Bajar documento - La nueva concepción de la historia

merecedor al salario: no ha invertido “energía” elaborando materia prima, pese a que el
“tiempo” haya pasado-, la cual debe reponer: no con “tiempo”, sino con la “energía” –la masa
muscular y cerebral gastada o empleada por una vida que trabaja- almacenada en los
productos mediante su consumo, lo que equivale a decir: con la “energía” contenida en ellos).
En consecuencia, el “tiempo” es una noción fetichística poderosa: su percepción y
nocionalidad proviene del pasado (carece de substancia inmanente; mas, domina la captación
del movimiento de la vida). Por ejemplo: cuando una persona no tiene nada que hacer, su
percepción no encuentra en qué dedicar el “tiempo” disponible, desocupado; de esta manera,
el tiempo aparece no como la medida y dirección del movimiento, sino como una abstracción,
que se desprende de su realidad propia. Algo análogo ocurre con la velocidad de circulación
del dinero en el mercado burgués, pues, a la mirada parece que éste circulara por sí mismo
imprimiendo su propia dinamia; pero, en realidad, el dinero circula y lo hace a cierta
velocidad, de “acuerdo con la tasa a la cual las mercancías entran y salen del mercado”. En
economía convencional –verbi gracia-, en la etapa de evaluación de un proyecto, la noción:
“valor tiempo del dinero”, ¿con qué mecanismo reflexivo/expositivo reemplazar esta
“formulación lógica”, cuando de lo que se trata es de captar el hecho real por el que el dinero
gana interés o se deprecia –en una “comunidad” mercantil monetaria moderna- con el “paso
del ´tiempo´”? De manera que el tiempo debe ser considerado de forma no ontológica, es
decir, no como aquel proceso real, que tiene efecto sobre la vida, sino en su naturaleza
simplemente hepifenomenal: como un recurso de la mente al que de modo imprescindible
debe recurrirse, en vista de que la conciencia colectiva está estructurada de ese modo.
Nótese en este punto, que es posible superar dicho fetichismo por años replicado
(intento realizado dos párrafos atrás, en el ejemplo, en este documento, del reemplazo del
término “tiempo” por el más concreto de “energía”, en Economía Política marxista); no
obstante, es difícil desmontar la serie de ideas reificadas asociadas al uso de la noción:
“tiempo”. En realidad, incluso el uso de la palabra “energía” para medir el esfuerzo de trabajo
realizado por el obrero en la producción de una mercancía, constituye una postura subjetivista
de la mente, que propugna captar el hecho real, puesto que el trabajador no gasta energía
alguna mientras trabaja; por el contrario y en sentido objetivo, el desgaste es material, de
masa corporal, la que debe ser recuperada en la alimentación mediante la realización del
salario 1246 . Ahora bien: ¿cómo y quién puede dedicarse a la tarea de reestructurar párrafos,
textos enteros, paradigmas y la vida subjetiva misma, modificando la terminología
inapropiada que allí se usa, sustituyendo el fetichismo con la verdadera nocionalidad? Es
verdad, que esta inquietud puede ser tan sólo personal y únicamente un divertimento; empero,
la misma tiene razón valedera en su planteo, sobre todo de orden epistemológico.
Son tan absurdas las especulaciones que sostienen que por haber encontrado partículas
que viajan más rápido que la luz en el experimento de la colisión de Hadrones en Suiza, se
1246
Sañudamente, una vez más. No es el tiempo el que da el valor a un producto, sino la “energía” gastada en
su fabricación (conversión de materia prima utilizando para el efecto máquinas complejas y simples, “energía”
humana intelectual y física, métodos, conocimientos), “energía” que va (distribución) parte hacia la reposición
de la “energía” intelectual y física gastada por el obrero (costo del trabajo), otra porción al dueño del negocio
para reponer la “energía” pasada (depreciación) y la fracción restante para el consumo capitalista y la
inversión neta. De manera que Mario Bunge tiene razón parcial cuando sostiene, que paradigmas o parte de
ellos no pueden trasladarse de una disciplina científica cuyo objeto de conocimiento en muy distinto; no lo tiene,
en cambio, cuando de transpolar conceptos específicos se trata (el mismo concepto de “energía” que se utiliza
en Física, puede ser utilizado en Economía; por otra parte, la noción de “energía”, es equívoca, esto es, la idea
en torno de la existencia de una “fuerza sin masa” –“si Dios da vida”, como dicen los creyentes, ese parece ser
uno de los frentes de trabajo y batalla intelectual, que debe aprestarse a dar en el futuro personal inmediato: el
pensamiento como materialidad). Por su parte, en el área física del conocimiento, el defecto está en haber
creado una noción (artificio) con la cual la mente puede captar un seudo atributo sin substancia física de la
realidad y luego haber ontologizado dicha noción (eso ocurre con los términos “tiempo” y “espacio”: la
gravedad es producto de la curvatura del espacio/tiempo); a decir verdad, no es que existimos en el tiempo: es
el tiempo el que existe en nuestra cabeza a partir del momento en que fue creada esta noción; en realidad, el ser
humano es una forma de movimiento (orgánico-inteligente), que vive o forma parte de otro movimiento: el de la
materia en general. Este movimiento general, “empezó” antes del Universo (de la gran explosión); pues, el
movimiento es propiedad absoluta de la materia: es su condición mutua. La explosión creó una forma de
movimiento y el proceso de expansión del Universo (esto es, no creó ni el tiempo ni el espacio, cono
normalmente se cree, puesto que su supuesto ya existía: el movimiento); incluso el proceso de expansión o
movimiento de alejamiento de las galaxias unas de otras, puede verse como proceso de acercamiento entre ellas
(por alejarse de unas, se acercan a otras). Por tanto, la “gravedad cuántica” no es un hecho empírico, aunque
se pretenda darle sentido lógico: generación de universos de la nada.
790