Bajar documento - La nueva concepción de la historia

agridulce, que combina en unidad de acto tanto la tristeza como la alegría (Caminito de
Huancayo, cuantas veces he llorado…; Ese pollito que tú me regalaste... pío, pío, pío...,
porque soy cholo y bien macho…, zapateando, zapateando,…; …amarillito, amarilló, flor de
canela …la sangre del Pueblo tiene rico perfume…; …paga la cuenta, sinvergüenza, para
pedir cerveza, si tienes plata…-¡Ah! Chicas mañaneras: mishas de lujo). La danza elegante,
rítmica y graciosa de la Saya; y, la Zamba brasileña de los Garimpeiros, de las favelas. En
Ecuador, degustar del pasillo: “Sendas distintas”, de Carlota Jaramillo, en un disco de acetato
antiguo. Escuchar la música de los inigualables Aymará: los Inti, de Bolivia Manta (errante:
en una isla de totora, habitando una casa también de: totora): “A las orillas del Titicaca, sobre
la arena grabé tu nombre…”; “De Bolivia vengo bajando, sabe Dios si volveré a la tierra
donde nací, clavelito, clavelito…”; ¡cuánto brío y elegancia!:
“Tarja tierra querida… tierra de sauces (coperos),
de los churquis, y donde el río es cantor.
¡Que viva mi tierra!, tierra ay tarijeña…”;
(voz humana grabe, charango, zampoñas, quenas y bombo). Al Sur y hacia el naciente,
Mercedes Sosa, la inclaudicable “Negra”: Duerme, duerme negrito, que si el negro no se
duerme viene el diablo blanco… -(la Marina Real, la Guardia Pretoriana en las Malvinas)-
…Trabajando duramente, trabajando si…”. Poner término al periplo con Pablo Neruda (el
entrañable amigo de ruta del Gran Presidente Don Salvador Allende –“…en la historia no hay
revolución sin armas…”; “…es difícil y hay que darse generoso…”), en el "Amor de los
marineros...".
Retornar a la entrañable llacta cuna (“Camino a Carapungo voy,...”) y en las Islas
Galápagos, en la mente: la imagen de la “Evolución de las especies por selección natural” del
gran Darwin “corazón de piedra” (Darwin: implacablemente racional en la vejez, como debe
ser, como la máxima conciencia predispone); una iguana gentil, inmóvil, frente; allí, junto al
mar: servirse un suculento perol de guariches, sometido por la mirada adorablemente ingenua
de Vivi Micaela (en verdad: ¡atado el cerebro izquierdo por el aire, por la comida, por el
sexo!; mas, si no fuera por el sexo, la humanidad no estuviere aquí), por el inconfundible
encanto de sus ojos (“Eres tú lo que más quiero... la razón de mi vivir...”); escuchar su
melodiosa y acaramelada voz, posar nuestras “vistas” sobre la piel quemada de su rostro,
sobre su delicada y contorneada figura.
Estoy llorando, amargamente, por una chola...
Te quiero dice, te adoro dice...
En la reclusión de la sola experiencia personal, en un estado límite de la resistencia
emocional, en la adultez de la existencia (en un momento particular de “gran
embrutecimiento”, de sometimiento a la férrea ley natural de la reproducción y poblamiento),
experimentar la presencia fresca e infantil de la montubia Myriam Maribel 1840 (la
inconsciencia de la maledicencia, personificada en tan amplias belleza e inteligencia: “… fue
tan solo la efímera silueta, de una nube que se extingue…” –Shakespeare: Romeo y Julieta);
confirmar el precioso fenotipo consustancial con el genotipo B-A de su yaguar (¿Dónde
yacen dormidos tus versos, Dolores Veintimilla de Galindo? –“Y amarle pude al sol de la
existencia…”).
Mano experta en la caricia, labios urnas de delicias…
Ojos glaucos verdes mares, verdes mares de cristal.
Ojos glaucos y dormidos en narcótico sutil.
Un momento de paz debe seguir en la atormentada conciencia: remanso necesario para
continuar, en la perspectiva del inolvidable Francisco de Asís, a través de su decir poético,
1840
En uno de sus ensayos filosófico-políticos (esta vez, epistemológico), el destacado marxista argelino Louis
Althusser, en alusión al poder penetrante de la Ideología dominante en la mente de la población en general,
para forjar el “consenso activo” de los subordinados, sobre todo durante las primeras etapas de conformación
de la conciencia, sostiene que cuando joven se inclinó a pensar, que los ricos no debían realizar procesos de
desasimilación (“… no tenían culo…” -sic). “¡Dios mío!”: hay seres tan lindos en el mundo, tan especiales,
que tan siquiera huelen mal. “El Señor, alabado sea “.
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