Bajar documento - La nueva concepción de la historia

concurrencial; se realiza plenamente en la etapa monopólica en su carácter político
todavía asociado a la noción de Estado nacional; a continuación esta estructura se
descentra, se vuelve organizacional e institucionalmente flexible y de supraestructura
transnacional, en su orden de imbricación (no obstante, en la circunstancia la palabra
“imperialismo” ha perdido su carácter categorial cognitivo).
Este proceso: ¿evoluciona hacia la formación de un poder mundial institucionalizado?
¡No! Los vertiginosos cambios neoconcurrenciales producidos últimamente en el planeta
(caída, separación de los Estados del ex campo socialista y su integración a Occidente; los
proyectos unionistas de Europa y Asia; la irrupción de China como gran potencia; la
creación de UNASUR,...) y sin embargo inherentemente adversos, no le dan “tiempo”
(cabida, oportunidad). La sociedad burguesa, en su pretensión de concretizar una
superestructura mundial como analogía superior del modelo estatal nacional (los “poderes
ocultos”), deja del todo la escena histórica, pues, creadas las bases necesarias –en el plano
humano, luego de dada una más o menos larga etapa generalizada de caos, de anarquía
global- se estatuyen los principios de la nueva conciencia y se crea un verdadero “sistemamundo”
(en postulación como “sistema económico integrado de carácter vertical: sector I
y II” de Sismondi y Hobson), la que viene siendo la fase que niega y supera la forma de
sociedad anterior: anula las relaciones sociales clasistas arcaicas en las que hasta ahora se
han desenvuelto los individuos y afirma el desarrollo de la técnica vertebrada con el
despliegue pleno de la esfera de la espiritualidad.
De manera que, únicamente si se formase una sociedad imperial global, cabe pensar en
la mutación de la población del planeta en ciudadanía; o sea, si y sólo si el mundo se
volviese un Estado, es cómo se crearían las condiciones constitucionales, legales, para que
sus habitantes formen algo como: “ciudadanía mundial” o “sociedad civil” hemisférica. El
“neoconstitucionalismo” promulga tal desenlace para el proceso 1592 . Pero ese carácter, no
va a adquirir el gremio humano, por muchas razones perfectamente conocidas (el carácter
dialéctico del proceso humano), e incluso debido a que modelos fracasados
experimentados en la particularidad de las economías “nacionales”, de las subparcelas
identitarias de libre tráfico, alertan al género y le incitan a descartar su reedición en el
nivel del plano general. Ahora bien, es verdad que la especie, convertida en un solo
organismo, requiere de mecanismos globales para proseguir en orden (derechos
universales); no obstante, no debe perderse de vista el hecho de que lo que generaliza,
también particulariza; mientras que la evolución automatizada de los procesos
administrativos, induce la conducción social de modo impersonal.
Por otra parte, deberes y derechos, constituyen percepción y norma de conducta, que
prima en agrupaciones humanas en las que esquemas de liberalidad institucional,
promueven la retención del excedente social en ciertas capas, las que se reproducen en
forma territorialmente concentrada (la ciudad); es ese entorno, el cual también es el
equipamiento para la reproducción de la colectividad y de su progreso en la esfera de la
racionalidad, el modo de vida en cotidianidad, que transparenta índole de “ciudadanía”.
Incluso en la esfera de la transición misma, todas los requisitos, que el conjunto ha puesto
a cada elemento que lo compone, de forma que se mantenga vigente el marco adecuado
para la realización de la vida, pierden sentido antes de desmoronarse y dar paso a las
nuevas comprensiones y reglas, de un ser que se reconceptualiza a sí mismo en coherencia
con las transformaciones materiales en curso.
¿Por qué se habla siempre de derechos? El derecho a la vida es un principio
suprasocial, natural: hallarse apto para cumplir un rol; los depredadores cuentan con
garras para su consagración, las “presas”, con mecanismos de protección con similar
objeto: es un derecho en cada lado, en permanente cuestión y conquista. La soberanía es
expresión directa del poder; en ella, se realiza las atentas diligencias, que dan curso a las
demandas reproductivas del grupo: los derechos territoriales, para que la inteligencia se
reproduzca y pueda cristalizar su propiedad. La discusión sobre los “derechos” se halla
vigente, por cuanto las necesidades se han visto incrementadas y en tanto un grupo (el
minúsculo sector dominante) ha coartado el encuentro y operación de los mecanismos
para su satisfacción. De “derechos” solo se habla en el período “social” de la humanidad
1592
Este proceso si va a tener lugar en segmentos humanos localizados: Estado Constitucional de Derechos, que
permea el diseño de políticas públicas constitucionalizadas, por el cual el Gobierno es un “potente planificador
de políticas”.
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