Bajar documento - La nueva concepción de la historia

no es un proceso únicamente malo. No en todo momento el ser humano puede actuar de forma
racional; es necesario que se den ciertas condiciones materiales, como que el desarrollo de las
fuerzas productivas se halle en cierto nivel. Sólo cuando la ciencia y la técnica permitan
producir proteína en forma industrial, el ser humano puede dejar de sacrificar animales, es decir,
actuar con sentido racional 247 . Los movimientos ecologistas y sociales precisamente han
eclosionado una vez que el grado de dominio gnoseológico de los hechos de determinadas elites
admite asumir conciencia sobre la conducta antrópica del capital y sus efectos.
La importancia de una concepción 248 . El capitalismo es una etapa necesaria y
fundamental en el proceso inconsciente de modelación del itinerario humano, sobre todo en
momentos en que el nivel de conciencia sobre los hechos del mundo, alcanzado en las etapas
primeras de la especie, no le permite a ésta: a su elite pionera, comprender la totalidad del
movimiento histórico y actuar de modo racional en coherencia con su momento en ella (hoy
mismo, el nivel de cretinismo de los managers europeos -2011-, es sintomático). No se puede
abolir el más acabado y eficiente sistema encargado de asignar “eficientemente” la
inteligencia en el más ágil y vertiginoso proceso de desarrollo de las fuerzas productivas, sin
que se cause letal amputación a la composición sistémica prometeica de la razón; pero es
posible acortar la duración de la etapa burguesa, una vez que la conciencia ha captado la
forma vectorial general y el designio históricos, así como la función humana en el proceso y
la meta de la vida racional, y –por tanto- de motu propio, por consenso, someter al
capitalismo, entrar a completar su papel, cuando el grado de libertad alcanzado (conciencia de
la necesidad: el rol y el peligro de que este modo de producción desbocado destruya a la
especie y a su ontología) lo permite, tanto como sortear el peligro de que “por hacer bien se
termine peor”, o sea, pasar de la perfidia capitalista al marasmo animalizante del hedonismo
(calidad de vida, felicidad sensualista). Marx, en un punto dado de su existencia, como
“científico”, comprendió el hecho.
Marx dice (de modo particular en Los grundrisse: su primera obra científica totalizante
–razón tienen las apreciaciones de M. Godelier sobre las etapas evolutivas en la formación
conductual de Marx: Marx filósofo-humanista, Marx político, Marx científico-, en la que se
ve a un Marx prospectivo, que se abre completamente hacia el futuro como efecto del influjo
de la derivación lógica de la estructura científica de su pensamiento maduro; esa la razón por
la que el marxismo “no es historicismo”, en cuanto se asume su carácter predictivo, contrario
a la vocación coyunturalista idealista gramsciana de la “filosofía de la praxis”, que es
superada cuando el trabajo –el ideal material que debe hacerse realidad- ha perdido su
carácter básico): 1) que la razón del capitalismo en la historia, es crear la base material del
mundo nuevo (con todas las letras dice: fase juvenil, de la febril acumulación); 2) cuando
cumpla esta función en la automatización (una vez desplegadas todas las potencias que caben
dentro de sí), concluye la ley del valor y el trabajo pierde esencialidad, se despoja de la
aureola de su maravillosa melena; 3) que la lucha proletaria se dirige a comprimir el período
de vida de la fase burguesa y a reducir los dolores del parto (la clase obrera –la revolución- es
la partera de la historia, la que insemina, espera y recibe la nueva forma humana: “… a cada
cual según su necesidad”); y, 4) plantea que luego el ser humano desalienado, liberado del
trabajo físico (comunismo, humanovivencia), se dedica a aprovechar del “trabajo” de las
máquinas, a conocer y a dominar la naturaleza (en realidad, en rigor sólo hay tres prácticas
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Son las ballenas, que antes fueron (a parar en las tripas de esos japoneses amarillos) sacrificadas para sostener
la inteligencia y plasmarla como conciencia, las mismas que hoy –por ejemplo- permiten ir tras sus
descendientes, ya no como alimento, sino en pro de su preservación y auxilio (cuando la proteína de alto valor,
que no lo produce ningún vegetal, está siendo posible obtenerlo artificialmente). Producción artificial de proteína
de alta calidad con la cual 1) continuar atendiendo dicha necesidad básica y, 2) para no tener que retroceder en la
vida: volverse comedores de insectos, como práctica inducida por los nuevos supuestos éticos, pues, los insectos
tienen neuronas sensitivas y también sufren al momento de su consumo, animales que todos modos como las
gallinas, las reses, etc., terminarán en el paladar de los animales carnívoros.
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Para muchas personas como la implicada en estas notas, la de Marx es una conciencia guía. Sin dicha arma
intelectual: uno se sentiría derrotado; en realidad, al evaluar la vida, una vez cruzada la línea de la década de los
50, se sabría fracasado. Cuando ya se puede discernir, asombra como la vida “ha pendido de un hilo”: ha
oscilado entre el desperdicio y el sentido, pues, se pudo haber llegado a la edad madura soportando una carga
pesada e inútil sobre los hombros de la conciencia: el pensamiento económico neoclásico, la filosofía idealista, la
mitológica religiosa cristiana católica o su cambio por la luterana, preso de esa concepción política tramposa de
la democracia. Pero no: Marx fue quién nos abriera los ojos, por eso se es libre, luego, uno se felicita por haber
conseguido enrumbarse bien; y, es por lo mismo que no habrá miramiento alguno en valorar en alto grado la
herencia marxista, el profesar permanente respeto y agradecimiento a la persona de su creador.
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