Bajar documento - La nueva concepción de la historia

exclusivo y monopólico de los recursos naturales que se hace por parte de las economías
“desarrolladas”, bloqueando el acceso a su uso por parte de la mayoría de la población,
fricción popular dada por la brecha de ingresos. Frente a éste como a otros obstáculos, la
existencia inmediata futura, para el género, se procesa por el siguiente orden: problemas y
correlativas soluciones son coetáneos; la ley del más fuerte; a la naturaleza “le interesa” el
propósito del grupo y no el particular; unos deben sacrificarse, para que otros sigan. Si la
técnica y la racionalidad aceleran su paso y se imponen, las leyes de hierro referidas en líneas
anteriores, podrán ser administradas: el grueso de la población preterida no sufrirá, y con ellas
se iniciará la edificación de la nueva forma de vida y de consecución de su consustancial
objetivo (la edificación de comunismo es un proceso consciente en el camino de desarrollo de
la conciencia: “salto del reino de la ciega necesidad al reino de la libertad”). En realidad,
mientras que se alaba el hedonismo de Oriente, severamente se deplora el positivismo de
Occidente, sin percatarse de que se “escupe al cielo”: si no es por la “civilización del trabajo”,
la mente seguiría siendo la de un púber (los críticos del sistema, han recibido de él, las armas
para el efecto); el ser humano mientras más conoce la naturaleza y la hace “para sí”,
materializa sus fuerzas (incluso en términos negativos) y de este modo desarrolla la
conciencia: autoconciencia, conciencia de la naturaleza, de su actividad y de lo que es capaz
de hacer y ser, de sus objetivos superiores.
En una palabra, no se puede concluir de modo falaz y abstracto, que el ser humano tan
sólo ha destruido “de gana” la naturaleza, como de modo unilateral los ecologistas ortodoxos
(aquellos que defienden a la naturaleza por sus maravillas per se) lo consideran, al margen de
la conversión de ésta en fuerzas productivas: en seres humanos, en ciencia, en técnica, en arte,
en infraestructura, en equipamiento (maquinaria, equipo, herramientas), en servicios. Sin esta
“destrucción”, el ser humano estaría aún anclado en la edad de la piedra (el mundo, en medio
de tanta destrucción, mejora –el proceso está sometido a la operación de la ley dialéctica: en
el sistema en el que no hay contradicción, no hay desarrollo); la objeción está, se insiste, en
que el provecho ha sido desigual y en muchos casos perjudicial para la mayoría de la sociedad
(humanidad); realidad, que induce ver a la ciencia sólo “como pura racionalidad instrumental
con fines de dominación” 485 . El costo de haber llegado al actual nivel de racionalidad y
progreso de las fuerzas productivas (la referida “huella ecológica”), ha sido la puesta en
peligro la vida en la tierra, pero desgraciadamente no había otro modo de hacerlo en el marco
de la determinación –necesidad- histórica, que como proceso inmerso en la irracional
competencia: con mercado, con empresa, con capital (productivo, comercial, financierobancario,
multinacional, ficticio, científico-técnico, virtual), con capitalismo, con los horrores
de la guerra, saqueo, genocidio: esa ha sido la determinación en la historia (cuando el ser
humano llegue a ser “Dios”, podrá diseñar una vía alternativa a la dada por la naturaleza, que
aladee sus “errores”). De nuevo vuelve a ponerse en vigencia la antítesis: ¿la civilización que
viene y quiere el género es la del “valor de uso y del deseo”? (muchos la añoran), o ¿es la del
saber absoluto y el estoicismo? Todas las reflexiones hasta ahora en los bandos de la izquierda
y del ecologismo en el planeta se inclinan hacia suprimir el valor del antropocentrismo, del
inteligenciocentrismo, del prometeocentrismo; no obstante, este sector hedónico está
equivocado tanto en la axiología como en el plano de la historia real: el objetivo racional para
el ser humano es dominar la naturaleza sin dañarla (obviamente) como objeto y en el plano de
la conciencia, y la historia se determina a futuro de ese mismo modo, de forma
inconsciente 486 .
También en este frente de la realidad se hace presente la regularidad, la progresividad:
valor de uso (primera naturaleza: reproducción natural), valor de cambio (segunda naturaleza:
485
La ciencia: forma de reflejo de la realidad en la conciencia; detenta independencia relativa respecto de la
producción, posee su lógica interna de desarrollo; en principio la ciencia sirve para mejorar (explotar, someter)
el proceso de reproducción humana, luego ella se pone al servicio de la concretización de la conciencia.
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A estos sectores hay que fustigarlos duramente: ciertos ecologistas de pacotilla y estudiosos fantasiosos del
área animal, quieren poner inteligencia y sentimientos en los animales (son paradójicamente los mismos que
sostienen que la afectividad es lo propio del ser humano), con lo cual ponen las bases de su falso discurso, con el
que desmeritan la posición racional antropocéntrica, convirtiéndole hedonísticamente al ser humano en un
animal más del sistema ecológico, sin privilegio, superioridad o sujeto de misión especial. Al interior de la
especie algunas personalidades tampoco ven diferencia evolutiva alguna en ella: para ellos las “culturas” son
identidades que se hallan en plano de igualdad, luego, la posmodernidad es la suma de “culturas” en la
globalidad, lo cual indica que no se ha dado importancia al hecho de que el mercado neomoderno ha penetrado y
homogenizado todo, siendo la realidad que él ha creado, la base de cualquier proyecto futuro.
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