Bajar documento - La nueva concepción de la historia

En la trama de las líneas precedentes, se hace alusión a la fácil concepción idealista
burguesa de la vida, tanto como a la materialista clásica o a la revisada de esta última: Light,
folclórica, asexuada, inclusiva, tolerante, de la “alteridad”, hedonista, culturalista, esteticista,
eticista, a la que en el Ecuador se le ha dado el mote de “buen vivir”. El común denominador
para algunas de las susodichas posturas socio-políticas, es cierta posición antropocentrística,
como es lo propio; valoración absoluta de la especie, que no debe ser un tipo de narcisismo
humano por sí mismo, o sea, apelación a un argumento de razón centrado sólo en el ser
humano y en sus demandas deísticas, liberales, estéticas y hedónicas. El ser humano debe
liberarse de las ataduras naturales a su carácter, y de aquellas artificiales artificiosas,
inadvertidamente impuestas por la creatividad de los negocios, en ese sentido directamente
funcionales asociadas a la reproducción del capital; el frente popular está llamado a hacer lo
propio, puesto que la gran mayoría de sus miembros ha conseguido sobrevivir en el marco de
realización de los simples negocios. Pero las personas no pueden dejar de cumplir su rol
exclusivo en tanto poseedoras de la propiedad de la inteligencia. El ser humano es un ser
esencial; de veras: es el centro del mundo, un ser muy especial, único (valoración
tendenciosa puesta, aun a despecho y por sobre ese criterio bizarro, de quienes relativizan su
posición –la del género humano- y lo colocan en la misma línea de importancia de otras
especies inferiores): no por sí mismo y su proceso (en la consecución del cielo, en la
liberación de clase, en la realización estética de Eros, en alcanzar el status de “súper ser
humano” como ser liberado de las pasiones), sino por cuanto debe cumplir in extremis la
potencia de la propiedad máxima que le diferencia de todo y la que debe ennoblecerle si hace
uso apropiado de ella y en su entera magnitud: la inteligencia, y cuyo despliegue abarca el
cruento proceso (hasta hoy: año 2009) de auto justificación racional (en el mismo, se realiza
la Virtud suprema de la conciencia, según la apreciación griega clásica: el anhelo de la
perfección). En una palabra: como marxista, ateo, satánico, materialista, en este discurso no
existe lugar para dioses o demonios, para plantas o animales: ¡sólo lo hay para el ser humano!
(Nietzsche mató a Dios en Zaratustra y lo reemplazó con la Tierra, con la madre naturaleza; la
conciencia que se expone en las presentes anotaciones, en cambio, ignora, pasa por alto la
noción de Dios, reconoce a la Materia y en lugar de la Deidad coloca al ser humano).
La consideración expuesta anteriormente, no quiere suponer, que hayan pueblos e
individuos simplemente accidentales, innecesarios, en la esfera y en la historia, o sea, seres
que se hallen viviendo sin razón (como vendría a ser el caso de las llamadas nuevas “formas
de vida laboral” de Occidente, de productividad rápida, con redes globales, centrada alrededor
de proyectos, es decir, la “vida wired”: “… el trabajador es obligado a constituirse como una
empresa individual que vende sus servicios a la empresa capitalista” 622 ; esto es, la estrategia
posmoderna de sobrevivencia, de bárbaros hípermodernos no poseedores de medios de
producción conducidos a hacer de todo con su inteligencia para no morir de hambre); o, que
se deploren de modo a posteriori y a partir del sentido de la perspectiva de la moral post
clasista, las guerras, el poder, el dominio, el exterminio, etc. (la historia humana se ha
realizado de ese modo, hasta alcanzar status de racionalidad generalizado; estado que es
producto directo del desarrollo material de la especie, y quien ha dispuesto las conductas de
recusación frente a toda circunstancia de discrimen intra humano). Lo cual quiere significar,
por su parte, que tampoco se admita la extrapolación del cruento proceso de evolución
humana al futuro, mucho menos que no se ensaye una justa valoración sobre el papel jugado
por la fase humana burguesa, en la forja de la racionalidad y del sentido de la humanidad. El
capitalismo, en el carácter de la idea expuesta, goza de ubicación y justificación plenas en la
historia; el ideal marxista (y ahí se advierte la genialidad de Stalin: del más grande dirigente
político que ha dado la humanidad; ni Ramsés, ni Moisés, ni Atila el Uno, ni Darío, ni
Salomón, ni Alejandro Magno, ni Julio Cesar, ni Gengiskan, ni Cleopatra, ni Moctezuma, ni
Guayna Capac, ni Simón Bolívar, ni el corzo Napoleón Bonaparte, ni A. Lincoln, ni Pancho
Villa o Emiliano Zapata, Francisco Morazán o José de San Martín -desgraciadamente el
extraordinario Lenin estuvo poco tiempo al frente del proceso-, ni Mao, ni el gran Fidel
Castro, ni Daniel Ortega –Espartaco, Fidel y Hugo, por supuesto- se igualan o están al nivel de
José Stalin: ser humano bueno, caritativo, humilde, genio, estratega), propendió hacer lo
622
“En todas estas formas de relación salarial, la esencia de la explotación en cuanto a la relación entre trabajo
necesario y plustrabajo apropiado previamente, no solo no desaparece sino que se intensifica” (Stolowicz,
Beatriz. El debate actual: posliberalismo o anticapitalismo; en: ANALES, revista de la Universidad Central del
Ecuador, Nro. 386, Quito marzo del 2010).
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