Bajar documento - La nueva concepción de la historia

La referencia a la actitud del poder mundial ante la realidad y sobre qué propósito se
figuran para la humanidad (si es que existe en dicho sector una preocupación de ese orden),
debe exponérselo bajo el título: “La irracionalidad, la incivilización de la cúpula capitalista de
EU, UE, Japón, Israel, Canadá, Australia”. La neotriada solamente propone el propósito
neófito, pérfido, burdo, de seguir sometiendo al mundo, a la historia a sus intereses de
dominio y nada más (“generar burbujas, socializar las pérdidas: la Agenda Global, para la
humanidad, hasta ahora se ha encontrado secuestrada por grupos elitistas como el G7”); en
realidad, la “cortedad de miras” de los sectores citados, hace que carezcan de un objetivo
trascendente para la humanidad, como tampoco para sí mismos. Por tanto, ¿concuerda con la
perspectiva histórica y con el objetivo racional, lógicamente inferido para la humanidad: la
“divinización” humana, los propósitos, la visión de futuro de los arietes del capitalismo, la
cumbre estratégica, los tomadores de decisiones (Bilderberg, los Halcones de Washington, la
Trilateral, el FMI, FEM, el BM)? Evidentemente: no. Sobre Rusia, los hechos están claros: la
nueva derecha de ese país, se ampara bajo el programa imperialista clásico conducente a
ingresar en la puja por el dominio del mundo. Sobre China, es necesario precisarse su
pensamiento, su propuesta, esto es, hacia dónde conducen el proceso interno y su estrategia de
incidencia sobre el mundo y qué objetivos concretos allí se tiene para la humanidad; este país
se declara postulante de la tesis del “socialismo de mercado”: sociedad mixta capital chinocapital
transnacional, lo cual le permite contar con capacidad de maniobra progresista; sin
embargo de cristalizarse dicho modelo, el mismo no va a sobrepasar la “visión de futuro” del
capitalismo y la del socialismo clásico (felicidad humana otorgada por la libre operación de
las leyes del mercado o desarrollo multifacético en igualdad, en su orden). En las
circunstancias, la racionalidad de los hechos viene dada, a falta de conciencia y voluntad, por
la “dictadura de la realidad”. Por allí se va la vida ¡y punto!
En ese marco, la caracterización ensayada en torno del sector que se halla al frente del
proceso de renovación de la historia: principalmente América Latina y las bases populares de
América Lusitana, cuya fuerza no puede ser frenada por las dificultades de la marcha
(reprimarización, reneocolonización, alienación tecnológica), dejan entrever su naturaleza de
vanguardia, pionera; por el momento, la Europa civilizadora (colonizadora) del mundo debe
contentarse con recluirse en los vagones secundarios del tren de la historia; en efecto, tras
América Latina, Lusitana y el Caribe, va el mundo 119 . El cuadro político del subcontinente, es
Discursos y contrahegemonías, conducen a desplazar las formas de vida segmentadas y secularizadas endógenas,
propendiendo estimular la conversión de la población en actores político-civiles, no en escenarios simbólicos de
adopción y lealtad al arquetipo clásico del sistema ortodoxo económico de Occidente (esa hora ya pasó en el
planeta), sino en la corriente que contesta al stablisment y encausa su marcha hacia la “deconstrucción” de la
forma de vida vigente, en la búsqueda de la alternativa. Este tipo de occidentalización, a la luz de la tendencia
dominante, puede ser catalogada como no reaccionaria; y, más bien, progresista, incluso en Cuba, debido a que
la forma de intervención de los individuos en los asuntos constitutivos de la esfera colectiva (de la “rex
pública”), ahora pasa a la esfera del mercado y la economía (se recupera esa realidad y su noción): dé cohesión
socialista, en la medida en que esta transformación es necesaria para sostener el sistema e integrarse al rumbo
por el cual va el mundo.
119
En la consideración fáctica: la correlación teórica entre “poder constituyente” y “poder constituido” se ha
tornado básica en el marco de dirimencia de las pujas políticas en curso; naturalmente, luego de producida la
praxis marxistaleninista que recuerda el mundo (en el seno del poder, el primero es reclamado –como se sabe y
ha ocurrido en la historia- para operar actualizaciones, calibraciones, reacomodos, en las estructuras económicas
y de dominación -clásicamente: fuerza y consenso- establecidas o para realizar transferencias –incluso procesos
de acumulación primitiva- de poder entre un sector y otro. Para el sujeto del cambio (lo fue el proletariado y lo
son todas las voluntades que deconstruyen el paradigma capitalista), la Asamblea Constituyente es el
instrumento que niega el establecimiento y crea la nueva forma social en unidad de acto. El poder político
(capacidad de tomar decisiones y de disponer su ejecución) se levanta sobre el poder económico (la propiedad
del capital): en la historia siempre ha sido así. El desarrollo desigual del capital, las diversas fracciones (división
sectorial de la economía) continúan generando disensiones (y dependencias) a su interior (competencia,
contradicciones). Estas fracciones se mantienen en lucha entre sí por el “poder del Estado” (por el “poder
político”, dicho en términos no fetichísticos, o sea, por ejercer sobre las estructuras plasmadas que encarnan
predecisiones –poder constituido por ellos: la Constitución y el sistema jurídico-: acumulaciones que permiten la
operación de la estrategia –dominación a largo plazo-, y límite en el que se tomarán y ejecutarán las decisiones
tácticas: permanente cambio conservador), esto es, sobre cómo utilizar la Constitución, el sistema de leyes, las
Fuerzas Armadas y los otros órganos de gobierno (incluidos los Tribunales de Justicia) con el objeto de sostener
sus intereses, hacerse con la hegemonía, avanzar hacia el monopolio. El pueblo y la clase trabajadora, en cambio,
continúan la lucha contra el capital, no para aprovechar esos instrumentos y aparatos (el gobierno, las Fuerzas
Armadas, etc.), a efecto de sacar adelante interés particular alguno, sino para anular, transformar los estructuras y
aparatos vigentes mediante el recurso a la realización de asambleas constituyentes, y crear nuevos instrumentos y
aparatos de conformidad con las demandas modernas de la historia.
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