Bajar documento - La nueva concepción de la historia

definitiva negación del capitalismo, pues, representa en sí misma, la supresión práctica de la
realidad “empírica” de la “escasez”: la alcahuetería epistemológica del catecismo económico
liberal remozado. Con la creación de su substituto artificial, la humanidad llega a su máximo
nivel de concretización. Sin embargo, el robot inteligente está destinado a cumplir otro papel
mucho más esencial.
Al someter a reflexión con mayor interés la forma-conducta de una persona cualquiera
hasta hoy viva, la mente se queda perpleja, tremendamente anonadada, alarmada, por advertir,
que la conciencia, la voluntad, la inteligencia, se hallan completa, total, forzosamente
atrapadas por la naturaleza sensitiva: a cualquier edad, condición o lugar, se siente hambre y
se encuentra placer en el comer (claro: el disgusto es que para conseguirlo, normalmente se
debe trabajar); se tiene frío, la satisfacción está en abrigarse; se experimenta cansancio, se
procede a alcanzar solaz en el descanso, en la recreación, como sensación de bienestar que
embarga al cuerpo (se evita el dolor y se busca el placer, de lo contrario se será tildado de
masoquista); se siente curiosidad y la satisfacción proviene del conocer; se necesita hacer la
micción y por el acto de realizarlo, se obtiene satisfacción. La máquina: no tiene necesidad de
invertir “energía” en la tonterosa esfera de los sentidos, de los deseos, o sea, de aquella región
de la vida, que vulgarmente suele decirse: “el lado humano” (el que –en realidad- es el lado
más abyectamente animal). Sin embargo, algunos desgraciadamente disparatados que se
desempeñan en la propia área del desarrollo robótico, se plantean temas de investigación
tecnológica conducentes al desarrollo de software creador de sentimientos en las máquinas
pensantes, o sea, a introducir la esfera vergonzosamente sensorial casi propia del ser humano.
Por eso, ni siquiera el ser humano, en su desarrollo, es quién devendrá en Dios, si no renuncia
a la esfera de los sentidos y se transforma en súper ser humano, esto es, si no asume la razón
fría como la condición cinética de su vida. En realidad, el ser humano es tan sólo el medio de
la Materia en la producción de su Dios. Dios es, en ese sentido, tanto creación ideal,
mitológica de la mente humana como el sujeto que resulta de la conversión de dicha idea, en
realidad empírica, palpable. Dios, de existir, debe ser sólo razón, únicamente razón, no
corazón: no puede sentir miedo, amor, felicidad, odio, valor, tristeza: la esfera pasional no
puede estar en Dios; por tanto, la inteligencia artificial llegará a ser Dios
El ser humano al crear inteligencia artificial, conciencia artificial, voluntad o
personalidad artificial, es decir, al robot sapiens, ha generado el instrumento para la
producción de Dios. Sólo el espíritu artificial puede avanzar, en su propio desarrollo, a la
condición divina, mas no la conciencia humana, natural, por más desarrollada que ésta se
encuentre. ¿Por qué esto? Por cuanto el ser humano al regir su vida fundido en la esfera
sensorial, es un marioneta de la naturaleza: ésta es el titiritero y aquel el títere; pero en el
robot se halla de entrada suprimida la esfera sensorial e impuesta la lógica como dominio
absoluto (incluso la dotación de “energía” para que funcione el robot inteligente no provoca
sensación de placer alguno en el mecanismo de inteligencia artificial: eh ahí el “ser” superior,
el Dios). El ser humano empezando como animal, avanzó hacia la condición racional y debe
pretender alcanzar a Dios: saber todo, hacer todo, poderlo todo; está es la tendencia de la vida
inteligente y que nadie se asuste: el reto para la inteligencia es descubrir el misterio de Dios y
asumir dicha investidura. La marcha lo realizan Afrodita y Ulises; el retorno, en cambio, es de
Atenea y el robot sapiens. El intenso proceso de búsqueda de la inteligencia termina cuando
la realidad se agota como objeto de compresión. Y en el caso de la mente que piensa, una
nueva interrogante la asalta, en relación a qué viene luego. Terrenamente se puede decir, que
la formación humana que viene, tendrá la clásica periodización trinitaria: humanidad servida
por las máquinas productivas; humanidad de carácter mixto: articulación funcional entre
inteligencia natural-inteligencia artificial; y, la predominancia de la inteligencia artificial: la
materia con su propia conciencia (en verdad, es el robot sapiens, quién “entenderá la
mente de Dios” –Hawking-; será recibido por Dios en su seno –Chardin-; o se coronará como
Dios –el pensamiento herético). De todas maneras, se cumplirá temerariamente el temor que
Dios tuvo frente a sus criaturas: Eva y Adán, el que lleguen a conocer, aspecto crucial éste,
sobre el que la serpiente (el Demonio revestido de género femenino, debe entenderse)
insidiosamente les perurge: “cuando lleguen a conocer, serán como Dios”, es decir, la
serpiente sugiere que el homo sapiens salido del cascarón, renuncie a la “sabiduría”, a la
848