Bajar documento - La nueva concepción de la historia

interés ninguno, en alguna tarea seria se debió buscar ocupar la vida, puesto que se estaba
vivo, una vez que –además- se descubrió que la realidad había sido cambiada en su esencia y
que el redondeo de ese cambio debía realizarse por la propia historia asistida por la actuación
política de los herederos del proletariado, volviéndose todavía menos indispensable el
activismo político personal.
En realidad, para quién, existiendo en el seno de grupos humanos escindidos, ha
puesto en un segundo plano el trabajo en política, por las razones antes citadas (el capitalismo
básicamente está muerto en razón de la actuación proletaria: teórica -Marx-Engels-, política
–Lenin- y operativa –Stalin-, por lo cual las fuerzas productivas se han reempoderado del
movimiento de la historia y a las que sirven las luchas de “baja intensidad” subversivas),
solamente le queda volverse tardíamente empresario (decisión que no es optativa), ingresar en
la clase explotada, hacerse monje, volverse ebrio o recluirse en brazos de la ciencia: para
nutrirse de ella, para apoyar su difusión (o sea, dedicarse a pescar “ovejas” para el rebano del
eretismo) o quizá para extender su campo.
La posición estructural condujo a establecer la balanceada sinergia entre el status-rol
asalariado burocrático intelectual, la participación en política en condiciones de “bajo perfil”
y la priorización de la reflexión científico-filosófica, conducente a subsanar el “desconcierto
vital” que produce el golpeteo en el cerebro de las grandes interrogantes sobre los misterios
del mundo. La evaluación propia sobre la actuación personal, una vez que se cree haber
llegado al punto culminante de la vida (también tempranamente: los 50 años), debe tomar
como referencia máxima ese objetivo: alcanzar el más alto grado de conciencia sobre la
realidad.
Pasando a otro tema. Su trabajo está dedicado a varias personas. ¿Cuál la justificación?
Todo en este documento ha sido planeado en consideración absoluta a la
intencionalidad política combativa deliberada inherente al mismo (política, concebida como
categoría perceptuada en términos marxistas: lucha de clases por el poder del Estado). Si una
expresión no se alinea en esa dirección, la misma está demás y ha sido una pérdida de vida.
En ese lineamiento se inscriben, por tanto, las dedicatorias. Empezando por la carátula: ésta
representa en forma simbolizada la idea completa que trata el documento, esto es, la historia
empotrada en el Universo, la que en cuanto idea es el espejo en el que se mira la materia;
concretamente: se inicia con la “gran explosión” por la que, de entre múltiples alternativas
que abortan, una es viable y se va adelante formado el Universo; luego aparece el ser humano
(algunas de las figuras que más se admira en lo personal) que crea la idea del “ser”, se vuelve
eterno y al final debe decidir si se mantiene como tal o renuncia y permite que del Big Crunch
se pase la Big Rip.
La primera dedicatoria se la hace a aquel gran pensador marxista ecuatoriano: Agustín
Cueva Dávila, que preclaramente se enfrentó al stablisment y a los cachiporreros criollos
(ecuatorianos) del gramscismo y del neomarxismo dedicados a despotricar contra el
marxismoleninismo, que se hallan enquistados en instituciones de “educación superior”
socialdemócratas que ofrecen postgrados. La segunda va dedicada a la mujer en la persona de
tres mujeres estrechamente vinculadas a la persona que le habla: su hija en primer lugar (a la
que se ha pretendido educar, no como mujer, sino como ser humano, con el propósito de no
consentir que sobre ella imponga el machismo ni que quede a merced de la profusa
parafernalia de las locuaces impugnadoras/defensoras de género), su madre y la madre de su
hija, éstas dos últimas personas: excelentes seres humanos. La tercera dedicatoria se lo hace a
Manuela León y Fernando Daquilema, pareja de esposos indígenas chimboracenses, que
lideraron el más grande levantamiento realizado en el Ecuador republicano, que puso en
ascuas al poder; en la persona de ellos se rinde homenaje a todos los luchadores
pertenecientes a lo que hoy se ha dado en llamar “pueblos originarios”.
La cuarta dedicatoria se lo hace a José Stalin, en reconocimiento del extraordinario
aporte que el más grande dirigente político que ha producido la historia, ha dado a la
humanidad, y a la vez por cuanto hay (habemos) quienes se identifican(amos) con él; pero
también para contrapuntear con quienes, por razones anodinas de todo orden, se han dedicado,
se dan a la tarea y los que optarán por esa misma conducta, a vilipendiar al Gran Iosif.
Finalmente, la última dedicatoria es a la memoria de Atahualpa: al símbolo de la nacionalidad
o identidad ecuatoriana, que se dio el lujo de unificar a todo lo que hoy es el subcontinente
hispano-luso americano, en aquella fugaz institucionalidad, que de Tahuantinsuyo paso a ser
el Reino de Quito, bajo la regencia precisamente del gran Atahualpa, el verdadero
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