Bajar documento - La nueva concepción de la historia

humano, o éste acelera el paso, domina dichas leyes y se pone a salvo de cualquier
anomalía estocástica, imprevisible, que sobre él pueda sobrevenir aniquilándole,
truncando el proceso y precisamente allí la ciencia y la técnica –no Eros ni la Biblia-
tienen la palabra). Expuestos de otro modo los hechos, se trata de la entera vigencia del gran
frente de lucha entre la emocionalidad y la racionalidad; emocionalidad, que es esencial
en las primeras etapas de vida (vida de sobresaltos, de imprevistos, de adivinación, de simples
afectos) de la especie y que la sustenta, conserva y multiplica (que impera en la animalidad,
en la niñez, en la pubertad, en la adolescencia y en la feminidad de ésta), pero que hoy debe
ser dejada de lado con respeto y agradecimiento 514 ; y, racionalidad (debilidad ante el saber
positivo), que fue somera, incipiente, en las primeras etapas de desarrollo de la humanidad, y
que debe enseñorearse a plenitud en la fase que adviene, puesto que es la encargada de dar
cuerpo a la verdadera esencia del género (el ser humano superior: trascendencia
inmanentizada), cuando hayan sido convenientemente solventadas las cuestiones “social”,
“espiritual” y “global”, e iniciada y realizada la “cuestión humana”: la comprensión objetiva
de la realidad, en tanto tal 515 . Dicho sea de modo necesario: está claro, que éste es el destino
común de la humanidad.
De lo expuesto en párrafo anterior, se desprende la conclusión lógica, acerca de que
Dios debe mantenerse siempre trabajando: diseñando el Universo, bloqueando la entropía,
promoviendo el desarrollo y frenando la injerencia conspiradora pérfida del Demonio sobre su
obra; es, en realidad, un genial administrador de las etéreas profundidades. Sin embargo,
juzgado el hecho, a partir de la pobre reflexión humana (para solaz de los creyentes), debe ser
fastidioso, monótono, ser Dios. Pobre Dios (como creación de un grupo de humanos): saber
que se tiene unilateralmente el poder, que se sabe todo, que se puede hacer todo, que se está
en todos los lugares al mismo tiempo, de modo intemporal: presente eterno. El ser humano
tolera la vida, porque está, concreta la propiedad permanente de la materia: el movimiento, el
cambio, hasta antes de perecer. Pobre el “ser” inmortal: ser esclavo de esa determinación, que
al fin debe cansar, fastidiar. Es por eso que no hay, no puede haber Dios, según la
contradicción lógica y la contradicción real; es del todo absurda dicha idea, en la medida en
que las pequeñas especulaciones que contiene la Biblia e incluso los desarrollos conformantes
del discurso teológico ensayado por las actuales generaciones basándose en ellas, resultan
ingenuas, impresionantemente insensatas, puesto que ponen en el “cuerpo” de Dios,
características acotadas por los procesos, hechos y realidades dados en el mundo humano real.
Dicho sea de paso: ¿serían recusables estas aseveraciones por el propio Dios –de existir? El
esfuerzo lógico alternativo: ¿no tendría más, que ese letal destino? Estas blasfemias: ¿no
conllevan otro mérito, que el castigo? ¿De esa única manera autocrática se procedería frente al
derecho de pensar de modo libre? El ser humano va a llegar hacia su desarrollo a plenitud;
ahora bien, este postulado está lejos, muy lejos (y también cerca, muy cerca) de aquella
concepción hegeliana de la historia, para la que la ésta es vista como “… el movimiento
progresivo del espíritu mundial hacia la libertad”, ya que el “… desarrollo social se cumple
con necesidad objetiva…”, el cual permite “… prever el curso del desarrollo histórico y
determinar el carácter de los cambios sociales ya maduros…” en dirección de la negación de
lo dado.
En la puja entre cerebros materialistas e idealistas (burgueses), la balanza se ha
socialista o en una vertebración ocasional de los dos –el socialismo coadyuvó en el cometido, luego de lo cual
dejó la historia); 4.- que este Dios (ser humano inmortal, que conoce todo, domina las leyes del Universo y, por
tanto: que lo gobierna), es el único que realiza la “libertad” renunciando a ser, puesto que no pude ser Dios “por
los siglos de los siglos” (Big Bang, Big Crunch, Big Rip).
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El ser humano actúa: por reflejo (acción autónoma del cuerpo, pues, dicha operación autoprotectora no pasa
por la conciencia ni por la voluntad), por deseo, por necesidad (dejar inyectarse), por convicción (decisión
consciente de ser). Si bien todas estas formas de conducta operan en una persona, también las mismas se van
ubicando en orden progresivo, jerárquico, en el proceder humano, mientras el clúster o el individuo maduran
cronológica y mentalmente.
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“… todo lo real en el terreno de la historia se convierte con el tiempo en irracional… (la emocionalidad)… y
todo lo que en la cabeza de los seres humanos es racional… (la racionalidad)… está destinado a ser real por más
que se contraponga a la aparente realidad existente” (F. Engels). Aunque se puede aducir, que las nuevas
condiciones de la realidad deben tener expresión estética (y en la estética contemporánea), el mundo ya tiene
demasiada literatura, música, pintura, escultura, arquitectura, cine, teatro, gastronomía, como para que se siga
invirtiendo talento en dichas actividades sensitivas primarias; a no ser, que la acción espontánea la población,
por razones profesionales (económicas) o de búsqueda de ocupación para tantas personas en el globo, sea lo que
justifique su vigencia.
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