Bajar documento - La nueva concepción de la historia

normas de urbanidad; del capitalismo: el brío juvenil, la frugalidad, la calidad; del socialismo:
las ideas superiores, todo refundido en el comunismo. Complace a la vez, advertir y aceptar a
priori el sistema al que se va: ausencia de trabajo material, económico y prevalencia del
trabajo intelectual, formador de la conciencia objetiva abstracta (forma humana superior, de
consumo-reflexión; conciencia superior, que se convierte en verdadera “voz interior”);
adormecimiento de las sensaciones ligadas al placer; proscripción del pensamiento ilusorio
mítico-religioso y parcial-fenomenológico de los hechos; y, ejercicio de la vida en colectivo,
en el interior de un régimen de “humanocovivencia”. Y, una vez eliminada la oposición de
clases: en el comunismo, por falta de relaciones económicas –se dice-, ya no puede haber
ningún desarrollo; ahora bien, es la contradicción ser/saber y la alta racionalidad lograda por
la especie conducente a hacer efectiva la potencia total de la inteligencia, quienes pasan a
constituir los factores que operan como motor del desarrollo histórico 444 .
La tópica filosófica.
Las cinco grandes preguntas filosóficas (por sobre las clásicas: “de dónde procedemos,
qué somos, a dónde vamos”), con las que la humanidad debe acoger a las nuevas fechas
históricas (o con las cuales, éstas deben recibir a aquella): el siglo XXI y el tercer milenio,
son: 1) ¿cuál la razón de la presencia de la inteligencia en el Universo?; 2) la conciencia:
¿puede con el “ser”?; 3) ¿por qué la materia tiene proyección hacia su representación en la
idea?; 4) el Universo viable: ¿es tan sólo y siempre un dispositivo mecánico, orgánicobiológico,
racional, o alcanza carácter metauniversal, divino, una vez que emerge de su seno
la conciencia (la conciencia -la razón, el espíritu, el alma-, no surge antes de que aparezca
la corteza cerebral, en el proceso de evolución biológico de la materia), la cual no bien
instalada y al llegar a cierto grado de su desarrollo, pone las condiciones para que el ser
humano se libere del efecto sobre él, de las determinaciones inconscientes materiales y para
que pase a comandar la dirección de su matriz, de modo de garantizar su “optimidad” -el
ser humano debe ayudar a la materia a seguir el paso hacia la meta, a partir de un momento
dado en el camino, como el hijo que se convierte en soporte de su padre (humanización, como
una estructura capaz de acelerar la evolución: T. de Chardin)-, única manera de alcanzar su
libertad –incluso por vía de la operación de su eventual substituto: el robot inteligente, en el
instante en que éste también se automanumite de las amarras de la conciencia natural?; y, 5)
¿la historia: sigue siendo una cadena de hechos estocásticos, ontológico-sociales sin destino?
Sólo tres prospectivas paradígmicas “teóricas” pueden ser consideradas sobre la tópica: la
Deísta-Teísta, la Humanista-hedonista y la que aquí se desarrolla (M-L) 445 .
Como tópica de preocupación intelectual de mayor amplitud, en torno de la estructura,
conciencia y devenir de la especie en el mundo, en los últimos años se puede advertir, que la
humanidad ha vuelto a enredarse en un nuevo amasijo bizantino de disquisiciones sobre sí
misma, tanto como respecto de su entorno (universal, temporal –vital-; sobre la razón
de su existencia –presencia de la inteligencia- en la esfera). En el controversial escenario
subjetivo puesto, el orden de reflexión inherente, en apariencia renovado, restablece, sobre
todo, la versión escatológica del “ser” o bien se supedita a la forma epistemológica empíricoespeculativa
(las nociones mitológicas religiosas y las crematísticas de lucro, se traban de
modo eficientemente sinérgico). La forma perceptual histórico-dialéctica de la realidad, la
cual adelanta supuestos convenientes y oportunos frente a las interrogantes filosóficas de
mayor preocupación de la conciencia, en cambio, ha sido burdamente vilipendiada con
insolencia por parte de la intelligentzia pretoriana del capital (de los rezagos de esa clase que
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Desafortunadamente, para aquellos soberbios ampulosos que dicen “hacer la historia y no seguir guiones”, se
les acerca la idea: el ser humano escribe la historia, pero según el trasfondo de un guión (la voluntad es, pero la
realidad también lo es, y en primer lugar –la realidad se dirige a sí misma y por su intermedio dirige la voluntad
y la conciencia y lo hará hasta el final de la existencia de éstas). Esta es una contradicción, que no tiene
resolución (y es el motor del desarrollo humano posclasista, cuya superación se consigue con la dimisión de uno
de los polos, en este caso: del lado subjetivo, racional), como no sea contentándosele a la conciencia y a la
voluntad con el “premio consuelo” del acceso a la conciencia de ella (de la antinomia): la voluntad no puede
hacer todo lo que quiera aún colocada en su condición finalística de “Dios”, de similar modo no puede prescindir
de su condición material ni de la reproducción permanente de su vida física, en el marco de circunstancias dadas
(la libertad ganada se limita al conocimiento total, lo cual no le permite hacer lo que se proponga; el uso de dicha
capacidad legítimamente conseguida, le faculta tomar una decisión sobre su sino “al final de los tiempos”).
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ML=marxistaleninista; ahora bien, las dos inquietudes que quedan son: ¿por qué existe la materia?, ¿por qué
su eternidad?
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