la tecnología) se
pone fija la mira: la meta racional (se la reconoce nada más) y se esfuerza por plantear la
misma en cómo actuar en el camino hacia él, de modo más eficiente y racional (“misión”:
auto esculpirse hacia Dios día a día, avanzar permanentemente hacia la condición
providencial; “estrategia”: generar cadenas de valor espiritual), de manera que la humanidad
no se desvíe de él (primero se pone la representación, luego el sustrato, aunque no se disponga
de la experiencia: del proceso registrado/en curso, como ocurre en el fluir de la existencia
humana, que sirve de referencia para la modelación predictiva). Hay que recordar, que existen
tres opciones y no más para el futuro humano: el hedonismo (capitalista eterno, neomarxista
humanista), la mitología (el Cielo, el Dios evangélico) y el ser humano supremo
(Materialismo Histórico supramoderno). ¿Habría alguien, que piense que Dionisio es el
camino y su proyecto el propósito de la vida? ¿Será sensato seguir hollando el orgullo del ser
humano con las ideas deístas-teístas? En realidad, los dos citados son caminos ni racionales ni
reales, pues, no concuerdan con la determinación o con la necesidad históricas.
Ante la humanidad se yergue el único sendero posible, respetable, justificable, para el
cual su fundamento es la fuerza de voluntad, la sensatez: aquel es el de índole racional, el que
ocupa a la inteligencia de conformidad con su razón y sobre cómo utilizarla con criterio,
según la determinación y necesidad históricas. El escepticismo en torno de la capacidad, valía
y poder humanos, viene de atrás: expresa el más obsoleto complejo de inferioridad, el mismo
que desgraciadamente se mantiene vigente y el cual, de seguro que también ejecutará sus
lances en el próximo futuro. Por ejemplo, Hegel (el gran Hegel: el buenazo de Hegel)
sostiene, que el instrumento de la mente no es adecuado para abarcar idealmente al Universo
(limitaciones en la herramienta cognitiva de la inteligencia); Godel blande el prepuesto de la
incompletitud del lenguaje (la simbología, por deducción matemática, es limitada); Lanz
sentencia que el ser humano es incompetente en su pretensión científicamente
multidisciplinaria (la imposibilidad de una epistemología filosófica); de Hipona alguna vez
escribió, que no se puede trasvasar el agua del mar a un hoyo hecho por un niño en la playa;
Báez dice que hablar en términos de “absoluto” –futurizar- es una conducta sospechosamente
metafísica (incapacidad de pensar en las dimensiones “absolutas”). Es práctico superar la
barrera comprensiva, especulativamente puesta por Hegel-Godel-Lanz-de Hipona-Báez a la
mente (la conexión en interfaz entre inteligencia natural-IA modifica el limitado instrumento
de la mente humana volviéndole infinitamente potente; el ser humano ideará nuevas formas
de representarse el mundo, como antes ha ido de la matemática elemental a la infinitesimal
–ahora se habla de la fractal-; no sólo un cerebro por separado, sino la humanidad en su
conjunto -Hawking- se hallan en capacidad de concebir y abarcar el producto-abstracción de
los “grandes números”; la evolución marcha al absoluto -de Chardin); por tanto, la teoría
clasista de antes en la gnosis, hoy pasa a ser la expresión de los intereses de toda la
humanidad: la “cuestión humana” (que es lo mismo que decir: la “cuestión de la
inteligencia”) 244 .
243
Las verdaderas opciones son (no los famosos futuribles que pueden ser “construidos”): 1) que el ser humano
no esté todavía técnicamente preparado (aunque ya puede desviar meteoritos) para afrontar alguna anomalía en
la operación del orden universal; 2) que los Halcones de Washington finalmente hagan estallar al Planeta; o, 3)
que el ser humano se enfrasque en el hedonismo ecologista, humanista antropológico del “buen vivir”.
244
Una persona allegada a la que garabatea las presentes líneas, se presentaba totalmente incrédulo sobre las
ideas planteadas: “es imposible que el ser humano llegue a producir el concepto del Universo: ¡eso nunca!”,
sostenía de modo tajante. Su escepticismo, su “complejo de inferioridad”, solamente se lo puede entender, en
tanto efecto subjetivo de la realidad del “tercer mundo”, puesto que en las mentes de investigadores de
vanguardia en ámbitos científico-técnicos pertenecientes al denominado “primer mundo”, la idea acerca del
dominio total de la mente sobre el entorno, se maneja con fruición. La única manera en ese momento,
conducente a “demostrar” la pertinencia de la hipótesis atinente a la propensión al máximo saber cómo objeto de
la historia, fue inducir a ponerse en las botas de un discípulo de Cristo (por ejemplo de Tomás): si se lo
anunciase que dentro de dos mil años el ser humano en la panza de un pájaro de metal iría rumbo a la Luna, el
señor apóstol dirá: “¡eso es imposible!”. En verdad, la realidad ha roto las impotencias de una forma de
imaginación.
222