Bajar documento - La nueva concepción de la historia

instancias de la intelectualidad, la academia, la burocracia y el “cafetín” (neocabezones), que
acontece desligada –representación- de la base material de la existencia, deriva en expresión
ideal: formulación de una forma de percepción que sintoniza con el cotidiano modo discursivo
de ver de la “multitud”). Toda esta gente opina, por tanto, “desde (sic) la creencia, no desde
(sic) el saber”. ¿Por qué? Porque como su trabajo de reflexión se ubica siempre en las
dimensiones de la superestructura y de las formas de conciencia social muy
compartamentalizadas (región jurídica, política, del lenguaje, de las instituciones y de la
ideología psicológica, moral y artística), esto es, lejos de la estructura de reproducción real de
la vida (a la cual desechan proterva, alevosamente), sus productos subjetivos son sobre todo
simples construcciones, especulaciones (por ejemplo, en algún lado Foucault dice que el siglo
XXI es deleuziano: “pasaje de la ‘sociedad disciplinaria’ a la ‘sociedad de control’”; en el
presente escrito, en cambio, se afirma, que el siglo XXI y el tercer milenio, serán
completamente marxistas, marxianos: comunistas) 735 . Es cierto, por otra parte, que por su
ubicación eurocentrista todo este talento ve al mundo con ojos europeizantes, en el sentido en
el que esa conducta generaliza esa visión y aleja del protagonismo mucho más a la actuación
de los pueblos postneocoloniales; aunque es verdad también, que ciertas voces de la periferia,
puesto que se hallan más acá de quienes se hacen notar en la dinamia social hemisférica,
miran (pretenden, como A. Quijano, por ejemplo) con ojos domésticos el mundo.
Es un pensamiento instalado en o propio de la transición; transición en sentido doble:
homogenización global de la existencia humana y “deconstrucción” histórica de su base
sistémica, por tanto, “relato” desestructurado, populista, profusamente oracular: rechaza la
forma de sociedad estatuida, pero no propone un nuevo rumbo viable, puesto que su
diagnóstico es irreal, pues, carece de definición de clase, de conceptualización teórica
pertinente, científica (¿Para qué la verdad?; es una de las preguntas del posmodernismo; y,
como no se encuentra respuesta, se pasa groseramente a rechazar el discurso científico: el
discurso preformativo por excelencia), objetiva, axiológica superior (de fundamento teórico, o
sea, de prerepresentación objetiva: del faro para la conciencia en su relación gnoseológica con
el “objeto de conocimiento”, dado que el reconocimiento –tomado en sentido cabal dicho
término- semeja el proceso y la resultante del acto de superposición de placas radiográficas: la
forma representada cerebral y la que se halla en la realidad: si coinciden, se reconoce, si no se
ajusta la mente a la realidad) 736 . Esta conducta expresa el estado mental de vaguería e
impotencia para dedicarse a producir el “gran relato” total sobre la multifacética y dinámica
realidad humana global, cósmica, universal (en verdad, sería poco contentarme con conocer
un pedazo, un momento, el sentido simplemente abstracto de los hechos), la que ha llegado a
ser totalidad concreta, sistemática, orgánica, con determinación, que por hoy se destotaliza y
está pasando a dar lugar a una nueva totalidad en un nivel más encumbrado de relaciones
humanas y propósito: democovivencia, y conocimiento y dominio sobre la realidad (C.
monopolio). De manera que, la condición que dé carácter a una reflexión madura, seria (Foucault, se sabe que
murió de SIDA y se supone como contrajo dicho mal) provienen de la “disposición” de Marx: “Parte de las
condiciones reales y no las pierde de vista ni por un momento”. El extremo racionalismo de poner reglas de
antemano (Lecho de Procusto) al pensamiento para que produzca la idea con el fin de cambiar de conciencia,
sea por necesidad de decir algo nuevo, no es pues, el acto de “reconocer la realidad por medio de otra
interpretación”.
735
Empero, no se niega que los trabajos de Foucault hayan permitido descubrir la estructura de la dominación
en su entera magnitud, en su totalidad y profundidad, tentacularmente diseminada en cada intersticio social, a
saber: que el poder, al ser una relación, está en todas partes; que el poder, no sólo que reprime, sino que
produce efectos de verdad y construye conocimientos; que el concepto de poder hace referencia a los
mecanismos particulares (micropoderes), que parecen susceptibles de inducir comportamientos y discursos; y,
que los lenguajes del poder, no son descriptivos sino prescriptivos. Pero allí también hay mucho zumbido de
devaneo.
736
Es evidente, que el bloque de pensadores hecho referencia más atrás en el texto principal, que ya no se dicen
marxistas, abiertamente han sustituido la “lucha de clases, por una lucha de ideas”, o por una teorización al
detalle de ciertos aspectos del sistema burgués (no obstante, en cuanto crítica al sistema, su presencia, su
acción, se hallan justificadas, aunque el producto de su trabajo docto, sea tan sólo la reproducción especulativa
multiplicada –sus seguidores). En realidad, el mundo entero se ha vuelto populista, no en el sentido de falta de
ideas, de carencia de puntos de vista (aunque sí para el caso de la eclosión de las necesidades, frente a las que
la técnica pasa a desempeñar un papel político, en cuanto aparece demagógicamente como la que debe atender
todo y a todos), sino en la medida en que se trata de una etapa de transición, de paso necesario de “unas
comprensiones a otras”, como efecto de la incidencia sobre la mente del proceso de mudanza experimentado en
la realidad.
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