Bajar documento - La nueva concepción de la historia

humanidad atea, científica, postpolítica, buena, de ese entonces (también que el ser humano
llegue a ser bueno depende del desarrollo y del estado de las fuerzas productivas): “venid
hijos míos a gozar de mi Reino, porque aunque sea tozudamente negándome, han luchado por
retirar de la escena histórica los regímenes divididos en clases y por pretender instaurar una
forma humana de bienestar para todos mis hijos: su prójimo, y por cuanto me han encontrado,
han llegado a conocerme, por esfuerzo personal, utilizando la propiedad única que he puesto
en Uds.: la inteligencia”, aplicada en el hacer científico y técnico, incluso con la oposición de
quienes han dicho actuar a mi nombre 667 . ¿Qué viene luego para la noción religiosa cuando
Dios ha recibido en su seno a su creatura? Ese es el límite infranqueable para esa perspectiva:
la incomprensible inmanencia de la noción de “eternidad”, y sobre la cual el marxismo ha
dado respuesta: “Dios” –el suprahumano- decide sobre sí mismo –y esa es su única vocación,
propensión y arribo triunfal hacia la conquista de su capacidad efectiva resaltable: solamente
ahí puede el ser humano darse el lujo de decidir por sí mismo: de ser libre (de llenar de
contenido a la palabra “libertad”; aspiración ésta: hasta ahora ilusoria, utópica, mística,
demagógica, esto es, como “… la conciencia común sostiene que la libertad consiste en la
ausencia de todo género de limitaciones, y por tanto, en poder hacer lo que a uno le place”), y
al hacerlo, al realizar su libertad: ser y privilegio, se anulan en conjunto: realidad y razón han
sido-, en cuanto el posthumano renuncia valientemente a ser, para no seguir en la anquilosante
monotonía insufrible de la eternidad, de lo perfecto 668 ].
Llegado a este nuevo punto en el recorrido reflexivo, es pertinente decir, que esta
concepción difiere por su sentido esencial de aquellas vertidas por la sapiencia de, por
ejemplo, los cultores de la llamada “Singularidad Tecnológica”. En efecto, en Internet se
publica, que en 1993 fue difundido un ensayo de Vernor Vinge, en el que dicho autor propone
las tres vías de nacimiento del posthumano: Inteligencia artificial, interface
humano/computador o por modificación biológica del género humano, “Luego de este punto,
terminaría la historia humana” (los prolegómenos de las escenas prospectadas, Vinge ratifica
que deben hacerse realidad allá por los años 2030). Debido a que estos temas se abordan aquí
con base en la perspectiva ideológico-teórica de orden marxista, es necesarísima una
aclaración, que constituya una prueba de descargo frente a quién pueda pensar (y con razón),
que han sido plagiadas dichas ideas. Debe confesarse con toda sinceridad, que el autor de este
documento, no conoció del trabajo citado sino hasta hoy: noviembre del 2008, ni de similares
que abordan el tema; por tanto, que las conclusiones a las que se ha llegado, se obtuvieron de
“primera mano”, esto es, se las concibió de modo independiente respecto de planteos, como se
notificó después, que ya habían sido expuestos. La razón para ello, es que siempre se buscó
asumir una conducta propia (o, lo que más se pueda) en la reflexión, a la manera de Herbert
Spencer 669 . Al ingresar a Internet a visitar páginas sobre Singularidad Tecnológica (hecho
667
Con el perdón de los santos fieles evangélicos, también en este documento se han puesto palabras en la boca
de Dios; la vertiente paranoica evangélica, no da importancia a la reflexión humana sobre Dios, sino solamente a
la palabra contenida en la Biblia, la que dicen no ser opinión del ser humano, sino la palabra de Dios revelada.
Ahora bien, el dilema lógico, que debe remontar la religiosidad, es que el artífice Dios, debe correr tanto con los
méritos de la perfección como con la imperfección, con la alegría como con la pena, con la riqueza, felicidad y
estabilidad psicológica de pequeños grupos poblacionales y con la desigualdad, pobreza, tristeza y llanto
masivos, con Copacabana y con el tsunami en Indonesia; en cambio, si la proeza es imputada a la naturaleza, la
contradicción queda inmediatamente resuelta, pues, la naturaleza se equivoca y acierta, y finalmente: acierta (es
la opinión al menos del deísmo: Dios no se entromete en cuestiones humanas). Además, si se habla bien del ser
humano y si este es hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza, se está hablando bien del propio Dios, de ser
empírica dicha noción.
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¿Cuál sería la única manera de ser feliz, para una persona madura? Lo serían la lucha política y aquella que se
libre en el plano del conocimiento. En el Cielo: ¿se presentaría esta oportunidad? Según puede especularse: no.
¿Qué sentido tiene luego, propender alcanzar ese “sitió” mítico? Ninguno.
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Por tanto, estas ideas: no son el producto (conclusiones) de largas discusiones, de socialización de puntos de
vista; no lo son: ni siquiera de la lectura de muchos libros o de la reiterada visita al Internet. Son sí, el resultado
del diálogo interno, llevado a cabo en condiciones de repetido ostracismo; destino de la existencia personal dado,
precisamente cuando los contactos humanos se han estrechado y reiterado: los mismos son cosa de todos los
días; se diría, en términos formales, rudimentarios, que la especie ha formado ya un cerebro único en ciertos
aspectos (aunque la conciencia debe esperar sean superados algunos rezagos de clase, o sea, el fenómeno no
refiere a la parte esencial: un solo concepto de la vía, la superación del fraccionamiento de la conciencia como
rezago de la experiencia de la realidad puesta por las antiguas antinomias): sobre los problemas ambientales, por
ejemplo: en cuanto afectan a todos o penen en riesgo el bienestar incluso del ser privilegiado, importan a todos y
llevan a la unicidad en la preocupación (avanzar del pluralismo ideológico al monismo gnoseológico). Es obvio,
que este conceptuar habría sido mucho más rico, versátil y exacto con la masiva contribución del argumento
ajeno; pero: ¡así no ha debido ser! Son las circunstancias, pero favorables en un sentido.
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