Bajar documento - La nueva concepción de la historia

proceso natural la forma humana de la materia?
Para concluir esta parte de las presentes anotaciones, en una nueva referencia a los
últimos escritos de E. Wallerstein (como en el de la ocasión arriba citada) a propósito de la
sinceridad exhibida en ellos, puesto que declara que no sabe qué sistema viene después del
capitalismo, debe de modo paladino manifestarse (para llenar este horamen en la especulación
teórica prospectiva y la de muchos otros), que la humanidad se dirige en bloque hacia la
forma relacional “comunista robótica” (el capitalismo integró, homogenizó a la especie, y la
dotó del sistema automatizado de producción y del resto de esferas de la vida; el socialismo
estimuló dicho proceso y puso el fundamento ideológico de la nueva “sociedad”): esa es,
precisamente, la forma histórica, que supera, anula y reemplaza al modo de existencia burgués
(Marx, Engels, Lenin, Stalin,... estuvieron en lo cierto entre 200 y 50 años ah). La fase en
vigencia es la transicional, en la que el capitalismo desarrollado, sobremadurado, parasitario
de las multilaterales, la financiarización y la gobernanza (EU, Europa, Japón), completa el
proceso de robotización, mientras que el capitalismo subdesarrollado, deformado, bloqueado,
dependiente, contrahecho (Malasia, África, Porto Alegre, ALBA,...), erige las nuevas
relaciones “sociales” (humanas), a medida que los monopolios y la competencia seden paso a
las PYMES y a la colaboración, y en tanto el vector de la automatización acelera el paso para
encontrarse en un preciso punto con la nueva humanidad que ha perdido la noción -todo
interés- por el trabajo (como la juventud acumuló para abastecer a la vejez, el capitalismo ha
trabajado en la robotización para sostener a la “vieja” humanidad). Este proceso (el que tiene
lugar en el interior de la transición) es histórico-sociológicamente de carácter mixto: se halla
(por una parte) predirigido por la impronta de la lucha obrera y popular pasada como por el
socialismo de primera etapa (1917-1956), y es un movimiento subyacente al propio progreso
de las fuerzas productivas (por otra), el cual deviene coronado por la racionalidad de la
agenciosa actividad ciudadana 1182 .
En la inmediata coyuntura componente de la subfase transitiva, el proceso geopolítico
en curso en América Latina, en la primera década del nuevo siglo, es un rico momento de
recomposición de fuerzas, que le confiere carácter de experiencia diferente, puesto que no se
trata de simples procesos democráticos eleccionarios comandados por los inveterados
caudillismos o definidos por el marketing político. Consiste, mas bien, de incidencias
componentes de un fenómeno de viraje histórico; es obvio, no hacia el socialismo, sino de
formación de un polo de poder, dado en el progresismo (neoliberalismo con rostro social) de
ciertos gobiernos (Lula, Kirchner, Vásquez), que situándose en el ámbito de la política
internacional, como medio de integración sudamericana, crean un frente de mancomunidad
económico-político alternativo al hegemónico estadounidense, con lo cual afinca la tendencia
de formación de un mundo multipolar compuesto por varios centros de poder regional 1183 .
Este, no es un modelo contra el capital multinacional, sino antitético frente a la hegemonía
estadounidense (pero también la formación de una economía productiva, no solamente
comercial). EU, por su parte, pretende bloquear la creación de esas unidades geoeconómicas
integradas por varios “mercados emergentes” (como ya se lo efectuó antes con los
planteamientos del ALCA y los TLC, con el sabotaje que a la formación del MERCOSUR se
hizo por parte de Menen y Fujimori) a través de Colombia en el área andina, de México y de
Centroamérica. Este intrincado forcejeo, ha creado escenarios sociales de aparente
1182
En referencia al caso cubano, al libio y otros, J. Posadas (El Estado revolucionario y el socialismo), por
ejemplo, asume la tesis fetichista (personificación de un aparato histórico), curiosa, ateórica (a la cual su autor
la llama comprensión de realidades no vistas por Marx, Lenin y Trotsky) de “Estado revolucionario”, como
aprehensión subjetiva de la tercera naturaleza de ese instrumento expandido (la globalidad socioeconómica y
política de una sociedad, en el interior de la cual está el gobierno como realidad coyuntural), de cara al Estado
capitalista y al Estado socialista, que sostiene que fueron reconocidos por Marx, Lenin y Trotsky, y que es el
puente –transición- entre el capitalismo y el socialismo. Esta tesis insólita ha sido completamente vapuleada por
los fenómenos de implosión del socialimperialismo (a la cual lo llama burocracia in abstracto) y de
globalización (en realidad, fase de verdadera transición, esto es, de negación mutua entre el capital y el trabajo
o de implicación recíproca, en el momento de vida humana presente).
1183
“La hegemonía aplastante de los años 1990 no es sustituida por otra forma de polarización dura (como fue la
bipolaridad en la época de la Guerra Fría) sino por una situación muy original (no tiene paralelo en la era
moderna) de despolarización que le abre el paso a una suerte de multipolaridad floja de futuro incierto. Mientras
la superpotencia declina no emergen centros dominantes de reemplazo. Amplios espacios del sistema mundial
aparecen así sumergidos en un capitalismo difuso, sin control imperialista fuerte (por parte de potencias
declinantes o emergentes).” (Beinstien, Jorge. América Latina en la trampa progresista: el reinado del poder
confuso, 2006).
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