Bajar documento - La nueva concepción de la historia

sigue: ondas largas humanas (no clasistas, clasistas y pos clasistas); ondas intermedias (tres
formaciones clasistas: esclavitud, servilismo, asalariado; esto es, la “sucesión de sistemas de
clase, cada uno con su modo de extraer ingresos para su clase dominante”); y, ondas cortas:
las fases componentes del “ciclo de vida” de la formación económico-social burguesa:
concurrencial o ascendente (industrial premonopólica), monopólica o madura (financiera
imperialista) y sobremadurada o neoimperalista (tecnológica degenerativa). Esta –la teoría de
las ondas largas humanas-, propone ver al itinerario de la especie como movimiento de
choque entre tendencias de desarrollo de continuidad conflictiva, realizado sobre la base de su
reorganización permanente. Todo este proceso singular de distinta proyección histórica,
política, económica, ocurre en el interior de dos ondas súper largas: el período que va de la
“edad de la piedra” (por ubicarlo cronológicamente de algún modo, puesto que el mismo
arranca con el homo sapiens sapiens naturalmente acabado) hasta la del robot, la que puede
ser vista como lapso de conformación del ser humano como sujeto de pensamiento, de la
racionalidad, en el que tanto el trabajo como la esfera sensorial dejan de tener carácter
esencial en el movimiento de la existencia humana (trabajo y praxis pierden su carácter
inmanente), una vez que han jugado el papel conformativo de la conciencia, en la procreación
y en el de ser vehículo de aceptación de la vida en el lecho de la afectividad, cada cual por su
parte. En la nueva fase: cuadro social mas bien de equilibrio, la cual emerge –como es
obvio- de la estructura precedente (mediada, no obstante, por un interregno transicional: el
“socialismo del siglo XXI”, la sociedad de pensamiento globalmente estratégico, etc.), el “ser
social” –en primer lugar- sucesivamente empieza por perder las virtudes estético corporales
clásicas (cualidades garantía de la manutención y la procreación, la denominada era
posmoderna se detrae, puesto que el narcisismo de la perfección del cuerpo –la anorexia- y el
hedonismo se niegan por realización excedentaria en el sentimiento de antiposmodernidad);
trátase, pues, del preludio asociado con el inicio –en segundo momento- de la cesión de sus
propiedades intelectuales conducentes al pleno saber, en la que la conducta indagativa y los
procesos de inferencia lógica ingresan en el polo de discontinuidad dialéctica, mediatizados
por la incidencia creciente de la operación de las máquinas pensantes. De modo que el
comportamiento del género no puede inhibirse de describir la órbita campanular completa 1070 ;
o sea, evadir el condicionamiento formal inscrito en la zona restante del patrón gaussiano: el
sistema burgués se cierra, una vez generados los presupuestos sobre los cuales se alcen los
magníficos episodios de riqueza espiritual y de conquista humana de “ultramar”
-“ultrasideral”- (el género desborda el planeta, esta vez, no obstante, lo hace habiendo dejado
atrás su cascarón de formas relacionales –y finalidades- clasistas, anacrónicas, irracionales,
iracundas; proceso –in fact- empotrado en la superación del principio universal gaussiano al
que se acomoda formalmente todo sistema orgánico: el incremento creciente de la magnitud
de la depreciación del capital fijo) 1071 . En efecto, la sociedad burguesa, en tanto que concreto
universal, ha hecho su ingreso en la etapa de su mudanza, la cual hoy –por lo tanto-, marcha a
1070 En la historia del capital, con su debida definición estructural y delimitación temporal (e incluso espacial:
su carácter nórdico-occidental), se destacan cuatro subformaciones: 1) el proceso de acumulación primitiva o
su génesis; 2) época de la reproducción simple; 3) la fase de la reproducción ampliada; y, 4) el momento de
reproducción degenerativa, de transición. Subjetivamente, por tanto, se tiene en frente la “onda larga”,
matemáticamente modelada, del capital. No obstante, a fin de o mistificar la historia: la conversión del trabajo
en mercancía, los procesos de acumulación originaria y la composición agregada plana de las escala
empresarial, definen la etapa competitiva del capitalismo; la emergencia del monopolio, la fusión del capital
bancario con el industrial, el capitalismo de Estado, la formación de los grandes conglomerados
multinacionales, componen la fase imperialista del ciclo; y, el indicador de la relación capital/trabajo, el de
economía monetaria/economía real y el índice de la PEA desocupada y subocupada (paro tecnológico), perfilan
la fase de descenso, degenerativa del capitalismo (la globalización, la cima, el concreto).
1071 En verdad, el capitalismo dio sus primero pininos libre y concurrente, la competencia condujo al monopolio
y al indetenible progreso técnico en marco de despliegue de su misión histórica: forjar los presupuestos
materiales del mundo nuevo: el sistema automatizado de abastecimiento de la vida, mas ahora se está
preparando para su clausura, no sin antes recoger sus pasos retrotrayéndose hacia su fase superada: la forma
mercantil simple, libre y concurrencial, socializada; de esa suerte dan fe el capitalismo accionario, la
relativización de la jerarquía, de la hegemonía y del poder en el seno de la “unidad de negocios”, el
agotamiento de la macro escala económica ineficiente (incapacidad de adaptación funcional frente a la
incertidumbre, a la rapidez de las transformaciones del entorno, a la imprevisibilidad, esto es, todo el nuevo
discurso económico, ambiental y social de la empresa), las nociones sobre “sociedad de pequeños
emprendedores solidarios”, el “nuevo socialismo” como negación y recuperación de roles en un mismo agente:
capitalista y trabajador unidos en él, colaborar y no competir, etc.
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