Bajar documento - La nueva concepción de la historia

Un solo y mismo principio “utiliza” la materia en su devenir progresivo: ensaya eventos
múltiples, de entre los cuales: uno se compone como óptimo y por ahí se va la historia de
modo reiteradamente progresivo; es ésta su forma de operar, de modo continuo y cíclico. Por
ejemplo: en la espontánea generación del Universo a partir del despliegue de innúmeros
lances fallidos, éste se consolida, estabiliza y “procede” a reproducir a su interior procesos
similares al que le dio origen: producción de una variedad de homínidos; en el homo sapiens,
múltiples “culturas” se forman, como modo de protección ontológico de la inteligencia (es
decir, de esas familias ampliadas que son la etnias: formas genéticas, históricas, materiales y
espiritualmente afines). Precisamente, una hipótesis sugestiva bonapartista fuerte, que se
maneja a propósito de las presentes anotaciones, refiere a que la operación estocástica de la
materia, debe concluir cuando el ser humano dotado de conciencia superior (de conocimiento
científico de las leyes macro cósmicas de la materia) pase a direccionar los procesos ciegos de
ésta, eliminado el riesgo, las sorpresas, las incertezas, esto es, reduciendo las “deseconomías”
temporales (el que deban transcurrir millones de años hasta finalmente acertar) inscritos en el
divertimento de los dados, para tornar todo lo que toca –como el Rey Midas (the time is gold)-
racional, eficiente, seguro. Es verdad que la Materia, el Universo, la Naturaleza –en su libre
auto movimiento-, no tienen sentido por sí mismos (éste lo pone el ser humano al llegar a un
determinado estadio de su desarrollo: el ser humano descubre, que debe crear el sentido de y
para todo); pero: materia, Universo, naturaleza, si tuvieran conciencia, sintieran vergüenza de
verse reducidos a ser simple instrumento de realización de la vida instintiva de animales y de
ciertas personas, que se dedican al juego, al descanso, a la distracción y al placer (incluso en
el trabajo). En el sentido dado, una definición de “ser humano”, puede consistir en: unidad
mínima de inteligencia (de pensamiento, de conciencia); de lo cual se colige, que el género
constituye –por el momento-, mas bien: la intermitente red de conciencia, dada entre estos
nodos, mediante enlaces habla/audición y visuales (de intereses reales), dispuesto en una ruta,
que por azar también lo traza. Pero la inteligencia abre camino mientras avanza, produce y
reproduce el vehículo sobre el que se mueve, con la orientación de la Ley que promueve la
continuación de su expedición: el espontáneo salto de etapas inferiores hacia superiores; ahora
bien, la inferencia lógica le permite no perderse, no alejarse de la vía: la razón deductivoinductiva,
se ubica como tendencia en el juicio, en el mar de contratendencias azarosas
(incluso a su interior la humanidad agresivamente se constituye y reconstituye: ese su motor,
su carácter “lábil”: la humanidad se estructura y se desestructura a la “temperatura” de la
existencia material).
Este “ser”, no obstante, no se encuentra acabado todavía al llegar al instante de su
conformación por parte de la naturaleza (si la naturaleza en su movimiento evolutivo es la
madre de las características antropomórficas del ser humano, el legítimo padre de la
conciencia es el “trabajo”, el cual en el presente retrae todo su poder magnificente); este
proceso terminal de autosuperación permanente corre a cargo de su contextura intrínseca
(hecho, que no es mas, que un proceso de devenirse otra de sí misma, de la materia en cuanto
tal): en el movimiento de transformación en “homo sapiens” –en el trabajo, en el trabajo
productivo- produce la conciencia en su determinación material, la cual, posteriormente, la
realiza en su determinación espiritual (autoproducción del ser y la conciencia). Y ésta es una
contribución, de la materia altamente desarrollada, a su completa estructura (ahora bien, la
materia permanentemente se planteará una pregunta sobre sí misma a través de su esfera
racional; siempre la conciencia la responderá, dando paso –con eso- a una nueva interrogante;
en efecto, se insiste: si todas las respuestas estuviesen a la mano, perdería sentido la
reproducción generacional de la especie: la producción de nuevas unidades ontológicas de la
conciencia (no habría razón para la existencia de la etapa de la juventud en la escala humana:
de la fase encargada de reponer a la especie) y habría concluido el dolor que le provoca a la
conciencia el no conocimiento y el deseo anhelante de llegar a él. Del mismo modo como
ningún sujeto social deja la escena histórica antes de haber cumplido su misión, el ser humano
también debe cumplir la suya; además, la persona supera definitivamente su papel de
marioneta, cuando pasa a comandar las operaciones evolutivas de la materia, al mismo tiempo
que ésta deviene en “consciente”. Al momento, la forma más prístina de otorgar un rol a la
conciencia de vanguardia –de igual modo como de darle un contorno subversivo- es devenir
en instancia mediadora del paso de quien es poseedor de la más alta, novísima y totalizante
le atraen poderosamente, que le inducen a probar otros cuerpos, ser objeto de otras caricias. Para el caso, no
queda más que dos alternativas: a.- la represión y b.- la traición, cada una con sus respectivas afectaciones.
303