Bajar documento - La nueva concepción de la historia

permea la cristalización de las nuevas relaciones sociales); la “revolución bolivariana”: es
simplemente proceso evolucionario, hecho que es producto del desarrollo de las fuerzas
productivas y de la histórica acción política proletaria.
Además, la ley de hierro del siglo XX, es una reflexión estructuralista; democracia: el
socialismo no es compatible con este régimen político (político: régimen de las sociedades
clasistas); el ejército “garante del sistema bolivariano”: es el pueblo venezolano y sus fuerzas
políticas las que han sostenido el proceso, fuerzas que movilizaron a la población (en el
Golpe) y obligaron al ejército a definirse (pero, más bien la reacción de capital en Venezuela
ha sido tibia por cuanto “La revolución” aún no le ha tocado); Ilustración: proyecto utópico
burgués (pecado de rechazo a “lo burgués”) de la etapa competitiva del capital; todo lo que
puede hacer la humanidad en Estado de Derecho: ir al monopolio; la postura política que se
propone es “compatible con una lectura posible de Marx”: ¿con el Marx de la Comuna de
París?, ¿del 18 Brumario de Luis Bonaparte?, ¿de las Luchas sociales en Francia?, ¿con el que
criticó acerbamente a Bolívar?; comodidad burguesa: la derecha puede ceder su banco
categorial, si la oposición es inocua; en realidad, la historia en Venezuela, no empezó con
Venezuela; no es la conciencia, la verdadera interpretación de Marx o su consecuente
vertebración con otros paradigmas, lo que explica el éxito del fenómeno venezolano
(Bolivariano –sic), sino el impacto en dicho subconjunto humano de la marcha general de la
historia, de la que la voluntad es su consecuencia. Empero, esta “critica” sobre las tesis
expuestas en el prólogo, no busca desautorizarlas, puesto que se asume compromiso con el
gran proceso venezolano, al que se desearía estar vinculado más estrecha y realmente, del cual
se espera mucho (además, se dice que ese es el proceso por el cual, en la coyuntura, se va
definitivamente la historia); lo que se trata es de ripostar la desautorización, que los autores y
el prologuista del libro: El orden de El capital. Por qué seguir leyendo a Marx de Carlos
Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero hacen del marxismoleninismo indebidamente
ubicados en cuasi otra perspectiva. Strictu sensu, lo que hoy es el mundo es expresión directa
del proceso político humano, que tuvo su expresión vívida en la Revolución de Octubre, en el
socialismo de Lenin-Stalin, en el socialimperialismo de Jruschov-Corbachov y en las luchas
populares desplegadas en el planeta, sobre todo en el siglo XX.
Algunos estudiosos sostienen que Hegel no ha sido superado; y, frente a prominentes
marxistas que concluyen que Marx rebasó a Hegel, contrapuntean con la afirmación de que el
marxismo solamente significa el desarrollo de Hegel (debe hacerse notar, a ese respecto, que
el proceso de superación de un pensador –o Escuela- por otro, no responde a determinaciones
metafísicas, o sea, que dicho encumbramiento sea simplemente producto de la mejor
racionalidad de una unidad de inteligencia privilegiada; por el contrario, es el movimiento de
la realidad, que se supera a sí misma como estadio anterior, la que se refleja en nuevos
contenidos de la mente, que resultan mejores que los precedentes y que conducen a que un
cerebro aparezca como mejor que el anterior necesariamente). Sin embargo, Marx reinterpretó
(ruptura epistemológica de clase) el pensamiento hegeliano, lo reestructuró para hacerlo
operable tanto teórica como prácticamente, lo desarrolló otorgándole atributos económicos y
sociológicos (totalidad), lo utilizó en la intelección de la realidad (el análisis del modo de
producción capitalista, en particular: “La lógica de Hegel, siempre a juicio de Marx, es el
disfraz metafísico del automovimiento del capital” –Krahl, Hans-Jurgen. La introducción de
1857 de Marx; fotocopiado) y lo volvió práctico, revolucionario; en ese sentido, Marx
ampliamente superó a Hegel 1555 .
El término “modernidad” (posmodernidad), con la que subrepticiamente se ha querido
sustituir al marxismo de buena o mala fe, no es una noción sustantiva, que haya sido acuñada
por una persona teórica de carácter. Tampoco es sucedáneo de categorías teóricas
rigurosamente fundamentadas, que permiten la aprehensión conceptiva de la realidad, como
son las leyes expuestas por Marx respecto del movimiento de la historia y la sociedad. Una
serie de palabrejas nacidas del “desencanto de la razón”, que han sido patentadas por adhesión
legitimadora de conciencias no rigurosas (modernidad, posmodernidad, ethos, cultura,
sociedad civil, complejidad, etc.), en tanto ideológicas, ofuscan la mente, son abstracciones
preconceptuales, malas y dañinas. Es el caso del término aludido de “posmodernidad”, creado
y utilizado sin más por una serie de estetas (poetas, novelistas, cineastas, pintores, músicos,
1555
Hegel y sus predecesores prepararon las condiciones conducentes a la producción del salto en la historia:
ese es su aporte y nada más; y, es Marx el que ha dado el salto: la verdadera inauguración de la historia en el
conocimiento y en la práctica.
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